ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
En la semana pasada se publicó la Estrategia de Transición para Promover el Uso de Tecnologías y Combustibles más Limpios por parte del gobierno federal y cabe destacar que hay una efervescencia en la discusión pública con distintas lecturas, por ello me permitiré hacer citas textuales para que el lector tenga la información primaria y juzgue dicha política pública.
Así las cosas, el documento señala que “Las políticas y acciones de la presente estrategia parten de la aplicación de las mejores prácticas internacionales, de los programas existentes y de las recomendaciones hechas por expertos en el sector, todos ellos bajo los tres objetivos establecidos para la misma:
- Establecer las metas y la hoja de ruta para la implementación de las metas de eficiencia energética y energías limpias.
- Fomentar la reducción de emisiones contaminantes originadas por la industria eléctrica.
- Reducir bajo criterios de viabilidad económica, la dependencia del país de los combustibles fósiles como fuente primaria de energía.”
Desde marzo del año pasado se criticó la compra del gobierno federal de carbón, y se dijo que México recaía en la energía sucia, no obstante, el uso del carbón no se había dejado, pues en la matriz energética significa un 10%, entonces de lo que se trata no es de volver a usarlo, sino de apuntalar la demanda ya existente. Así también, en septiembre del 2019 se criticó que el presupuesto para el 2020 se incrementaba para seguir explorando pozos de hidrocarburos con la técnica de fracking, y por último se han hecho señalamientos en el sentido de que la matriz energética del país dependiente de combustibles fósiles continuará, pues se plantea el proyecto de la refinería de Dos Bocas.
Sin embargo, en esas fechas aún no se contaba con la Estrategia que ahora analizamos y la cual establece en sus líneas de acción lo siguiente:
“Las líneas de acción de la Estrategia tienen los siguientes propósitos:
A. Resolver los problemas identificados que obstaculicen el cumplimiento de las metas de energías limpias y eficiencia energética.
B. Reducir bajo condiciones de viabilidad económica, la contaminación ambiental originada por la industria eléctrica.
C. Reducir la dependencia del país de los combustibles fósiles como fuente primaria de energía en el mediano plazo.
D. Promover el cumplimiento de las metas de energías limpias y eficiencia energética.
E. Promover el desarrollo futuro de las energías limpias como un elemento que contribuye al desarrollo y bienestar socioeconómico del país.”
A ello, el documento agrega tres vertientes de la estrategia:
- Ahorro y uso eficiente de energía.
- Aprovechamiento de energías limpias.
- Desarrollo de infraestructura integradora.
- Durante todo el documento, no hay nota alguna sobre el uso del carbón y el empleo del fracking, y más bien, en el capitulo de las conclusiones se dice enfáticamente lo siguiente:
- “En general, el ejercicio realizado para el diseño de la presente Estrategia identifica, de manera muy particular, cinco procesos:
- El cambio de la arquitectura del sector eléctrico de un sistema con plantas grandes y centralizadas a uno que integra cabalmente a pequeños generadores ubicados en los puntos de consumo, alimentados por energías limpias y apoyados por sistemas de almacenamiento.
- La creciente integración de todas las partes del sistema eléctrico (la generación, la transmisión, la distribución y el uso final) y de los sistemas de transporte a través de las tecnologías de la información y la comunicación.
- La mejora continua de la eficiencia energética de equipos y sistemas.
- Un significativo incremento en el uso de la electricidad con fuentes limpias como la energía que mueve al transporte.
- Un proceso de densificación de las ciudades que reduce las necesidades de movilidad.”
Y en cuanto a las energías limpias, la estrategia reafirma las metas ya contempladas en la Ley de Transición Energética, establecidas en el artículo tercero, que fija como meta una participación mínima de energías limpias en la generación de energía eléctrica del 25% para el 2018, del 30% para 2021 y del 35% para 2024. Lo que también significa, ratificar los compromisos internacionales de México suscritos en la Conferencia de París.
Lo que aún falta y queda como vació, es la distribución de competencias, pues es necesario darle participación a los estados, lo cual aceleraría la transición.