ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Ciudad y Aislamiento Social
En el anterior artículo sobre la ciudad y la depresión, hubo mucha participación de los lectores, que reconocieron este problema como una cuestión actual que se vive en las ciudades. Así que me propongo desarrollar un aspecto de dicha problemática que se refiere al aislamiento social como precursor de la depresión en condiciones urbanas.
El aislamiento social sucede cuando no nos relacionamos con nuestro entorno y por tanto, nuestro cerebro no recibe estímulos adecuados y no funciona de la mejor forma.
Una investigación realizada por científicos de dos universidades norteamericanas y publicada en la Revista “Social Neuroscience”, ha descubierto que la exclusión social ocasiona cambios en el cerebro y que estos cambios cerebrales provocan a su vez incapacidad de decisión y una disminución de la capacidad de aprendizaje: el cerebro realmente registra el aislamiento social del individuo y se ve afectado en su rendimiento y funcionamiento.
Tal situación, señala la investigación, abona sobre un nuevo elemento: el déficit neuronal que padecen estas personas, que las hacen más vulnerables a la depresión y ansiedad, así como más débiles y menos inteligentes para tomar decisiones.
La ciudad puede generar una morfología que induzca al ciudadano al aislamiento social, y entre las causas más comunes está el déficit de espacios públicos que favorezcan la interacción humana. Pero también, el clima social de inseguridad es otro elemento crucial que propicia el aislamiento, ya que las personas tienden a no salir, a desconfiar de los demás, al cerrar el paso y aislar los fraccionamientos, a no circular por determinadas zonas o a evitar los espacios públicos por considerarlos sitios de alto riesgo. En fin, tal situación lleva al menoscabo de la sociabilidad del individuo.
El contacto social o la participación contribuye a superar la separación entre lo público y lo privado, y esta superación es crucial para la construcción de la ciudadanía, porque la ciudadanía, implica, sobre todo, adquirir la conciencia del derecho y la posibilidad de ejercerlo, que en este caso, se trata del Derecho a la Ciudad.
En este sentido, estudios recientes (publicados en la revista Perspectives on Psychological Science) realizados con tres millones de personas alrededor de todo el mundo revelan una epidemia social moderna que está generando mortalidad temprana, se trata de la soledad y el aislamiento social los cuales se constituyen en una amenaza.
Por otra parte, si observamos con detenimiento las autorizaciones y licencias en el giro comercial, veremos que un porcentaje alto corresponden a bares y/o antros, que aparentemente generan relaciones sociales, pero en el fondo son simplemente ventanas de fuga, donde el individuo a pesar de estar entre un grupo de personas, no logra superar el sentimiento de aislamiento, de ahí que el alcohol, se convierta en un placebo para engañar al cerebro.
Por el contrario, los cafés, pero aquellos que no contienen tanta contaminación de pantallas, y que por cierto también inducen al aislamiento sin importar que vayas acompañado de alguien, pues te atrapan con videos musicales para terminar aislado. No, los verdaderos cafés son aquellos en que se propicia la comunicación, el encuentro social, la actividad cultural, el dialogo con nuevas gentes, el intercambio de ideas, el escuchar historias o experiencias de los demás, de platicar o exponer tus pensamientos o preocupaciones.
La convivencia social y sus espacios están plenamente correlacionados, así como el contacto con la naturaleza, pero lo importante, resulta el establecimiento de círculos sociales y el fomento de espacios tanto públicos como privados que privilegien la comunicación e interacción humana, como por ejemplo los parques para perros, que permiten entablar platica con las personas que asisten.
Pero en una ciudad con rápido crecimiento, con características metropolitanas y cosmopolita, no basta con decir lo anterior, a ello, hay que escarbar en el concepto de comunidad y el cómo relanzarlo, ya que las ciudades modernas quebrantan las formas comunitarias y el sentido de pertenencia a la comunidad, de ahí, que el término de “Comunidad” pueda plantearse como cualquier grupo humano unido por relaciones interpersonales donde todos los miembros conocen y reconocen en una igual pertenencia a los otros; pertenencia de la que se derivan obligaciones y derechos tanto personales como colectivos. Pero en última instancia, Comunidad significa compartir lo que torna a esta acción en una relación social vinculada por otros elementos como la cultura y el sentido de pertenencia.
Por una Ciudad relacionada Socialmente