TABLERO
- Participó en la reforma constitucional del 130
- Ven inseguridad casi el 60% de los queretanos
- Llama Pancho a evitar las descalificaciones
- Pepe Gómez y su llegada a PLAZA DE ARMAS
Personaje.
Abogado, escritor, periodista, traductor y bohemio, pero sobre todo amigo de sus amigos, eso fue Inocencio Reyes Ruiz, fallecido el lunes 6 y quien sin haber sido nunca diputado, participó con Mariano Palacios Alcocer en una de las reformas constitucionales más trascendentes del siglo XX, la del artículo 130 que reconoció a las iglesias.
Lejos de los reflectores, discreto y austero, asesoró a gobernadores de Querétaro, como Mariano Palacios Alcocer y Enrique Burgos García, y de Chihuahua a Reyes Baeza y Patricio Martínez, por su cercanía con Arturo Proal de la Isla, a quien relevó en la dirigencia de los estudiantes de la Facultad de Derecho de la UAQ.
Este columnista tuvo el privilegio de compartir con él afanes profesionales y la amistad de Ezequiel Martínez Ángeles, Miguel Bringas Rodríguez, Ana María Arias, Augusto y Juan Antonio Isla, Edmundo González Llaca y Raúl Iturralde Olvera, entre otros.
Sin embargo nos unió, especialmente, Mariano Palacios Alcocer, su compañero de la secundaria, con quien ambos colaboramos en diversas tareas en el gobierno de Querétaro (1985-91) y más tarde en responsabilidades nacionales, como cuando el secretario de Desarrollo Social Luis Donaldo Colosio envió a MPA a hablar en la ONU en su representación y nos invitó.
Además de acompañar a Mariano a la sede de las Naciones Unidas, fuimos juntos, Inocencio y este servidor, a conocer la sede de Newsweek y no perdimos la oportunidad de tomar una copa -bueno, más de una, en el bar del hotel Waldorf Astoria, frente a cuya fachada el coronel Frank Slade (Al Pacino en “Perfume de Mujer”) llamó la Meca de la Humanidad.
Más allá del Imperio, nos reunimos muchísimas veces -y nos faltaron más- en la casa de Sabino, en la de Bringas en Arteaga o en la Escondida de don Marce, en El Pueblito, en donde Ezequiel preparaba excelentes parrilladas.
Era Inocencio un componedor irremediable y hasta intentó reconciliar, con la barbacoa del Cuate Fere de por medio, a Chucho Rodríguez y Arturo Proal, ambos muy queridos por él.
Agobiado por un padecimiento se retiró de todo hace tres años. Nos encontramos afuera del Oxxo de Fernando de Loyola, nuestra antigua calle, y prometió un artículo sobre el incidente diplomático que estuvo a punto de estallar cuando en la construcción del Centro Universitario del Cerro de las Campanas la dinamita utilizada cuarteó la capilla de Maximiliano. El embajador de Austria estaba dispuesto a romper relaciones, pero el rector de la UAQ José Guadalupe Ramírez lo agasajó en un lugar de esos y asunto arreglado.
Le contaba que Chencho, como le decían algunos (este reportero, nunca) decidió enclaustrarse y así cumplió 67 años en febrero, ajeno a la conjura de Edmundo González Llaca y los hermanos de la Isla “para sacarlo del ostracismo” y aprovechar su talento tan desperdiciado.
Ya no hubo tiempo y hoy todos nos lamentamos de ello.
En 2012 le pedimos un texto para el segundo aniversario del periódico (“en el periodismo el tiempo se mide en horas y minutos; mejor: en instantes. ¡Felicidades y larga vida!” respondió) y nos regaló un texto magnífico: “Las lágrimas lloran solas”, en el que, a propósito de un amigo muerto, recordó este verso hebreo:
“No lloro jamás.
“Soy valiente, no un llorón.
“Pero, ¿por qué, mamá, por qué
las lágrimas lloran solas?”
Ese verso, dijo llevarlo empotrado en la garganta. Al final, me escribió: “Te mando un abrazo. Ya sé que un abrazo es siempre lo mismo, pero el sol y la lluvia son lo mismo y siempre dibujan la unimisma maravilla de vivir”.
Y mira tú querido Reyes Ruiz, te nos moriste en medio de la contingencia más canalla del siglo, sin tus amigos y sin derecho siquiera a una capilla decente.
¡Ay, Inocencio!
Ya entendí por qué las lágrimas lloran solas.
-BLANCAS Y NEGRAS-
Inseguridad.
Apesar de la propaganda oficial, casi seis de cada 10 queretanos se sienten inseguros, de acuerdo con el INEGI. El porcentaje está más de 10 puntos por debajo de la media nacional, es cierto, pero como ha dicho Paul Ospital a Querétaro se le debe comparar con Querétaro, no con Guanajuato ni Hidalgo o el Estado de México. Y sino que le pregunten a los vecinos de Tejeda que ayer recibieron un comando armado que se llevó, dicen, medio millón de pesos. La delincuencia no descansa, con coronavirus o sin coronavirus.
La campaña de sanitización del Municipio de Querétaro está por todo lados. Ayer se vio a los hombres de blanco por los rumbos del barrio de La Cruz, en donde todo, con excepción del templo, está cerrado, incluido el Museo de Arte Contemporáneo, el Corral de Comedias de Paco Rabell y, claro, las escuelas. Ya hasta dan ganas de pedir una visita guiada por el “Adefesio Verde” de las calles de Gutiérrez Nájera para que de una vez lo lleve a uno diosito.
Por cierto, son reveladoras las imágenes captadas este jueves por Franci Oh! en diferentes puntos de la ciudad y en particular en el populoso Mercado del Tepetate, en donde las recomendaciones de su sana distancia todavía no han llegado y se hace la merca como si nada estuviera ocurriendo en el mundo y viviéramos en condiciones normales.
Muchos proyectos están detenidos en Querétaro, incluida la presentación de libros como el de Juan Antonio isla Estrada, “El Viaje o los caprichos de la memoria” que se iba a presentar el 26 de abril en la vieja estación del Ferrocarril y del que este periódico empezará a dar entregas la semana próxima, como se hacía en el siglo XIX.
Hace unos 15 años invité al caricaturista Pepe Gómez a colaborar en Diario de Querétaro, periódico en el que participó brillantemente. El miércoles se incorporó a PLAZA DE ARMAS, en donde tenemos la suerte de volver a coincidir. Enrique nuestras páginas en las que ya dibujan Roberto Carbajal y Raúl Mendoza. ¡Bienvenido, Pepe!
-EL HISTORIETARIO-
Salvación.
(En preparación del libro sobre el poder y en memoria de mi amigo Inocencio Reyes Ruiz, recupero hoy una de sus anécdotas favoritas).
Va de cuento.
Rodrigo Guerra López, un experto en teología, fue coordinador de asesores y secretario privado del gobernador Ignacio Loyola Vera (1997-2003) cuando se preparaban reformas a la ley de educación estatal que habrían llegado a los oídos del obispo Mario de Gasperín, hoy administrador diocesano.
¿Has visto recientemente a don Mario? Preguntó el mandatario al doctor Guerra.
-Sí, la semana pasada.
¿Y qué no debería yo de saberlo?
.No, señor. Lo veo porque es mi confidente.
Pues confiésale tus pecados, cabrón, no los míos.
Rodrigo, sumamente confundido, por la reclamación del gobernante, buscó el consejo de uno de los santones del PAN, don Carlos Castillo Pereza, a quien contó su pena.
-A ver, muchacho, dime ¿cuál es tu mayor aspiración en la vida.
-¡Salvar mi alma!
-Entonces dedícate a otra cosa. A la política uno viene a salvar el pellejo, no el alma.
La política es así.
-LA FRASE DE LA SEMANA-
Tiempos de piedad.
Dejemos a un lado la descalificación y el insulto: Francisco Domínguez Servién, gobernador del Estado de Querétaro. Plaza de Armas, martes 14de abril de 1018.
El coronavirus, pues.
-JUGADA FINAL-
Envirulados.
Al gobierno estatal que celebra el incremento en la percepción de la inseguridad de los queretanos, porque estamos menos mal que Guanajuato, un viral ¡JAQUE MATE!