ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Uno de los efectos de la contingencia sanitaria o mejor dicho, como resultado de las medidas tomadas, es el impacto que viene teniendo en los productores locales de alimentos. Así tenemos que, por ejemplo, a los productores de cebolla de San Juan del Río, los intermediarios voraces y oportunistas, quieren pagarles a $ 1.50 el kilo, cuando la cebolla en los supermercados como Soriana el precio está a $ 21 pesos el kg. Pero tal como el productor Hilario me narró este fin de semana, “El golpe ya no nos lo quitamos, pero lo peor es que se romperá la cadena, pues si ahora no obtenemos los ingresos necesarios de la venta de cebolla, tampoco podremos sembrar maíz y frijol en este ciclo agrícola de primavera-verano, por falta de dinero”.
En diferentes medios periodísticos tanto nacionales como internacionales y en algunos ensayos, se ha abordado el tema de una hambruna por falta de producción de alimentos, en respuesta varios países como Francia propone poner el acento en la producción del campo o como en México, la seguridad agroalimentaria.
Lo cierto es que hoy la cuestión de los alimentos debe contemplarse de manera muy seria y ello, nos lleva a lo siguiente: ¿cómo asegurar que se produzcan la variedad y cantidad de alimentos necesarios para la población? y, lo anterior conlleva la pregunta de ¿quién sembrará los campos?, pues la población rural no cuenta con muchas opciones ni antes ni después de la pandemia para producir y sostenerse económicamente de sus productos, y menos con intermediarios oportunistas que aprovechan la situación para enriquecerse.
No obstante a ese mal, tal como lo he descrito en la novela ensayo de “Código Red”, desde hace tiempo se viene construyendo un mundo paralelo al que hoy conocemos y la pandemia del Coronavirus va a contribuir a acelerar el proceso. Hoy en el estado, en cierta escala aún pequeña, han comenzado a vitalizarse las redes, si aquellas verdaderas redes que se establecen entre las personas de manera directa, sin importar que se usen medios tecnológicos sólo para comunicarse. El caso de los productores de naranja orgánica proveniente de granjas agroecológicas que se iniciaron desde hace varios años allá en Conca (Sierra Gorda), ilustra bastante bien el enfoque de redes, pues en esta cosecha en medio de la pandemia, la circulación del producto principalmente se ha basado en redes y nodos de conexión para hacer llegar las naranjas al consumidor final, sin la necesidad de los intermediarios habituales. Si tomamos como base que cada persona tiene alrededor de 50 personas cercanas que integran su Red, y dentro de éstas puede haber al menos alguna persona que servirá como Nodo de conexión con otra Red, entonces que comienza a incrementarse la cantidad de personas enlazadas que fungen como andamio para deslizar, en el caso las naranjas de Conca. Ahora con los productores de cebolla, a quien les narre la historia de las naranjas de Conca, pudieron ver otra realidad, no sólo a los intermediarios depredadores sin ética alguna. Pero estos productores de cebolla llegan a la actual situación sin haberse preparado previamente, pues sus redes sólo se componen de intermediarios, y no de ciudadanos que son los consumidores finales. Sin importar, las razones, ahora empezarán a circular su producto por éste mundo paralelo, y sí, quizá con menor velocidad y volumen, pero con mejores ventajas en el precio para el ahora, lo inmediato, pero sin dejar de ver el después, el futuro, de contar con Redes distintas de personas que practican la solidaridad, la reciprocidad, la sustentabilidad y la ética responsable.
Y procedo a realizar una pausa con respecto a la solidaridad, pues mucho de nuestra sociedad la práctica y se ha dicho y demostrado en cada calamidad, sean terremotos, accidentes o eventos hidrometereológicos como las inundaciones, que el pueblo mexicano siempre responde, sin embargo, después de la pandemia, la realidad no será la misma y no basta ese tipo de solidaridad, ahora, esta cualidad debe afianzarse en las redes solidarias, no en la espontaneidad, sino en una estructura de Red, con Nodos principales y secundarios, que saben como articular, comunicarse y, mover bienes y servicios, al margen del mercado convencional, de la avaricia, de la plusvalía como única razón y de las relaciones ventajosas. Otro ejemplo claro son las cooperativas de productores de hortalizas que también se mueven por éste otro mundo paralelo, para hacer llegar despensas a los consumidores. Y seguramente varios o muchos pensarán que no podrán competir contra los corporativos de compradores, pero déjenme decirles, que para éste otro mundo paralelo, no se considera como reto la competencia y menos contra esas empresas, éstas por si mismas se irán descomponiendo, quebrando y desapareciendo. Aquí lo que importa es la construcción de otra forma económica, basada en la colaboración, no en la competencia y menos por dinero, pues en el otro mundo paralelo lo que esta en el centro es el bien común, no la ganancia de unos a costa de los demás.
Si la Red logra un cierto funcionamiento, estaremos ante la posibilidad de darle continuidad a la cadena productiva de alimentos y dejaremos atrás la catástrofe que Hilario el productor de cebolla vislumbra hacia adelante. Y serán más y más productores que robustezcan la gran Red para alejar el fantasma de la ahmbruna.