Más de 150 migrantes, incluyendo niños, acampan desde hace más de siete días entre el muro de la frontera norte de México en busca de asilo en Estados Unidos, un hecho que refleja la crecientes crisis tras tres meses de las nuevas restricciones estadounidenses.
La mayoría son procedentes de países como Ecuador, Colombia y Haití, y se mantienen en tiendas de campaña improvisadas bajo el frío y con escasos recursos para alimentarse.
María Belén, originaria de Ecuador, dijo a EFE que llegó la madrugada del martes con su hija de 15 años esperando una posibilidad de ingresar al país del norte tras una “dura travesía” de más de dos meses, incluyendo su paso por la selva del Darién, la frontera entre Colombia y Panamá.
“Ha sido una experiencia muy dura, mis pies estaban llenos de ampollas. A mí me curaron en Honduras todas las heridas que tenía en los pies, pero Dios nos ha guiado hasta acá y estamos con bien. Aquí estamos esperando, pedimos un asilo humanitario”, narró.
Para la señora y su hija, el viajo ha sido difícil, pues “pasar por el Darién y hacer la travesía por todo este camino es duro.
“Por eso pedimos que por favor nos ayuden, que no nos discriminen porque somos migrantes que pasamos este complicado camino”, expresó.
Incertidumbre en la frontera
La desesperación de los migrantes ha crecido desde que Estados Unidos anunció en enero nuevas medidas para acoger a 30 mil migrantes de Haití, Venezuela, Nicaragua y Cuba mediante una aplicación, pero con la deportación inmediata a México del resto que cruce la frontera de manera irregular.
Luis Pastrana, también de Ecuador, dijo a EFE que él lleva cinco días esperando en la frontera y ha comenzado a sentir incertidumbre.
“Venimos desde Ecuador caminando. Yo vengo solo, pero venían familias, mujeres y solteros que ya llevan días y días aquí. Estamos esperando que venga la Patrulla Fronteriza”, señaló.
Detalló que algunos agentes estadounidenses se han acercado, pero solo “han dicho que esperen el turno, que primero pasan las familias”.
“Muy pocos están entrando, no nos queda más que esperar y esperar, no hay más qué hacer”.
Pastrana compartió que estos días han sobrevivido con muy pocas raciones de agua y comida, con aplicaicones de entrega a domicilio.
“(Pero) traemos poco dinero y nos cobran mucho, hasta 100 dólares por un pollo”, indicó.