SERGIO A.VENEGAS ALARCÓN
Hace nueve mil años –siete mil antes de Cristo- aparecieron en Querétaro las primeras expresiones de arte rupestre, extendidas en más de 250 sitios registrados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, como se muestra actualmente y hasta el mes de abril en la exposición “Tierra habitada” del Museo Regional de Querétaro. Aquí, los antiguos marcaron territorio en las rocas de Peñamiller, Colón, Ezequiel Montes, Tequisquiapan y Amealco –entre otros municipios- y dejaron el manifiesto de su presencia, la impronta para las generaciones futuras, declara Carlos Viramontes Anzures, quien ha liderado las investigaciones por tres décadas.
¿Cómo los grafiteros de hoy?
“Yo creo que eso pasa con el grafiti. Aparte de señalar que aquí estoy, es aquí estoy y no nos vamos y también ese sentido de trascendencia que yo no diría es innato a la humanidad, pero sí común a prácticamente todas las sociedades” dice a PLAZA DE ARMAS el licenciado en arqueología y doctor en antropología, dos veces ganador del Premio Nacional Alfonso Caso a la mejor investigación en arqueología, mientras no explica la muestra, enfundado en una gruesa chamarra azul y acompañado del joven director del museo, Ramón Avendaño.
Grandes hallazgos ha hecho el equipo de investigadores del INAH en Querétaro, apoyado por el director nacional Diego Prieto y la delegada Rosa Estela Reyes. Los explica, sin reservas, el coordinador de los proyectos más importantes realizados en esta y otras regiones del país sobre un tema enigmático y casi desconocido: el arte rupestre. Es, admite, muy interesante y muy nuevo en la arqueología mexicana, no en la arqueología mundial, no. Y es que en México ha dominado el monumentalismo. La gente se queda en las pirámides, no en las cuevas.
Se entiende, señala, porque la arqueología mexicana surge de la mano del Estado Mexicano y durante mucho tiempo fue un aparato ideológico. Es decir, la arqueología mexicana funcionó para apuntalar la identidad nacional y para el turismo. Entonces, ¿cómo iban a abrir un sitio de arte rupestre, teniendo Teotihuacan, Chichen Itzá o Montealbán?
De ahí la importancia del trabajo realizado por el INAH en Querétaro y Guanajuato, visto como un solo núcleo de estudio y en el que destacan Los Pilones de Colón y Puerto del Cobre, en Peñamiller. Es este último el que ocupa hoy a Viramontes y su equipo. “Es un sitio impresionante. Va a haber un evento en San Miguel de Allende y ahí voy a presentar los resultados de la investigación de Puerto del Cobre. Lo estoy trabajando con Magdalena García”.
Sin embargo, nos ofrece un adelanto exclusivo para El Periódico de Querétaro.
-Puerto del Cobre es un lugar precioso, un frente rocoso de 300 metros de largo y 10 o 15 metros de alto. Y tenemos más de dos mil motivos. ¿Cómo hacemos esto? Tenemos que hacer una documentación completa de cada uno de los soportes. Hay cosas que dentro del espectro de lo visible ya no se ven, porque están deteriorados, pero tenemos programas informáticos en donde sí se aprecian. Lo que nosotros no vemos, la computadora sí lo puede ver. Entonces hacemos una calca digital de cada uno de los motivos, son más de dos mil, le digo y eso nos lleva cinco y ocho meses de trabajo, sólo la calca.
A partir de ahí, agrega el antropólogo y arqueólogo, empleamos microfotografía para determinar técnicas de elaboración y diferencias. Por ejemplo ahí hay tanto pintura prehispánica como colonial. Si es un jinete a caballo, es colonial, pero hay cosas que no son tan claras. Entonces lo que vemos con la microfotografía en el sitio son las diferentes técnicas. A ver si quien pintó ese caballo usa las mismas técnicas en cuanto a producción o son nuevas. Después hacemos análisis de pigmentos para ver si son los mismos de los prehispánicos. Y ya al final nos metemos al asunto de la interpretación, que es lo más complejo. Primero tenemos que conocer la base. Todo lo que es la producción, ya luego nos vamos a lo último.
QUETZACÓATL EN QUERÉTARO
Frente a otra de las pinturas exhibidas actualmente en nueatro museo de historia, comenta “esto es totalmente mesoamericano. Aquí en Querétaro y Guanajuato pasó algo muy similar. Los primeros asentamientos mesoamericanos llegan 500 años antes de Cristo. Traen sus deidades. Ya es todo un complejo mesoamericano, Después llegan los teotihuacanos y reordenan todo. También traen sus deidades, lo más conocido es Quetzalcóatl, pero cuando cae Teotihuacan, abandonan esas zonas y son ocupadas por pequeños grupos que no se sabe muy bien de dónde son. Comparten la cerámica desde aquí hasta Ocampo, en Guanajuato, Pénjamo y parte de Hidalgo. Comparten la cerámica, pero ya no hacen figurillas humanas ni de animales; no se sabe por qué. Lo que representan en el arte rupestre, las pinturas y la cerámica, son espirales. La espiral es una síntesis de Quetzalcóatl como dios de la agricultura, aunque también de la lluvia, del viento y las nubes. Eso es lo que se representa ahí y lo que encontramos en los sitios.
¿Quetzacóatl?
-Ehécatl Quetzalcóatl, como deidad del viento pero también como una deidad acuática. Y vemos espirales, espirales, espirales. ¿Por qué? Porque el caracol es la expresión, el caracol cortado. Es complejo, porque aquí no vemos el dios Tláloc que es el dios de la lluvia por antonomasia. No vemos las figuras de los dioses. Vemos espirales, en cerámica, en ornamentos y en arte rupestre también. Mucho de esto lo encontramos por ejemplo en La Trinidad en Tequisquiapan, Cerro de la Cruz, Los Cerritos y también en Amealco.
LA IMAGEN DEL OTRO
-Todo es arte rupestre. Aún en la época colonial, con la mano indígena. Algo que no pasa en otros lados es que en esta región se sigue pintando durante la época colonial. Esto es colonial, estaban pintando la imagen del otro. La construcción del otro. De estos españoles que quisieron entrar al semidesierto. Y más tarde tenemos capillas, altares y la cruz es finalmente lo que reemplaza el arte rupestre porque los que conquistan y colonizan esta región no son españoles, son otomíes, en nombre de la Corona Española. Ellos vienen pero finalmente son indígenas. Realmente no les es ajeno el arte rupestre. Antes de que llegaran los españoles ellos también pintaban en cuevas, pero traen sus propias técnicas y otros íconos, son la cruz, las iglesias. Éste es muy interesante porque es un solo evento pictórico. Llegó el artista y en un solo día, no sé cuánto se haya tardado, pintó todo esto. Lo interesante es que aquí hay una cruz, pero esta iconografía es totalmente hispánica. Sí, el pintor fue indígena, pero hay ya un sincretismo entre lo antiguo, lo prehispánico y lo colonial. Una de las propuestas de Ana María Crespo, que trabajó aquí hace muchos años y ya falleció, es que esto refleja la fundación de un pueblo. Ella propone que es el pueblo de Victoria, en Guanajuato. Y, bueno, ya después se va haciendo más complejo y al final lo que encontramos son muchas glosas. “Aquí en el alto monte de la cueva santa…” Esto debe ser ya como siglo XVIII.
En pirámides de Oaxaca y de Ixtlán del Río, Nayarit, aparece la cruz en pirámides y se dice que representa los puntos cardinales.
LA CRUZ ES VENUS
-Sí, la cruz es muy antigua en todo el mundo. Está, por ejemplo, el Templo de la Cruz Foliada de Palenque. Es una cruz, pero con flores en los travesaños. No quiere decir que sea una cruz cristiana. Las cruces, a las que ellos le llaman de San Andrés, que son como la que se supone crucificaron a Pedro, de cabeza, pero es una cruz en forma de equis. Son también muy comunes aquí, pero en Mesoamérica , en el arte rupestre, son representaciones de Venus. Es un símbolo muy antiguo. En el arte rupestre es la cruz la que sustituye toda esa imaginería que hubo nueve mil años. Es sustituida básicamente por la cruz.
La mayor parte de las figuras que hay en el arte rupestre de esta región, explica Viramontes, tiene que ver precisamente con eso, ofrendas en los cerros, en las cuevas, en los abrigos rocosos. A veces las figuras humanas son muy masculinas, otras veces es nada más la representación de la vulva femenina, que es un símbolo antropológico universal que encontramos en todas las culturas del mundo.
Sin embargo, “muchas veces la figura humana es así, sin atributos sexuales, pero acompañada de otros elementos, a veces son círculos, a veces un águila, como ésta de unos cinco centímetros que fue hecha con un pincel especial muy delicado y quien la pintó dominaba totalmente la técnica. No toda la gente pintaba. Solo ciertos sectores de la sociedad podían subir y pintar porque no se trataba solamente de llegar y pintar sino había todo un ritual que iba desde pedir a las entidades permiso para traer los minerales, hacer el mismo mineral, pintar, todo esto implica una serie de rituales que hemos trabajado y publicado en otros textos”.
Luego no se entiende el fenómeno, porque en México estamos acostumbrados a que la época prehispánica termina con la caída de Tenochtitlán y a partir de ahí es colonial. En la Sierra Gorda no. En la Sierra Gorda durante 200 años más estuvieron los grupos indígenas. Dice un historiador apellidado Nava que era un manchón de gentilidad en el virreinato de la Nueva España. Y sí, realmente se puede considerar que se conquista la ciudad en 1742, cuando entra José de Escandón en la última expedición punitiva contra los chichimecas. Ahí ya se puede decir que culminó la conquista, pero mientras, toda la Sierra Gorda era indígena, con sus tradiciones indígenas.
LA NO FUNDACIÓN
Aquí le recordamos que el cronista de Querétaro, Andrés Garrido del Toral, ha negado la versión oficial de la fundación y comparte tal criterio: Si hubo tal batalla fue una batalla ritual en donde hubo acuerdo. Aprovechan que iba a haber un eclipse, pero no coincide con 1531 ni 1532. Hay un problema de fechas. Los documentos antiguos deben verse de una manera muy crítica, porque pudieron haberse en un tiempo distinto al que creemos. Por ejemplo, no podemos pensar que lo que escribió Sahagún es cien por ciento verídico. Es una visión de los indígenas y pueden ser visiones interesadas. Está el problema entre Tlachco y Querétaro, ¿no? Lo que nosotros le dijimos siempre a Lulú Samoano es que aquí en Querétaro no hemos encontrado una sola evidencia de asentamiento prehispánico. No, no hay. “Pero es que el documento lo dice, yo lo encontré”. Sí pero el documento fue escrito cuando hay un pleito entre los purépechas y los nhañú sobre quién se va a quedar con esta región. Hay un historiador que dice que es muy probable que Tlachco haya sido Taxquillo, no Querétaro, pero luego viene Sigüenza y canta las glorias de Querétaro, pero son documentos, no son hechos.
¿Lo más antiguo es El Cerrito?
El último asentamiento agrícola es El Cerrito, pero se abandonó en el 1100, no en 1500. Y luego nos dicen que La Cañada puede ser el juego de pelota. Y no lo hay. En la Sierra, hacia Tequisquiapan, sí hay, pero en el Valle de Querétaro no hay juego de pelota y tendrían que ser contemporáneos a la ocupación mexica, porque eran tributarios de la alianza, con Jilotepec.
Tiene mucho trabajo por realizar, le decimos al investigados. Otros 25 años.
-Esperamos que sí, jajaja. Es un tema que afortunadamente nos permite todavía hacer muchas cosas, porque es nuevo en los términos de la arqueología nacional. Nos permite estudiar desde diferentes perspectivas. Yo no sé, por ejemplo, como le hacen los de Teotihuacan. Hay como 50 arqueólogos metidos ahí y peleándose entre ellos, con hipótesis diferentes. Aquí somos 15 gatos en todo el norte. En México sí hay más investigadores, la mayor parte de ellos sin trabajo pero lo hacen por amor al arte. Lo interesante del arte rupestre es que no solo es un tema de arqueólogos. Antropólogos, historiadores y geógrafos, mucha gente puede aportar, desde la semiótica, por ejemplo, el lingüista, que no se dedican al tema de la conservación y de alguna manera trabajan el arte rupestre. Tuvimos un coloquio en octubre, aquí en el Museo Regional, con la participación de 77 investigadores de México y el extranjero. Y la mayoría no éramos arqueólogos. Eran antropólogos e historiadores, de la UNAM y otras universidades. Lo que digo es que sí, aquí hay todavía muchas cosas qué hacer, es todo un mundo por descubrir. Estos 25 años trabajando apenas si le rascamos la superficie.
EL GRAFITI NO FIFÍ
Y el grafiti de hoy en el barrio de San Francisquito, en donde están los concheros y en El Pueblito, insistimos.
Que quizá tenga que ver con esta cosa de la marginalidad de los descendientes indígenas, responde. Todavía en México, aunque decimos que no existe el racismo, México es profundamente racista. Yo pienso que tiene que ver con estas expresiones de lo indígena por la marginación. San Francisquito no es zona fifí ni El Pueblito, aunque ahora ya hay zonas residenciales. Para ellos son los ancestros, cuando se habla en términos indígenas, no de los abuelitos.
¿Y el término de arte rupestre?
-Esa es una discusión muy grande. Porque el llamarle arte rupestre, para los arqueólogos mexicanos durante mucho tiempo significó que eso pertenecía al estudio de la historia del arte, por eso se dejó de lado este tema. Porque, nos guste o no, nuestra idea del arte tiene que ver con el que se generó en el Renacimiento, que implica un goce estético, de entrada, y esto no tiene nada que ver con eso. No tiene nada que ver con nuestro concepto de arte. De hecho México es el único país del mundo el nombre oficial no es arte rupestre, sino manifestaciones gráficas rupestres, porque hubo una discusión muy álgida en los 80, en donde los investigadores, los prehistoriadores sobre todo que traían una tradición muy europea, decían esto no se debe llamar arte porque entonces no solo es un problema de denominación sino un problema conceptual.
CONCEPTO DE ARTE
¿Cómo vamos a concebir esta expresión? Se pregunta. Entonces son manifestaciones gráficas rupestres y muchos arqueólogos retomamos en su momento esta expresión. Aunque yo estoy de acuerdo en principio, hoy día ya no se sustenta porque decir arte rupestre es un concepto puente para mi. Si yo llego y traduzco al inglés Rock manifestation grafic, no van a saber de qué hablo. Pero si yo digo rock art, todo mundo va a saber a qué me refiero. Entonces yo pongo muchas veces la aclaración: este no es arte tradicional en el sentido que lo entendemos y quizá lo mismo pueda pasar con el grafiti. En principio no se trata de hacer arte, aunque Bansky es… pero parece que hay otras cosas detrás de ese tipo de personajes, pero vamos el grafiti en un principio no intenta ser arte, sino una forma de expresión contracultural que va contra los estándares que nosotros tenemos. Nuestras bardas deben estar bien pintaditas, bonitas. No. Ellos van ya las pintan y en principio no están haciendo arte; no creo que sea su motivación. Están diciendo que ahí están.
¿Cómo un manifiesto?
-Ahora, que en algún momento se va a convertir en arte. El tiempo lo dirá. Hay algunas cosas preciosas. Bellísimas. Dominan la técnica. Además dicen cosas que en lo general la gente puede entender. Mucho más fácil que una instalación.
¿Y hace nueve mil años no era para decir estoy aquí?
-Era para decir estoy aquí y estoy mandando un mensaje. ¿A quién?, bueno eso es otra cosa. Pero no era arte. Ellos no decían estoy aquí y miren qué bonito pinto. Además no les interesaba.
Era una comunicación.
-Sí. Incluso en el siglo XVIII no les interesaba que tan bonito les quedara la cruz pintada en la cueva. Aunque hay que establecer que sí hay un principio estético. Por ejemplo, en un ritual indígena si bien no quieren que todo sea bonito, una estética indígena, Estética al fin. No es para la contemplación, pero lo es. O sea, el arte desde un punto de vista antropológico. Es una línea de investigación que hemos trabajado, en donde no es el arte occidental moderno que entendemos. Es otro tipo de arte al que le llamamos así porque tiene una cierta estética que va en función de códigos rituales, más que de códigos academicistas.
MUCHO POR DESCUBRIR
Y hay mucho todavía por descubrir.
-Sí. Hay muchísimo. En Querétaro tenemos aproximadamente 1260 sitios registrados oficialmente. Hay un registro que estamos obligados a hacer, pero es muy probable que el número de sitios arqueológicos sea el doble, por lo menos.
Hablábamos de más de 250 sitios de arte rupestre registrados en esta región. Y ¿qué tan importante es el número en el contexto nacional?
-Mucho. Decimos registrados en donde ya fue un arqueólogo, levantó una cédula y la inscribió en el Registro Público de Monumentos, tenemos en el país poco más o menos cuatro mil 100 sitios. Seguramente existen muchísimos más. Tomando en cuenta que en Tamaulipas no hay arqueólogos. En Nuevo León hay dos. En Chihuahua tres.
¿Y aquí?
-Aquí somos muchos. Somos siete arqueólogos. Es la ventaja de Querétaro. En muchos otros estados no los hay.
RITOS CHAMÁNICOS
Hay algunas grietas en donde trabajaban. Como que se ocultaban, ¿no?
-No. Más bien pintaban en las grietas para aprovechar la topoformas de la roca. Para nosotros la roca es una superficie. Para ellos no. Es el umbral para acceder al mundo que está adentro. Es una superficie viva. Por ahí hay un relato de un arqueólogo que va a visitar un sitio de arte rupestre en Arizona con informantes indígenas. Y ve en el piso un tocado y algunas cosas de la parafernalia ritual del chamán. Oye ¿por qué abandonaron estas cosas? No, no está abandonado. Lo que pasa, le dicen, es que el chamán está haciendo un ritual dentro del cerro y cuando salga recogerá sus cosas. Por lo pronto está allá adentro, no está abandonado. Siguen pensando que adentro del cerro viven los ancestros. Y aquí en El Zamorano, hace unos dos años, acaba de llover, fue una temporada de lluvias impresionante, y estábamos subiendo un con un joven güerito, de ojos claros, pero ranchero. Era de por ahí. Y entonces vamos subiendo y nos dice ¿saben qué? Va a llover, mejor vámonos. ¿Por qué? Porque El Zamorano está lleno de agua y puede explotar y va a venir el diluvio. Entonces en ese momento me acordé que Sahagún dice que el Tlalocan se encuentra en un cerro, los cerros son como grande vasijas llenas de agua que en algún momento va a reventar y va a venir el diluvio. Lo pensaban en el Siglo XVI los indígenas de México y lo piensan hoy los habitantes de esas zonas. Y entonces piensa uno ¿quién es indígena el que es de tez oscura o el que piensa como indígena. El color no tiene nada que ver, sino cómo interpretas el mundo, Este joven güerito de sus ancestros seguramente del siglo XIX o XVIII piensa como los indígenas otomíes que creen que El Zamorano está lleno de agua y esa agua se comunica con el Océano. Siguen pensando lo mismo. Y que adentro viven los Tlaloques. En náhuatl son los tlalocas o los chaneques en el área maya. En todas las zonas indígenas siguen viviendo estos pequeños seres que ayudan a Tlaloc a llevar la lluvia. Es muy interesante.
Hasta aquí la entrevista que mucho agradecemos al arqueólogo y antropólogo Carlos Viramontes Anzures, el investigador mexicano –y ya queretano- dedicado desde hace aproximadamente 30 años a estudiar el arte rupestre, un tema “muy nuevo” en nuestro país que hoy nos revela el INAH en la exposición “Tierra habitada”, a través objetos, fotografías y video, en nuestro antiguo Museo Regional, ubicado en la Avenida Corregidora, a un costado del Templo de San Francisco, Centro Histórico de Querétaro. De martes a domingo. No se lo pierda.