ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
El tiempo corre y corre, hoy se mide por una cuarentena, sin embargo, todos sabemos, que Einstein había postulado en la teoría de la relatividad, que el tiempo es relativo. Así tenemos que el tiempo corre diferente para cada uno. Para el que se ha contagiado del virus, el tiempo lo mide día a día que sobrevive, mientras para los demás el tiempo lo miden por cada día que descuentan de la cuarentena, ya no soportan el aislamiento. Pero ese cobarde que corre, que es el tiempo, también es distinto para un empleado que perdió su empleo y no tiene ingresos, es crucial cada día que pasa, cosa similar para los pequeños productores urbanos y rurales que no logran vender sus productos, en tanto para los ricos, el tiempo lo miden por las pérdidas de sus ganancias.
El tiempo como construcción social, ahora se presenta como una terrible pesadilla en todos. ¿por qué? nos preguntaremos y responderemos, que en principio: el tiempo es el motor de las interacciones sociales, y el aislamiento, a pesar de que los tecnólogos se corten las venas y digan que ha comenzado una etapa nueva, la digital, a ellos hay que decirles que están equivocados, el ser humano por naturaleza es social y requiere de la interacción directa entre humano-humano, comunicativa, de desplazamiento espacial, como observador del acontecer social día a día en el mundo real, como ente organizador de sus actividades, y como parte de un colectivo vivo, como acto vivencial de sus emociones.
Pero por otra parte, al ser el tiempo relativo y una construcción social, entonces, en este momento crucial que se vive por el coronavirus, todos desde su peculiar visión estamos construyendo el tiempo para enfrentar la pandemia y los hay, que aprovechan el tiempo para robar y asaltar, otros para enriquecerse queriendo aprovecharse de las personas y de la situación, aquellos más que ven la ocasión para disque renovarse digitalmente, pero aún hay más, como esos que construyen solidaridad, cooperación y emprenden acciones colectivas, mientras otros tantos se encuentran en la línea de fuego para salvar vidas, como el personal médico y enfermería, aquellos más como los elementos de la policía que vigilan que los ciudadanos cumplan con quedarse en casa, o bien los científicos que se afanan en encontrar una cura y no faltan los políticos que tratan de llevar agua a su molino, destacando sus acciones, queriendo ser los primeros y mejores, que anuncian prebendas de apoyos, cuando todos sabemos que las instituciones de cualquier país colapsaron, se vieron rebasados, que hay incapacidad de abastecimiento de insumos, de infraestructura hospitalaria y peor aún, de conducción. Así, el tiempo corre de manera distinta y aunque no seamos por el momento consientes, pronto todo ese cúmulo de segundos, minutos, días y meses se transformará en algo que llamamos experiencia, lo cual se traducirá en lecciones de futuro.
Para la naturaleza, este tiempo, es como sincronizar el reloj de nueva cuenta, aunque en términos evolutivos, sólo se trate de quizá un nanosegundo, pero que puede ser valioso en términos de adaptación, aunque nos lleve muchos años o generaciones completarlo. La vacuna seguramente se encontrará y se tendrá para el 2021, como sucedió hace una década con el virus H1N1, pero la verdadera cura no ésta en esos medicamentos, se encuentra en la sociedad misma, en el comportamiento social.
Y si hoy ha sido el pánico el regulador de la pandemia, esperemos que mañana, sea la acción de restauración de esta crisis civilizatoria a guisa de precaución, como mecanismo social que pone en juego la interacción responsable bajo una nueva ética social y ambiental. No es la tecnología la llave maestra de la solución, no nos engañemos, somos la sociedad como colectivo social la única posibilidad de solución. El miedo, como parte de un instinto de supervivencia, es factible y así se esta desvelando ante nosotros, pero no olvidemos, como ser humano, que después de correr, huir y salvarse, viene la acción consciente, previsora, de mirar hacia el futuro y construirlo con bases sólidas una vez que hayamos aprendido de esta experiencia y nos arroje muchísimas lecciones.
Entonces, el tiempo lo estamos viviendo diferente y lo estamos construyendo socialmente, entre todos, con retrasos y adelantos, con aciertos y errores, no hay un tiempo perfecto, sólo el correcto, y de ese tiempo es del que hablamos, pues pasada la emergencia, es tiempo de construir un nuevo tiempo para todos.