ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
El reto metropolitano
Repensar el proceso de formación de un espacio metropolitano, es por una parte, analizar el nuevo proceso de Re-territorialidad, que para algunos podría tener significancia como proceso de desarrollo metropolitano, más no así, cuando observamos que el crecimiento horizontal urbano, nos conduce a esta expansión desordenada, que inicia por conurbar espacios municipales, para terminar generando la metrópoli, que adquieren morfologías distintas dependiendo de las configuraciones específicas de cada municipio. En este sentido, proponemos abordar la cuestión como un proceso de desconstrucción territorial del municipio, para transitar al modelamiento de Re-territorialidad bajo este manto común llamado zona metropolitana. En adición, tales zonas metropolitanas en la visión desarrollista es una propuesta de expansión y crecimiento, no obstante, tiene propiedades que se acercan más a un proceso de compresión y aceleración del espacio, en la medida que la zona metropolitana actúa como un atractor que concentra materia y energía, y por supuesto también población y servicios. Este proceso de comprensión y aceleración del espacio en condiciones urbanas trae consigo retos a la luz de la edificación de un espacio zonal metropolitano, que entraña no sólo la dimensión espacial, sino aún más la temporal, inserta en una trama de condición, reproducción y contexto ambiental.
Quisiera hablar de la zona metropolitana como un sistema, pero en realidad se trata de un proceso caótico, es decir que es una configuración disruptiva con características funcionales, en donde los ciudadanos estamos inmersos, como si se tratará de un nudo urbano metropolitano, cuyo reto se centra en la habilidad para desatarlo.
Bajo la óptica ambiental, esta configuración disruptiva desde el punto de vista de la desconstrucción del espacio local municipal, con operaciones funcionales metropolitanas, nos conduce sin duda a plantear varias cuestiones de base ambiental, que sin embargo, no se puede optar por resolverlas de forma independiente, ya que el proceso que describimos, no es otra cosa que un nudo con una sola cuerda que entraña su interdependencia, conexidad y adherencia como propiedades inherentes.
La esencia ambiental del nudo urbano metropolitano, exhibe varias fibras que a saber se componen de:
1. La Metrópoli como proceso de Re-territorialidad
2. El agua, como cosificación de un conjunto de relaciones sociales, económicas, políticas y ambientales del espacio que alberga a la gran metrópoli.
3. Los bienes y servicios ambientales comunes, que son soporte de vida
4. La gestión de la contaminación atmosférica
5. La producción agrosostenible de la periferia
6. Uso de energías alternativas
7. Economía verde metrolocal
Cuando nos adentramos a las arterias del proceso de metropolización, en su etapa transicional, observamos, visto como disruptivo, que las entidades institucionales locales, mantienen su inercia municipal y sólo toman recursos públicos para llevarlos a su mirada local, cuando en realidad, pierden la visión de aquellos bienes y servicios de base metropolitana, que sólo así pueden ser funcionales. Desde luego que los ciudadanos tenemos preferencias e intereses locales, pero ello es diferente a que no compartamos elementos metropolitanos, de esta forma, un aspecto como la movilidad deja de ser local, para transformarse en un espacio conexo dentro de transitabilidad metropolitana que no puede atenderse dese lo local, hoy vivimos en un municipio y trabajamos en otro contiguo.
Esta visión cansada de los políticos que responden a sus intereses personales y partidistas, ya no corresponde a la demanda actual ciudadana de dimensión metropolitana, razón por la cual debe cambiar, y transitar a una gobernanza distinta.
Para ello, hay que sentar una de las bases del nuevo sistema de gobernabilidad metropolitana, que se antoja como primaria, en tanto construcción del espacio bajo pautas que exceden lo local pero que los atañe en plena interdependencia, es decir, que la nueva gobernanza debe tomar en sus manos un instrumento con criterios compartidos en cuanto al orden y uso del territorio bajo la pauta metropolitana.
No es posible esperar a que se tornen más disruptivas las ciudades componentes de la zona metro, por ello, el emplazamiento de un Ordenamiento Territorial Metropolitano, es el primer síntoma de un acuerdo institucional que comprende la visión del ciudadano.
Este es el primer acto en el que se asume que somos actores de un espacio compartido del cual esperamos elementos funcionales, en condición de equidad. Es el compromiso de todos para armonizar la zona con orden metropolitano en beneficio de todos sus integrantes. Ello también nos conduce a romper las políticas exclusivas de una visión local y los intereses particulares y de grupo.
La ordenación del territorio trata de afrontar las disfunciones del proceso de compresión espacial metropolitano que genera un choque, para luego, adquirir una la competitividad territorial y locacional, donde cada lugar tiene una nueva función, pero cada proyecto de desarrollo territorial está subordinado a las exigencias metropolitanas.
El Ordenamiento Ecológico es un pacto de territorialidad necesario para la gobernanza metropolitana