La desaparición de las dos Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación afectará el funcionamiento del máximo tribunal, advirtieron sus presidentes, en lo que fueron los últimos informes anuales de ambas instancias.
La reforma judicial reducirá a partir de septiembre el número de ministros de la Corte, de once a nueve, y eliminará las Salas, que existen desde el siglo 19, por lo que todos los asuntos se tendrán que resolver en Pleno.
Las salas iniciarán el 2025 con mil 4 asuntos pendientes, 37.7 por ciento más que al principios de 2024.
Si bien las Salas seguirán funcionando hasta agosto, también seguirán llegando nuevos casos, que tendrán que ser vistos en el Pleno donde las discusiones son mucho más lentas, a menos que se aprueben reformas procesales para que la Corte conozca de menos casos.
Jorge Pardo, presidente de la Primera Sala que lleva casos penales y civiles, destacó que desde 2011, las Salas resolvieron alrededor de 73 mil asuntos cada una, mientras que el Pleno solo votó poco más de cuatro mil, es decir, el 93 por ciento de los expedientes de la Corte salieron por las Salas.
Estas solo sesionan una vez por semana, pero discuten en privado y votan en público, lo que les permite agilizar los casos.
“La desaparición de las Salas nos obliga a reflexionar sobre su importancia. Previstas desde antes de la promulgación de la Constitución, las Salas han sido un pilar fundamental del sistema impartición de justicia, no son órganos aislados con funciones meramente administrativas, sino estructuras diseñadas para garantizar excelencia, celeridad y especialización que permite análisis profundo de las materias”, dijo.
Alberto Pérez Dayán, presidente de la Segunda Sala, en materia administrativa y laboral, dijo que su desaparición será un reto mayúsculo para la institución, pues esa ha sido su forma de operar desde hace 200 años.
Inexplicable, destitución de toda la Judicatura: Pardo
Pardo reconoció que el Poder Judicial no logró advertir a la sociedad sobre los riesgos de la reforma, que el mensaje sobre lo logrado en los últimos treinta años no llegó a tiempo ni con la fuerza necesaria.
“El tiempo y la experiencia, por desgracia tal vez con costo a la sociedad, serán testigos del profesionalismo de nuestras labores y las cualidades del sistema de justicia que está en su ocaso”, afirmó, “La excelencia profesional ha quedado eclipsada por las decisiones políticas”.