ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Insertos en opiniones, discusiones, entrevistas, declaraciones, que corren por distintos medios masivos y a través de las redes sociales, sobre el tema de la afectación al medio ambiente y principalmente al arbolado, sin embargo llama la atención sobre esta discusión pública varios aspectos. En principio, hay un rotundo NO o rechazo a cualquier obra, por considerarla que atenta contra el medio ambiente; acto seguido, no se tiene evidencia suficiente, de quienes se oponen, de propuestas en el sentido de cómo hacerlo bien y sobre todo con visión de futuro, ya que a la ciudad y la metrópoli le falta poco para colapsar por el tránsito tan denso, lento y principalmente de autos privados, que además siguen emitiendo una cuantiosa cantidad de gases de efecto invernadero; tercero, los negacionistas, poca solvencia técnica muestran en sus opiniones, con lo que desdeñan las opiniones de especialistas, que bien podrían consultarlos en la UAQ, y otras instituciones de educación superior o centros de investigación o bien, en el Instituto Mexicano del Transporte o ya por último, a especialistas independientes; cuarto, a pesar de que se han retomado propuestas ciudadanas para mejorar los proyectos, no tarda mucho, en que de nueva cuenta, ahora se repita el NO y el rechazo de manera llana; quinto, a pesar de todo ello, el diálogo y los mecanismos de comunicación entre las diversas autoridades y los diversos colectivos, se mantienen, sin importar también, el reclamo de la participación social, pero lo cierto es que siguen las reuniones aunque con diferentes liderazgos por la fragmentación de los colectivos y, el desconocimiento de algunos de ellos, por no contar con las cartas credenciales suficientes como ambientalistas; sexto, como parte del rechazo, han intentado las vías jurídicas ante terceras autoridades federales entre ellas la Comisión Nacional del Agua, La PROFEPA y recientemente los juzgados de distrito en donde interpusieron amparos, que en su la mayoría no fueron admitidos y en los demás, les negaron la suspensión, todo con el fin de oponerse, sin que hayan tenido respuestas favorables para detener los proyectos.
Visto en su conjunto, estamos frente a un asalto al medio ambiente, por personas y grupos que lo utilizan sin rigor alguno, sólo para oponerse, rechazar toda propuesta, venga de donde venga y sin presentar propuestas claras, consistentes y con solvencia técnica, desdeñando el conocimiento y la oferta del capital humano técnico-científico existente en el estado, quizá con el único propósito de provocar una hemorragia institucional, no obstante, que no renuncian a mantener un vínculo o relación abierta o discrecional con los órganos institucionales.
La cuestión de la democracia ambiental está a discusión, a debate, pero no sujeta al rechazo por el rechazo mismo. Ninguna democracia ambiental es perfecta, lo único que tenemos como garantía es el de mejorarla, el de enriquecerla cada día, con nuevas experiencias, visiones plurales, participación constructiva e inclusiva, pero no minándola, destruyéndola con un simple rechazo absoluto. Se requiere de honestidad y humildad para reconocer errores, aprender de ellos y mirar hacia adelante, por el bien no de unos, sino la ciudadanía. Nadie gana destruyendo la democracia ambiental, pues implicaría sumirnos en el caos, la anarquía, y quedar propensos a ser víctimas de los depredadores económicos y políticos.