EL JICOTE
El Presidente tiene una rara inclinación, cuando quiere corregir una metida de pata, la amplía, es algo así como quien quiere tapar un hoyo y usa como estrategia mejor hacer un socavón. Tal parece que el Presidente comparte la misma apuesta que Quevedo le hizo al Rey de España: “Una disculpa puede ser más grave que la ofensa”. El Rey dijo: “Imposible, una disculpa nunca puede ser más grave que la ofensa”. Quevedo decide comprobarlo. Estaba Quevedo asomándose por una ventana de Palacio y llega el Rey y le empieza a acariciar en forma procaz las pompas. El poeta, permanece viendo afuera de la ventana y dice: “Así, así, ¡Qué rico! Adelante”. Ante las risas del Rey el poeta voltea a ver a sus espaldas y dice: “Perdón su Majestad, mil disculpas, pero creí que era la Reina”.
El Presidente fijó para la venta de cachitos de la rifa del avión el mismo día programado para la manifestación feminista, al percatarse de ello para disculparse, bueno es un decir, López Obrador dijo: “Yo ni me di cuenta, ni tenía en mente que el lunes era el día del paro del movimiento feminista. Y por eso dije aquí que se empezaría a distribuir los boletos “. Su ignorancia es extrema, pues según las empresas encuestadoras se había constatado que la fecha la conocían más de la mitad de los entrevistados. Desconocimiento que era también testimonio del poco aprecio y reconocimiento que le tiene a la cruzada, El Presidente no esperó mucho por la respuesta, las organizadoras de la movilización escribieron: “¿A cuánto el cachito de madre? ¿No es más grosera la indiferencia y la indolencia de ignorar a todas las mujeres que haremos un paro para que se nos escuche, para que se reconozca que la violencia de género nos está rebasando? El Presidente sigue pensando que pedir atención es un ataque”. En esa extrañísima forma de defenderse metiéndose autogoles el Presidente comentó: “De repente, en las redes sociales un grupo vinculado a un partido de… ¡se ofenden!: que por qué van a empezar a distribuirse los boletos. Además hasta groseras. Entonces, no. No va a ser el lunes (sino) el martes. No se puede caer en ninguna provocación. El conservadurismo está muy irritado, muy molesto por los cambios, por la transformación…” El Presidente no quería dejar la menor duda, no bastaba desdeñarlas era necesario hacer más fuerte la insolencia, por supuesto disfrazada de disculpa, y les dice: groseras y conservadoras.
Ojalá que el Presidente manifieste con quién apuesta que las disculpas bien pueden ser más graves que ofensas. Ojalá que sea por una buena causa, pues martillar los tropezones es francamente demencial. Otra opción es que, a pesar de que la anécdota de Quevedo es muy conocida, el Presidente no quiso comprobar la tesis del poeta y lo que pasa es que tiene el mismo defectito de Peña Nieto: argumenta en sentido contrario a lo que quiere comprobar. Cuando era Presidente y al hablar con los reporteros en un viaje en avión, señaló: “Creo que aterrizaremos en uno o dos minutos, no, por supuesto que no, en menos, en unos cinco o seis minutos”. Con esta lógica presidencial con razón las diferencias políticas, lejos de conciliarlas las profundiza; con razón el país está de cabeza.