JUEGO PROFUNDO
La novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, narra el casamiento entre el hombre rico del pueblo, llamado Bayardo San Román y una jovencita llamada Ángela Vicario. Después de la celebración, los recién casados se van a su nueva casa y esa noche, Bayardo descubre que su esposa no es virgen. Indignado, Bayardo devuelve a Ángela a la casa de sus padres donde es golpeada y ella confiesa que el hombre con quien perdió la virginidad es Santiago Nasar, un vecino del pueblo. Los dos hermanos de Ángela, obligados por la defensa del honor familiar, tal como el título de la novela indica, anuncian a la mayoría del pueblo que mataran a Santiago Nasar. Y este a su vez, no se entera, sino hasta minutos antes de morir. La gente de pueblo murmuraba cada que veía a Santiago, hablaban de él como si fuera un muerto viviente y él jamás se dio cuenta. Al final, los hermanos matan a cuchillazos a Santiago a la vista de la gente del pueblo que no hizo o no pudo y sobre todo, que NO QUISO hacer nada para evitarlo.
Y hoy, la “elegante y ética” Liga MX, con sus ya conocidas formas y modos, ha tomado la decisión de eliminar la Liga de Ascenso. Así, de un plumazo, asesinaron ese proyecto, y al igual que la novela del escritor colombiano, sin duda, ese asesinato era un secreto a voces. Y no lo digo por las resoluciones, argumentos y sobre todo, pretextos planteados por los dirigentes de la liga en los últimos días para justificar su decisión; no, lo digo por el nulo esfuerzo y atención que se la ha dedicado a la división de ascenso desde hace mucho tiempo. Al igual que con el personaje Santiago Nasar, todos sabíamos que esto sería algo que pasaría tarde que temprano. Ahora es sencillo buscar culpables y ponerles nombre a quienes tomaron la decisión, y si, es real, fueron ellos, fueron los mismos miembros de la liga a través de una votación y para proteger los intereses de unos pocos, quienes han tomado el cuchillo y lo han clavado en el corazón de los equipos, de los jugadores, de sus familias, de la gente que tiene un sustento en esos proyectos y en las aficiones; pero, no debemos olvidar que esa división estaba enferma, olvidada y debilitada desde hace años. Lo de hoy, fue simplemente quitar el respirador que mantenía vivo al enfermo.
Yo soy un romántico del balompié, de los que aún cree en el amor por unos colores y en la competitividad justa y considero que destruir la liga de ascenso es un error histórico en nuestro futbol, es uno de los mayores retrocesos y no muy lejos veremos los resultados. Para ascender, hay que descender, y eso lo digo en el sentido de que en nuestro futbol, debe existir la competitividad para hacer crecer o al menos mantener el nivel de la liga. No solo basta con definir quién es el mejor y quien es el peor, sino también que ambas cosas deben ser premiadas o castigadas. Con la resolución de hoy, la liga va corriendo a hundirse más en lodos espesos de mediocridad; al no haber consecuencias (descender), poco o nada importaran los resultados, y si con frecuencia veíamos espectáculos futbolísticos burdos, ahora serán nuestro pan de cada fin de semana.
No podemos negar que de romanticismo no se puede vivir y que todo el futbol es un negocio, pero lo malo, es que es un negocio que solo beneficia y protege a pocos. La estructura de nuestra liga con dos torneos cortos y con liguilla, han cultivado proyectos deportivos y económicos con una visión a muy corto plazo y sin planeación, y lo de hoy, es parte de esa cosecha; si la solución es matar un proyecto futbolístico en lugar de reorganizarlo, significa que los dirigentes no están a la altura del desafío deportivo. La prioridad es clara: El dinero es lo más importante.
En nuestros estadios, el nivel de futbol con frecuencia es muy pobre y la experiencia y satisfacción que experimenta el aficionado cada que asiste al estadio es la misma que viene sintiendo desde hace años y en resumen, es una experiencia muy mala: los productos que se pueden consumir en el estadio son relativamente caros y de muy baja calidad, a nivel de marketing, pululan pobres campañas y activaciones que aburren, no hay nada extraordinario que haga que el aficionado se enganche y genere dividendos y por eso se tiene una dependencia total de los ingresos generados por patrocinadores y derechos de transmisión, y a nivel futbolístico, ni se diga… repito, pequeños chispazos de buen futbol que triste y resignadamente aceptamos. Si esto sucede en el máximo circuito, en la división de ascenso es peor. Sin interés de los patrocinadores y los medios, sin espectáculos futbolísticos dignos y muchas veces sin instalaciones profesionales, ese proyecto estaba condenado a morir. Ojo, con esos mismos argumentos, no dudemos con la posibilidad de que en breve esto también alcance a la liga femenil… las paremias son sabias: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar…”
El futbol muchas veces es un reflejo de su sociedad. Aceptémoslo, tenemos una liga “campechana” donde la competitividad no importa, tenemos una liga donde se protege y beneficia a pocos, una liga donde se cambian las reglas del juego, una liga donde se pisotean los derechos laborales, una liga donde abunda la indiferencia, una liga con un triste y a veces rudimentario nivel futbolístico, una liga con una inexistente planeación… Aceptémoslo, tenemos una liga “Made In México”.
Las palabras de mi admirado y gran amigo Iván Torres lo definen a perfección:
-“Hoy queda la profunda tristeza del que se va y el alivio del que se queda… Hoy ganaron los malos”-
Ha sido la crónica de una muerte anunciada. A pesar de la indignación que esta decisión generó en todos los que amamos y disfrutamos del balompié, hoy han matado a la división de ascenso, y al igual que con Santiago Nasar, la mataron a la vista de la gente que no hizo o no pudo y sobre todo, que NO QUISO hacer nada para evitarlo.
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