Por una #SociedadHorizontal, ¡Qué actúe!
Terminó el proceso electoral. Después de largos meses, incluso años en que la sucesión presidencial fue el tema central de la discusión política, la decisión de los mexicanos a favor de Claudia Sheinbaum se expresó de manera amplia y contundente. El resultado en las urnas sorprendió, no por el triunfo de quien será la primera mujer Presidente de la República, sino por la abrumadora votación que su coalición recibió en ambas cámaras del Congreso de la Unión.
De cara al fin de la actual administración, habrá que estar atentos a la forma en que logren acomodarse AMLO y su sucesora. Aun cuando esto aún es una verdadera incógnita, es evidente que de la forma en que convivirán el aún habitante de Palacio Nacional y la mandataria electa, dependerá la estabilidad del país en el corto plazo. Será indispensable que se coordinen y eviten enviar señales contradictorias como las que vimos a lo largo de la semana pasada.
¿Dejará López Obrador que Claudia, verdaderamente tome las riendas del país? Por el bien de todos, esperemos que así sea. ¿Tendrá AMLO una actitud mesurada y sin protagonismo durante los próximos años? Sería muy saludable. No obstante, mientras aprendemos como funcionará la nueva dinámica, vale la pena preguntarnos ¿qué sigue para México?
Estoy convencido de que los siguientes años, serán el escenario en el que habrá de surgir un México nuevo. Tener un motor de crecimiento económico potente y permanente o acabar con las terribles cifras en materia de violencia e inseguridad, son tan solo algunas de las necesidades apremiantes que hoy debemos atender.
Una vez que el terrible ruido que generan las campañas políticas ha terminado, sirvan aquí tres ideas sobre las que se podrá construir el México brillante que todos deseamos durante los siguientes años:
Hoy que es evidente la creciente competencia y eventual confrontación de nuestro vecino del norte con China, se vuelve indispensable identificar las áreas de oportunidad en las que nuestro país pueda sustentar una evolución de nuestra actual relación con los Estados Unidos. ¿Podemos construir juntos con Estados Unidos y Canadá un hemisferio que traduzca su presencia económica en un relanzamiento mundial de los valores democráticos, los derechos humanos, el multiculturalismo, la economía de mercado y la sustentabilidad ambiental?
México se encuentra en la posibilidad de tender puentes que le permitan hacer una verdadera alianza geopolítica con nuestro principal socio comercial. ¿Podemos aprovechar la revisión que se hará en 2026 del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para impulsar un compromiso superior entre los países que integramos este bloque económico? Estoy convencido que sí.
Hoy que la discusión para resolver los problemas de la sociedad moderna, se basa en contrastar modelos que le dan cada vez mayor presencia, fuerza y preponderancia al Estado, frente a otros que buscan que sea la participación descentralizada individual y colectiva, resulta fundamental revisar a fondo la situación que guarda el modelo mexicano.
En un país en el que la libertad de expresión se encuentra lastimada con decenas de periodistas asesinados; en el que muchos tramos carreteros son bloqueados por la actividad criminal, con lo que se limita la libertad de tránsito; en el que la libertad de mercado enfrenta graves complicaciones, con un 83% de negocios en el país que han sufrido el cobro de piso y la extorsión. Vale la pena tomar conciencia sobre la idea básica de libertad, como mecanismo para reorganizarnos, exigir y coadyuvar en la solución de tan graves problemas.
Hoy que el empresariado mexicano cobra cada vez más conciencia de su relevancia para la generación de riqueza, la generación del gasto público y el pago de impuestos, resulta indispensable identificar nuevos mecanismos que garanticen una convivencia humana y productiva, al interior de las unidades económicas. Es viable construir un espacio de representación para millones de liderazgos de micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, que aglutinan, una fuerza orgánica de 60 millones de personas, que complementaría lo que se ha logrado con 25 millones que reciben programas sociales.
Resolver los grandes problemas que enfrenta México, requiere de un nuevo modelo de organización social, política y económica. Un modelo en el que las capacidades productivas participen, en representación equitativa de empleados y empleadores, en la toma de decisiones. El nuevo gobierno tiene la oportunidad de apostarle a una profunda alianza con quienes promuevan esta visión.