ANDRÉS GARRIDO DEL TORAL / EL QUERÉTARO UNIVERSITARIO
QUERETALIA
Mi amada Universidad Autónoma de Querétaro hoy cumple 69 años, misma que fue fundada el 24 de febrero de 1951. Esta hermosa creatura académica y científica tuvo como antecedentes los antiguos colegios jesuitas de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Xavier desde 1625 hasta la expulsión de la orden jesuita en 1767, que se convirtieron entonces en Colegios Reales. Después de la Independencia de México pasaron a ser Colegios Nacionales y a mediados del siglo XIX se convirtieron y fusionaron en el Colegio Civil, mismo que fue reconocido tanto por Benito Juárez como por Maximiliano de Habsburgo, el cual incluso le dotó de mapas y libros de “marear” y ratificó en sus cargos directivos a los excelsos liberales como el sacerdote Nicolás Campa y el abogado Próspero C. Vega, que ahora son calle, diría Sergio Arturo Venegas Alarcón.
La osorniada y sus excesos llevaron al cierre del Colegio Civil quien fue reabierto por el gobernador Ramón Rodríguez Familiar y transformado en la Universidad de Querétaro por el gran gobernante Octavio S. Mondragón, a quien nadie le puede negar el mérito de ser su fundador, el visionario estadista que se atrevió a crear el Alma Mater Queretana, nombrando al primer rector, al general Juan Álvarez, mismo que murió en Guadalajara, Jalisco, antes de que se inauguraran los cursos universitarios, al acudir a una reunión de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES, víctima de un infarto.
Meses antes, el gobernador Mondragón había encargado un proyecto de Ley Orgánica de la Universidad de Querétaro a los brillantes juristas queretanos –y excelentes profesores del Colegio Civil- José Arana Morán, Alberto Macedo Rivas y Rodríguez Aguillón, lo más granado de la clase académica y política, al ser Arana Morán su secretario particular y diputado local, Rodríguez Aguillón su Secretario General de Gobierno. Por cierto que en ese entonces fungía como director del Colegio Civil del estado de Querétaro el jurista Fernando Díaz Ramírez, mismo que fue nombrado como segundo rector universitario a la muerte del general Juan Álvarez, tocándole entonces la inauguración de los primeros cursos en febrero de 1951 en solemne ceremonia a la que acudieron el gobernador queretano y el titular de la SEP federal. Don Fernando Díaz, si bien no fue el primer rector nombrado, sí fue el que aterrizaría el viejo sueño de que la juventud queretana tuviera una Máxima Casa de Estudios y así evitar la emigración de nuestro talento local a otras urbes más desarrolladas.
En 1959 lograría su Autonomía con el pretexto de que el gobernador Juan C. Gorráez había hecho uso de sus facultades exclusivas al destituir al rector Fernando Díaz Ramírez y nombrar en su lugar al galeno José Alcocer Pozo, mismo que recibió el nombramiento pero nunca tomó posesión. Al unirse sociedad y universitarios en una huelga como nunca se había visto en Querétaro, el gobierno del presidente Adolfo López Mateos tomó mano en el asunto, además de que el presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes Universitarios, vecino de San Luis Potosí, aconsejó a los valientes huelguistas queretanos que no solamente pidieran a su gobernador Gorráez la restitución de Díaz Ramírez sino también la obtención de la Autonomía Universitaria.
Sería hasta el gobierno del ingeniero Manuel González de Cosío y Rivera que llegara el adiós para la Rectoría de Díaz Ramírez, recayendo el honor en la persona del abogado Alberto Macedo Rivas en 1963.
En una apretada síntesis de los períodos rectorales me atrevería a escribir que Fernando Díaz Ramírez fue el gran paterfamilias, patriarcal y ajeno a decisiones colegiadas; Alberto Macedo Rivas fue el modernizador legislativo y reglamentario de la hoy UAQ; Hugo Gutiérrez Vega el gran transformador de la Universidad Liberal a la Universidad Universal; Salvador Septién Barrón fue el gran deportista e impulsor del deporte; Agapito Pozo Balbás la vio como una recipiendaria de su muy brillante cúmulo de experiencias vividas después de haber sido gobernador del estado y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; José Guadalupe Ramírez Álvarez fue el gran gestor del Centro Universitario del Cerro de Las Campanas; Enrique Rabell Fernández fue el creador de Radio UAQ y padre de la hoy Facultad de Medicina; Mariano Palacios Alcocer fue el arquitecto de la Extensión Universitaria, los Estudios de Posgrado y Centros de Investigación; Braulio Guerra Malo fue el padre de la desconcentración de la UAQ hacia los municipios del interior comenzando con El Marqués y San Juan del Río; Jesús Pérez Hermosillo hizo suya la honestidad y la academia; Alfredo Zepeda Garrido y Lolita Dolores Cabrera Muñoz la blindaron de dignidad ante los embates del gobierno conservador; Raúl Iturralde Olvera consiguió junto con el entonces diputado federal Francisco Domínguez Servín el pago de la deuda universitaria ante el IMSS y Contratos Laborales que le dieran viabilidad a la propia UAQ; Gilberto Herrera Ruiz la acercó a la sociedad como nunca antes visto, en un ambiente de desarrollo científico, al mismo tiempo que la rectora actual, Teresa García Gasca, la hace crecer pese a las limitaciones gubernamentales federales y estatal.
Les vendo un puerco universitario que entienda lo que ha dicho la rectora en su segundo informe: “que nadie ofenda nuestra inteligencia queriéndonos dar línea política”.