ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Segunda Parte
Sin duda, la década 2010-2020 será recordada por el crecimiento de la desigualdad en el mundo, y por una de sus principales consecuencias: la migración.
En esta década se hizo patente, también, de forma masiva la denuncia sobre la principal amenaza global: el cambio climático. Pero también fue la década de la inacción ante ello por los gobiernos y las empresas. Situación que nos orilló hacia los albores de una crisis financiera de carácter climático que ya contemplan las instituciones mundiales bancarias y ante lo cual, se declaran incapaces de controlar.
De esta manera señala el libro The green swan Central banking and financial stability in the age of climate change “Perseguir las tendencias actuales podría dejar a los bancos centrales en la posición de “rescatadores climáticos de último recurso”, lo que se volvería insostenible dado que hay poco que los flujos monetarios y financieros pueden hacer contra los impactos irreversibles del cambio climático. En otras palabras, una nueva crisis financiera mundial desencadenada por el cambio climático haría que los bancos centrales y los supervisores financieros no tendrían poder.”
Y agrega lo siguiente a guisa de corolario: “…es que la integración de los riesgos relacionados con el clima en la regulación prudencial y (en la medida de lo posible) en la política monetaria no bastaría para desencadenar un cambio capaz de cubrir todo el sistema de nuevo contra eventos del cisne verde”
En esta década, Querétaro no se encuentra exento de la migración, ya que casi el 50% de su crecimiento demográfico se lo debemos a la migración y con ello, a la expansión urbana del territorio a costa de los ecosistemas, pérdida de servicios ambientales, tráfico y más contaminación: perdimos nuestro cielo azul.
No obstante, hay que considerar nuevos cambios paradigmáticos para identificar y medir los riesgos relacionados con el clima, cuestión que nos conduce a replantear desafíos metodológicos relacionados con el crecimiento económico, desigualdad económica y distribución de la renta, tal como lo plantea el libro de la década de Thomas Pikety “El Capital”:
Para lo cual se parte de la elección de un escenario sobre cómo las tecnologías, las políticas, los comportamientos, las dinámicas geopolíticas, las variables macroeconómicas y los patrones climáticos interactuarán en el futuro y, las limitaciones de los modelos climático-económicos. Visto así, resulta necesario la tarea de hacer coincidir la identificación de un riesgo relacionado con el clima con la acción de mitigación adecuada.
Parto del enunciado de replantear el modelo de desarrollo en Querétaro en cuanto al tipo de renta y su distribución, es tiempo de decir “Paremos las Maquinas”, y nos sentemos a reflexionar qué es lo que queremos los ciudadanos como desarrollo, como ciudad, como calidad de vida. Ya no podrá ser la visión de lo qué quieren desde afuera las inversiones, pues estas tendrán que adaptarse a la visión de lo que queremos los de adentro, los que estamos aquí y seguiremos aquí, a fin de incidir en la identificación de riesgos climáticos-económicos y la toma de decisiones basada en la construcción de futuro y no de la inmediatez y a conveniencia de una minoría y sus intereses económicos.
Si la pasada década no hizo la diferencia, esperamos que la que viene, que es decisiva y crucial, podamos lograrlo para construir espacios de posibilidades.