GOTA A GOTA
Baruch de Spinoza pensaba que “la resistencia no es un accidente, ni la señal de no sé qué pensamiento reactivo. Es la verdad del ser, en tanto que es potencia de existir y de obrar…”. Digamos que en este sentido resistir es la única forma de enfrentar la barbarie, la única forma de perseverar en ser un ciudadano libre. Solo los tiranos destruyen la resistencia.
A este propósito he elegido dos voces que, más allá de la crítica, son, a mi juicio, representativas de la resistencia a esa locura oficial y su líder, el tabasqueño que ocupa, presuntuoso, el espacio de Palacio Nacional.
La primera es la de Diego Fernández de Ceballos que, con valentía, ha puesto en relevancia la enfermiza personalidad de López Obrador. Diego, por lo que declara, no parece sorprendido del comportamiento del tabasqueño. Como si hubiese indagado su perfil desde temprana edad: el niño mimado de la madre, violento siempre, en el seno de la familia y fuera de ella. Justo lo que es ahora. No un Jefe de Estado, sino un buscapleitos, un “rufián” con poder. De ahí el llamado de Don Diego, siempre elocuente, a que los partidos políticos “se abran a la sociedad”.
La segunda voz es la de Héctor Aguilar Camín, cuyo discurso gira en torno al entredicho de los decretos y las leyes promovidas por el tabasqueño. Entredicho, digo, porque unos y otras están bajo la lupa de la justicia constitucional, en la medida en que el juicio de amparo no parece haber dejado en paz al pendenciero y sus secuaces: el aeropuerto de Texcoco, el de Santa Lucía, el Tren Maya, la ley de remuneraciones –primer gran revés del vástago de Macuspana–. De modo, pues, que más que un columnista crítico, la voz de Aguilar Camín, es la de un resistente a la tiranía mediante la apelación moral a la Suprema Corte, solo a medias sometida a los caprichos de quien cree ser el dueño y señor de México, cuya misión primordial es reducirnos a la nada. Pues tal es el designio de su ineptitud verborreica.
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Mi reconocimiento y gratitud al personal de la salud que en las condiciones más adversas comprometen sus vidas para salvar otras.