EL JICOTE
El problema es que el Presidente comete tantos yerros y se involucra en tantas camorras, que se le ha perdido a la crítica todo encanto. Ya no sabe uno si reírse porque está diciendo una ironía o tomarlo en serio cuando en realidad lo que quiere es provocar la risa. Es tal la duda que no se puede uno reír ni con sus chistes. Mis amigos de Morena me decían al principio: “No lo critiques, dale el beneficio de la duda”. Y yo me preguntaba, ¿Que no sería mejor que él, ahora que es Presidente, nos disipe todas nuestras dudas? Luego me pidieron: “No lo critiques está en la curva de aprendizaje”. O no quiere aprender o es de lento aprendizaje, o francamente es una curva más larga que la Pera. Luego me pidieron que no lo criticara, que me uniera y manifestara mi apoyo al cambio de aeropuerto. Pregunté, ¿Unirme en torno a que se puede dejar de cumplir su compromiso con los empresarios de que ellos podrían concluir el aeropuerto de Texcoco? ¿Unirme a que no es para tanto que un Presidente no respete su palabra? ¿O debo unirme a la idea que el cambio se debía a que hubo corrupción en la obra? O preferible, ¿Unirme a que el aeropuerto se cambiaba porque realmente estaba en terrenos fangosos? Para evitar andar culebreando en la unión, mejor defender a la encuesta patito y que la gente fue la que decidió. Cuando vino lo del avión, una comedia del Siglo XVIII con personajes que no se encuentran correteándose entre puertas que se abren y se cierran, me pidieron que me uniera, volví a preguntar. ¿Unirme en torno a la rifa de un avión que no rifa un avión? ¿Unirme a un ahorro que no es un ahorro? ¿Unirme al Presidente en torno a su crítica a la movilización de las mujeres? ¿Unirme a favor de sus huestes reventadores de la manifestación?¿Unirnos a lo que recomiendan sus especialistas que guardemos distancia del prójimo y nos quedemos en la casa? ¿O unirnos a la desobediencia Ejecutivo en la que desafiante hacía todo lo contrario que recomiendan? ¿O unirme ahora a su arrepentimiento? Unirnos para apoyarlo en la cancelación de las obras de la cervecera en Mexicali. Volvemos a lo mismo, unirnos ¿en torno a qué? Y otra vez los motivos son zigzagueantes ¿Unirme porque que es un proyecto anti ecológico? ¿Unirme porque hubo corrupción en la obtención de los permisos? O como con el aeropuerto, mejor unirme torno a la encuesta patito, y que es la gente la que decide. En pocas palabras, unirme a la política presidencial de que cuando los problemas son peliagudos desplaza su responsabilidad a la consulta popular, Así todo es más fácil, López Obrador bien puede decir, como los braveros de barrio: Lo que quieran conmigo lo quieren con la gente. En estos momentos tan graves, ¿Debemos unirnos en su pleito callejero contra el líder de la Coparmex, Gustavo de Hoyos y en su acusación a los conservadores, pues afirma quieren que se contagie? Tregua y unión significan: incondicionalidad y sumisión. Creo que mi problema es de fe. San Agustín decía: “La fe consiste en creer lo que no vemos y la recompensa es ver lo que creemos”. Yo no creo en nada porque nada veo y lo que veo es todo nublado y caótico, mi castigo es no ver en lo que creen los de Morena. Semejante herejía es difícil de superar, chance pudiera tener posibilidades de redención si mis amigos de Morena me consiguen alguna estampita o amuletos de los que carga el Presidente.