EL JICOTE
Se trata de una broma; es un chiste del Presidente; fue simplemente una puntada para despertar a quienes se estaban durmiendo en la mañanera; hay una campaña contra el Presidente eso es imposible, ya hasta Jiménez Espriú declaró que el avión no se rifaría. Pues resulta que sí es cierto y el Presidente contradijo a su secretario y ya hasta mostró el diseño de un cachito de la Lotería. Cuando López Obrador propuso rifar el avión, escribí que su proyecto entraba en el género literario del “realismo mágico”, tema digno de Rulfo o García Márquez. Ahora que el Presidente ha reiterado que lo del avión va en serio, bueno, es un decir, me retracto, la decisión presidencial no se inscribe en el realismo mágico, pues no tiene nada vinculado con la realidad, pertenece más bien al género fantástico, la realidad no es rebasada por la imaginación, sino que, como en los cuentos infantiles, la realidad es suplantada. De entrada el precio del “cachito” ¿cuántos mexicanos, simpatizantes del Presidente, tienen quinientos pesos para gastárselos en una rifa? Es la misma visión optimista de desahogo económico nacional que tenía Emilio Azcárraga, El Tigre. En una ocasión le dijeron que harían una encuesta en la ciudad de México el fin de semana, Azcárraga se opuso, argumentó: “¿Una encuesta en la ciudad el fin de semana? Eso es imposible, la ciudad está vacía, todo el mundo está en Cuernavaca”. Pues el Presidente, que desprecia tanto a los fifís, considera que sus simpatizantes lo son y les sobran quinientos pesos. Es la misma perspectiva fantástica e infantil, que tiene de la delincuencia, la ve como los amigos juguetones de Pinocho, que lo quieren sonsacar para que no vaya a la escuela, pero son tan traviesos que les da por matar a quienes no los siguen. Pero no nos preocupemos, según el Presidente todavía estos traviesos le tienen miedo a la chancla de su abuelita. Convoco a todos, hasta a los simpatizantes de la cuatro T para hacer que la rifa sea un fracaso absoluto. Comprar un cachito, es encubrir y aceptar de todo lo que implica. Un gol por la educación y un avión para la distracción. Comprar un cachito es decir sí, sí somos ingenuos, sí Señor Presidente se puede burlar de nosotros, y somos tan brutos que no nos damos cuenta de su verdadero propósito propagandístico. Comprar un cachito es justificar su pésima estrategia comercial de enviar el avión a Estados Unidos y ahora verse orillado a regresarlo. Comprar un cachito es hacerse cómplice para que su partido, sus funcionarios y sus representantes populares estén obligados a apoyarlo en este desvarío. El Presidente ha propuesto que las grandes empresas comerciales ofrezcan a sus empleados de que, si venden determinada cantidad de productos, les regalarán cachitos para la rifa. Comprar un cachito es decir sí, sí puede Señor Presidente, olvidarse de la crisis de la salud, de los niños con cáncer, de la falta de crecimiento, de los inmigrantes y puede dedicar su agenda, su tiempo y su discurso a vender aviones y a proponer a las grandes empresas estrategias mercadotécnicas. Comprar un cachito es decirle sí, sí Señor Presidente, puede Usted gobernar con caprichos, tienes razón, sí somos unos idiotas, unos ingenuos y unos dejados. Independientemente de partido o de ideología los invito a decir: NO a esta rifa fifí.