COLUMNA INVITADA
Ariel Hernández Gutiérrez, de 28 años y Ramón Rodríguez Muñoz de 26, fueron secuestrados el 11 de octubre de 2019, en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Oriundos de Bella Vista del Río, municipio de Cadereyta de Montes, aquel día se dirigían a Atlanta, a bordo de la camioneta blanca marca Chevrolet, con placas de circulación RIN 2548 de Georgia, propiedad de Ariel. Los presuntos plagiarios exigen 50 mil dólares por liberarlos.
El 11 de octubre, a las 6:35 de la tarde, la mamá de Ariel, Juana Hernández Gutiérrez, recibió el último mensaje que su hijo le envió por WhatsApp, en el que informaba: “Ya estoy aquí en la frontera”. Después no volvió a contestar mensajes ni llamadas.
La conmoción que el suceso ocasionó a los familiares de los jóvenes, fue de tal magnitud, que la señora Juana denunció el delito 20 días después, el jueves 31 de octubre (carpeta de investigación CI/QRO/37660/2019), en tanto que los familiares de Ramón lo hicieron algunos días más tarde, también en la Unidad Especializada en Investigación del Secuestro, de la Fiscalía General del Estado de Querétaro (FGEQ).
Durante el tiempo transcurrido entre el secuestro y la denuncia ante la FGEQ, ocurrieron diferentes sucesos que mantuvieron en vilo a los familiares de Ariel y Ramón e, incluso, se dieron una serie de confrontaciones con otros habitantes de Bella Vista del Río, por algunos rumores que se desataron desde aquel momento.
El sábado 12 de octubre, los presuntos plagiarios establecieron comunicación desde los celulares de Ariel y Ramón, vía Messenger, con Juanis, la novia de Ariel, para demandar el pago del rescate consistente en 50 mil dólares, 25 mil por cada uno de ellos.
Juanis no sólo se convirtió en mediadora entre los delincuentes y sus familiares, sino que también se dio a la tarea de solicitar cooperación económica con los amigos y conocidos de Ariel para juntar los 25 mil dólares del rescate, además de poner en venta un automóvil, propiedad de Ariel, sin la autorización de la familia de éste.
También una hermana de Juanis, de nombre Blanca, quien vive en Dallas, Texas, pidió la cooperación de los amigos de Ariel en aquella ciudad estadunidense, ofreciendo su número de cuenta bancaria para que hicieran los depósitos.
La señora Juana refiere que en cuanto puso la denuncia en la Unidad Especializada del Secuestro, las llamadas de los presuntos plagiarios cesaron, en tanto que la novia de Ariel dio de baja a sus hijos de la escuela, cerró su cuenta de Facebook y desapareció de Bella Vista del Río.
Ariel es ciudadano mexicoamericano, en tanto que Ramón es residente en Estados Unidos, razón por la cual, hasta antes del secuestro, cruzaban de un país a otro en sus propios vehículos. La última ocasión, Ramón llegó a Bella Vista del Río en julio, a bordo de un automóvil de su propiedad, en tanto que Ariel había llegado a principios de octubre en la camioneta con placas de Georgia con su novia Juanis, quien lo había ido a esperar a Nuevo Laredo, ciudad en la que ella tiene familiares.
En su última visita, Ariel llegó más contento que en otras ocasiones, presumió con orgullo a su familia el inicio de su propia empresa, repartiendo tarjetas de presentación de Grace Company, especializada en calefacción y aire acondicionado, situada en Atlanta, Georgia, su lugar de residencia en Estados Unidos, al igual que la de Ramón. Ariel también había iniciado un servicio de paquetería informal que consistía en llevar alimentos a quienes viven en Estados Unidos y de regreso traer aparatos electrodomésticos.
La última vez que Juana vio a su hijo Ariel antes del secuestro, fue la mañana del lunes 7 de octubre, en su casa de Bella Vista del Río, antes de que ella tomara el autobús que la llevaría a su trabajo. Aquel día su hijo le dijo que iría a algún lugar del estado de Michoacán, del cual no precisó, a entregar un televisor que había traído de Estados Unidos, para una persona de aquella entidad.
El miércoles 16 de octubre, alrededor de las once de la mañana, los presuntos secuestradores, vía Messenger, llamaron al celular de Juanis y, la señora Juana que estaba con ella, escuchó a su hijo decir que los tenían secuestrados en Reynosa y preguntar que si ya habían juntado el dinero del rescate. Enseguida se cortó la comunicación.
Realizando labores de investigación y asesorándose por una persona que habla inglés, la señora Juana, debido a que Ariel es ciudadano estadunidense, a mediados de noviembre, estableció contacto telefónico con un agente de la Oficina Federal de Investigación (FBI por sus siglas en inglés) de Atlanta, a quien le expuso el caso de su hijo.
Sin embargo, al cabo de cinco días, el agente, de quien no tiene el nombre, llamó a la señora Juana para informarle que de acuerdo a las investigaciones que él había realizado, Ariel y Ramón posiblemente ya no existían, debido a que, si habían sido secuestrados por algún cartel, ya los habían matado. Al preguntar por los cuerpos de los secuestrados, el agente del FBI no supo que responder a la señora Juana.
El miedo a los presuntos secuestradores no ha paralizado a la señora Juana. A pesar del dolor, la angustia y la incertidumbre sobre el destino de su hijo, no se da por vencida y le ha dado seguimiento a la denuncia ante la Fiscalía de Querétaro y, vía telefónica, también lo ha hecho con la Fiscalía de Tamaulipas, a pesar de enfrentar en ambas instancias la indiferencia y la burocracia de los funcionarios.
Ante lo que considera un declarado desinterés de la FGEQ, la señora Juana Hernández Gutiérrez quisiera ver al presidente Andrés Manuel López Obrador para que le ayude a encontrar a su hijo. Sin embargo, no pude porque, señala angustiada, no le es posible porque no tiene tiempo y, si falta a su trabajo, teme ser despedida. Espera de todo corazón que su hijo esté vivo y que, si alguien lo ha visto, pide de favor le marquen al celular 44 21 94 05 01, pero que no traten de extorsionarla, como ya le ha ocurrido desde que su Ariel fue secuestrado.
A las seis de la tarde del 25 de septiembre de 2019 también desaparecieron otras dos personas queretanas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, Hilario Acosta de Purísima de Arista y Pilar Marín Aguillón de Laguna de la Cruz, comunidades pertenecientes al municipio de Arroyo Seco. Ambos venían del estado de Texas en una camioneta negra Grand Cherokee.