Hablar hoy en día del agua, es hablar de la crisis del agua que se viene plasmando en el planeta, sin que se tomen las medidas urgentes para contener, en un principio y resolver en un segundo momento.
Ya no bastan las cifras para evidenciar lo alarmante, eso se ha hecho desde hace muchos años y no prende el foco de alerta. Ciudadanos, gobiernos y empresas, continúan caminando hacia la escases sin remedio alguno. Incluso, se ha puesto en perspectiva que las próximas guerras serán por el agua y tampoco ello ha sido motivo para actuar enérgicamente.
Múltiples propuestas se han expresado, desde aquellas de carácter puramente técnico, pasando por aquellas otras de corte económico e incluso sociales, por lo que no se puede esgrimir que no hay soluciones, las existen y desde hace bastantes años. Entonces ¿cuál es el problema? Pues bien, por un lado, la inercia que se sigue no ha podido frenarse, por otra parte, el crecimiento poblacional con todas sus consecuencias, así también la estupidez humana de desperdiciarla y por último, diríamos que no es la falta de voluntad de los funcionarios, sino el debilitamiento del poder del estado para tomar decisiones diría yo, cruciales y definitivas.
En un viejo escrito titulado “Conflictos por el Agua” señalaba que el agua implica o entraña relaciones socioambientales, económicas y políticas que se encuentran más allá de las definiciones clásicas y que la delimitación fisiográfica de la cuenca, ya no es suficiente para atender la crisis del agua. Los conflictos van en aumento y ello, sin duda desatara los colapsos de todo tipo.
Asimismo, en otro artículo publicado por el IMTA en un libro sobre el Acceso Humano al Agua, advertía sobre dos fenómenos emergentes del agua: la aceleración y la concentración y precisaba la extraña paradoja de la indemnidad de como asegurar lo que no se puede asegurar. Y es que cuando contravenimos el ciclo natural del agua (su tiempo y su espacio) estamos dando paso a la crisis pues la consumimos más rápido que su tiempo de recarga, y la concentramos en las urbes a costa de desecar otros espacios, pero a ello, hay que agregar algo más, la contaminación del agua.
Poco a poco entendemos mejor, que lo que viene es el completo entendimiento ahora ya no del agua natural, sino de las aguas residuales, es decir, que será más crítico concentrar esfuerzos en su tratamiento, pues la escases en los cuerpos de agua natural será la constante, por eso, la circularidad en función de su tratamiento y reúso es la pauta a seguir, aunque muchos digan que aún tenemos los mares para extraer de ahí el vital líquido, pero esa senda, seguirá siendo la de la estupidez humana, que termino por agotar las aguas continentales y ahora, piensan acabar con las otras. En el futuro, no sólo existirán medidores de entrada de agua, sino también medidores de salida de las aguas residuales que habrá que pagar para fondear el tratamiento de las mismas, pues los organismos operadores, al menos en México, siempre están en la tablita de la quiebra o al menos sin recursos suficientes.
El cambio climático es otro elemento que viene a agravar la situación, pues polariza dos manifestaciones del agua: la sequía (o ausencia del agua) o las inundaciones, que son eventos severos y de alto impacto que descarrilan cualquier medida, es como una ruleta rusa suicida que te coloca en cualquiera de las dos situaciones, pero ambas son mortales.
Aquí aplicaría, pero a la inversa, el dicho de la gota que derramo el vaso, pues más bien sería la ausencia de la gota lo que provocará el vacío del vaso o colapso.
Para terminar, solo diré que el agua, es uno de los elementos vitales de toda lo que conocemos como vida, no es cualquier cosa y sí eso no lo queremos entender, entonces hay que prepararse para lo más terrible.