ENTRE LINEAS
La caída de Evo Morales ha puesto al descubierto dos realidades, o mejor, dos interpretaciones de la realidad, totalmente distintas: la de la derecha golpista y la de la izquierda mexicana. Ambas visiones se han expresado con una virulencia cada vez mayor. La conferencia de prensa de Jorge Quiroga, Delegado Presidencial en Defensa de la Democracia ante la Comunidad Internacional (Sic), es la culminación de una visión de la realidad de la derecha boliviana, totalmente opuesta a la visión mexicana del gobierno de López Obrador.
¿Quién es este vocero de la defensa de la democracia? Jorge Fernando Quiroga Ramírez, llamado también el Tuto Quiroga, fue presidente de Bolivia en 2001-2002, líder del partido de derecha Acción Democrática Nacionalista (ADN), que presidió inmediatamente después de la muerte de su fundador el ex presidente golpista Hugo Banzer (Recordar el Plan Cóndor entre dictadores sudamericanos para reprimir a la izquierda latinoamericana, en los años setentas del siglo pasado, que llevó a la muerte a más de 30 mil ciudadanos) de quien fue sucesor también en la presidencia de este país en 2001. Es un representante típico de la burguesía boliviana, con estudios en universidades estadounidenses y trabajo en empresas como la IBM, obviamente aliado de Estados Unidos. Al frente de PODEMOS (Poder Democrático y Social) Tuto Quiroga perdió en 2005 frente a Evo Morales, en que obtuvo sólo el 28,62% de los votos. Su discurso agresivo e insolente, como lo demuestra en la conferencia de prensa, es el discurso de la derecha boliviana. Un discurso visceral que exhala el rencor y el odio de un racista y un golpista contra un gobierno democráticamente electo.
El hecho de que no se pudiera llevar a juicio a Hugo Banzer por crímenes de laesa humanitas no lo exime de responsabilidades. Pues el Tuto Quiroga es su sucesor, lo que lo obliga a tapar este pasado oscuro con diatribas contra un presidente de izquierda como López Obrador electo por una abrumadora mayoría de votantes mexicanos.
La derecha boliviana está molesta porque en una mañanera López Obrador se refirió al gobierno de Jeanine Áñez como un gobierno de facto. Pero si no se llevaron las formalidades constitucionales después de la renuncia de Evo Morales, como la necesaria aceptación de la renuncia de parte del senado y posteriormente la toma de protesta del presidente sustituto, es claro que el senado boliviano nunca aceptó la renuncia de Evo Morales, quien sigue siendo presidente hasta el fin de su mandato el 22 de enero de 2020. La banda presidencial se la puso un militar a Jeanine Áñez, no un senado que nunca tuvo quorum para efectuar la transmisión del poder. Por eso es un gobierno de facto, no es constitucional.
Ni México, ni Bolivia firmaron la Convención de Montevideo sobre asilo, por lo que no es exigible el cumplimiento de un tratado nunca firmado por ambas partes. El hecho de que a Evo Morales se le hayan dado facilidades para comunicarse con lo bolivianos del MAS, tiene muy enojados a los golpistas. La sobrevivencia política de Evo Morales les preocupa porque en las próximas elecciones puede volver a ganar el Movimiento al Socialismo (MAS). El heroico rescate de Evo Morales de parte de México frustró las pretensiones de eliminarlo (la derecha no tiene miramientos jurídicos o de Derechos Humanos), de ahí la virulencia contra López Obrador.
Es contradictorio que Tuto Quiroga hable de servilismo de López Obrador frente a Estados Unidos, cuando el derrocamiento de Evo Morales lo orquestó Estados Unidos, con el apoyo de la OEA para apoderarse del litio boliviano. Bolivia no está pegada a Estados Unidos ni tiene la historia de intervenciones militares estadounidenses como la tiene México, aunque los golpes de estado en ese país los ha patrocinado invariablemente Estados Unidos ¿Quién es servil de quién? La política exterior de México tiene una relación asimétrica con Estados Unidos, pero ha demostrado grados de mayor independencia relativa frente al poder estadounidense como ningún otro país latinoamericano. Sólo hay que recordar los casos de Cuba (1962 y 1964) y de República Dominicana (1965) en que México se opuso a la presión estadounidense en la OEA. Ahora, con López Obrador, México se retiró del Grupo de Lima (de la OEA), orquestado por Estados Unidos y la OEA para atacar al gobierno constitucional de Venezuela. Eso no es servilismo, es una política exterior independiente. Por eso la realidad leída por el Tuto Quiroga es diametralmente distinta. Acusa a López Obrador de sometimiento a Castro, cuando Fidel Castro ya murió y su hermano ya no es presidente de Cuba, habla como si estuviera en los setentas del siglo pasado cuando Hugo Banzer instrumentaba el plan más criminal contra la izquierda latinoamericana, el Plan Cóndor. La nostalgia y la criminalidad de la derecha boliviana. Lanza acusaciones como la del supuesto financiamiento de la campaña de López Obrador por Hugo Chávez sin una sola prueba, para que nos olvidemos de Hugo Banzer, trae a los Hugos en la cabeza.
La embajada mexicana está en riesgo real de intervención policial o militar de parte de Bolivia, los golpistas exigen la entrega de cuatro asilados acusados mucho después del otorgamiento del asilo de parte de México. No se los entregará porque su vida corre peligro y México sí respeta la institución del asilo diplomático. La fuerza bruta contra el Derecho. En lo inmediato pueden obtener lo que buscan violando el Derecho Internacional y mancharse más de sangre. Pero la prudencia y la diplomacia de México harán su trabajo.
A falta de argumentos Tuto Quiroga recurre a las acusaciones Ad Hominem, trata de descalificar a Marcelo Ebrard llamándolo candidato prematuro, como si su labor la hiciera por perseguir una candidatura dentro de cinco años, no porque es la defensa de la política exterior mexicana.
La lectura de la realidad no puede ser más dispar que la que se expresa por una derecha anclada en el pasado golpista de Hugo Banzer y una política exterior revitalizada como es la del gobierno de López Obrador.