En cualquier parte del mundo excepto en estos países del subdesarrollo populista, una denuncia civil, penal o administrativa, al menos, abre el campo para una investigación posterior. Genera consecuencias.
Por ejemplo, el zángano real de la casa de Windsor, el príncipe Andrés de la Gran Bretaña, ha sido despojado de sus funciones reales por los señalamientos de una mujer –Virginia Giuffre–, quien lo acusa de abuso pleno en los oscuros terrenos de la sexualidad forzada, abusada o impuesta.
“Andrés –dice el NYT–, era un apuesto piloto de helicópteros y héroe militar que cautivó a millones de británicos durante la guerra de las Malvinas. A los entusiastas de la realeza les gustaba decir que era el favorito de su madre, la reina Isabel II.
“Pero por estos días, el príncipe, de 61 años de edad, acumula descrédito y repulsión mundial por las acusaciones de que violó a una adolescente en 2001.
“El príncipe ha negado repetidas veces las acusaciones. Pero la semana pasada, lo que alguna vez fue su fastuosa vida real se hizo añicos de manera irreparable, luego de que un juez federal de Manhattan dictaminó que un caso civil relacionado con las denuncias de abuso sexual podría proceder.
“La reacción del palacio de Buckingham fue rápida y punitiva.
“Un día después, la reina EII, de 95 años de edad, lo despojó de sus títulos militares y mecenazgos reales. De ahora en adelante, el príncipe ya no usará el título de “Su Alteza Real”, un símbolo de su estatus como integrante principal de la familia.
“ ‘The Sun’, un popular periódico sensacionalista británico, resumió la situación:
“Andrés ha sido “efectivamente desterrado”.
“Sobre el caso se cierne la amistad del príncipe con el ex financista y convicto agresor sexual Jeffrey Epstein, quien, según la acusadora, Virginia Giuffre, la “traficó” con el príncipe.”
Sin embargo esa respuesta monárquica no se parece casi en nada a la forma de proceder del gobierno de México en su relación protectora (encubridora o tapadera) hacia sus “cuadros” o simples militantes de la causa de la Cuarta Transformación nacional.
En México estos casos se manejan como en el Vaticano, según acaba de saberse.
(DWD).-…un informe sobre los presuntos abusos sexuales en la arquidiócesis alemana de Múnich atribuye al entonces arzobispo y actual papa emérito, Benedicto XVI, no haber actuado al menos en cuatro casos conocidos, ocurridos bajo su jerarquía.
“El documento, encargado por la arquidiócesis a un equipo de abogados y que fue presentado este jueves (20.01.2022), destaca, asimismo, que Joseph Ratzinger ha rebatido “contundentemente” estas acusaciones.
“Dicho documento contempla casos de abusos sexuales ocurridos en el seno de la Iglesia católica en esa arquidiócesis desde la posguerra y hasta prácticamente la actualidad.
“Ratzinger fue arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982, antes de convertirse en prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) en el Vaticano”.
Si estas acusaciones fueran reales, estarían abonando un dato más para la comprensión de la insólita renuncia de Ratzinger hace nueve años.
Pero estas reflexiones tienen un motivo. La reacción del presidente de la República ante las versiones de acoso o abuso sexual de su recientemente designado embajador en Panamá, el historiador Pedro Salmerón. El Ejecutivo habló de la inexistencia de denuncias concretas y formales ante las autoridades correspondientes. Y tuvo razón.
Pero también tuvo amnesia, porque en otros casos similares o peores, con todo y las denuncias presentadas, la locomotora protectora de Morena, con el presidente como maquinista, siguió apoyando a un político denunciado como violador, con el expediente ofrecido por el ex fiscal del caso, sin mover ni siquiera una pestaña y con la colaboración del ex gobernador priista.
¿Recuerda usted el caso de Salgado Macedonio?
(El País).- La Fiscalía de Guerrero desestimó la denuncia que Castañeda (la mujer agraviada), interpuso contra el político porque el delito de violación prescribe en Guerrero a los 12 años.
“La militante de Morena y ferviente seguidora del proyecto político que encabeza Andrés Manuel López Obrador, denuncia que aunque pidió medidas de protección a Morena por la violencia en su contra, nunca ha recibido respuesta favorable.
“No me han dado medidas cautelares para protegerme de las falsedades y el ambiente de odio que están propiciando los dirigentes de Morena”, contaba Castañeda a la prensa el pasado 15 de febrero después de comparecer ante una Comisión interna.
“Ha sido humillante la forma en que me convocaron a escuchar mi testimonio, sin estar presentes, sin tomarlo en cuenta ahora en su resolución del procedimiento de oficio”, señala en su denuncia más reciente”.
Pero hubo más:
“Marxitania Ortega, el 13 de enero del 2021, escribió:
“Mucho he meditado en el proceso de selección de Félix Salgado como candidato a la gubernatura de Guerrero, por Morena y me genera desacierto y preocupación.
“Félix es un personaje, como todos los políticos (algo sabemos de eso. sic) se construye un personaje, en este caso, carismático y popular, pero también es una persona. Yo me he encontrado con él apenas 4 veces.
“Una, en la presentación de mi novela, en el Centro Cultural Acapulco. Estaba ebrio y cuando se acercó a mí lo hizo de la peor manera, lasciva, con un abrazo impropio, por decir lo menos.
“¿Saben ustedes que se siente en momentos así? Mucho asco”.
Sin embargo, la carrera política del senador por Morena siguió adelante. Hoy, gracias a la maquinaria de compra de votos a través de los programas socio electorales del gobierno (reparto de dinero) , gobierna el conflictivo estado de Guerrero a través de su hija.
En este caso, a diferencia del de Salmerón hubo denuncias concretas y debidamente cursadas. Las denunciantes fueron amenazadas, los procesos empantanados y las carpetas de investigación cerradas por conveniencia política.
Las denuncias no sirvieron para nada.
Por eso tantas mujeres callan.
No tiene caso ventilar los abusos para resucitar los peores momentos y divulgar la vergüenza. Eso lo saben hasta las feministas de Morena. Por eso, también callan.