EL JICOTE
No pongo en duda el apoyo de amplios sectores de la opinión pública al Presidente, una parte es una clientela agradecida por los apoyos económicos; algunos son presupuestívoros y al viejo grito de vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, están en la nómina; otros se han visto beneficiados por proyectos sin licitación. Pero una gran cantidad de simpatizantes, quizá la mayoría, comparten con profunda y seria convicción los proyectos, las ideas y estilo de hacer política del Presidente. Este reconocimiento de aceptación y respeto a esta pluralidad no la parecen compartir algunos, espero que los menos, de los simpatizantes de López Obrador. Toda crítica la asumen como una ofensa personal y cascabelean en las redes sociales todo tipo de injurias. Personalmente me han dicho desde chayotero; que me han visto en Palacio en la ventanilla cobrando mi cochupo. ¿No habrá sido Bratt Pitt, que dicen que vino a Querétaro y me están confundiendo? Hasta el momento, vale aceptar, no me han acusado de recibir cajitas felices del narco. La única verdad, que me han asestado, la acepto, ha sido la de: “mal nacido”. Efectivamente, vine al mundo muy fuerte y poderoso, luego me hice enclenque, y el Doctor Alcocer tuvo que utilizar fórceps. Fuera de esta calificación producto de mi nacimiento complejo, todo los demás insultos francamente no los acepto ni reconozco.
He revisado los textos del “Grupo Nuevo Curso de Desarrollo”, que reunió la participación de académicos, comunicólogos y ex funcionarios de primer nivel. Diría Agustín Lara: “La crema y nata de la “intelectualidá”. A continuación transcribo las tesis que, yo considero, parecen compartir la mayoría.
Sostienen que el Presidente es un político bien intencionado pero ignorante, su discurso es anacrónico, simplista y, lo peor, contumaz. Está muy atrasado en sus conocimientos, ha denostado al neoliberalismo, sin percatarse de que él es un fiel seguidor de su credo, que es: achicar al Estado, salvo PEMEX; recortar el gasto y practicar el austericidio; privilegiar el equilibrio fiscal y no mover la recaudación, aunque sea insuficiente; mantener la autonomía del Banco de México y una política monetaria que en los hechos presiona al tipo de cambio real; no utilizar instrumentos válidos de política económica como es el financiamiento o la deuda externa, lo que, afirman, es una postura ultra neoliberal; una política social que fomenta el “pobrismo”, transferencias sociales que no repercuten en la solución de las causas de las desigualdades ni impulsan el crecimiento; ejemplo del neoliberalismo es el apoyo al T- MEC, que tanto criticó como opositor; obediente a lo que le pida Trump, a tal punto que en Estados Unidos le llaman Juan Trump. Efectivamente, cuando López Obrador declara: “No somos iguales, no somos neoliberales”. Tiene razón, concluyen, él ha sido el Presidente más neoliberal de nuestra historia.
Esto es lo que afirman los especialistas. Ojalá que miembros del gobierno y sus simpatizantes les respondan, por favor, con argumentos y datos empíricos. Si se deciden por las injurias, no les vayan asestar el “mal nacidos”, pues creo que mi caso es particular.