SERENDIPIA
Donald Trump es el tercer Presidente que enfrenta un juicio político en Estados Unidos. Richard Nixon renunció antes. Andrew Johnson y William Clinton fueron absueltos en el juicio en el Senado.
En México este proceso no ha alcanzado a ningún Presidente y se ha restringido a unos funcionarios que pueden contarse con la mano.
Entre estos se encuentran Jorge Díaz Serrano, ex director de Petróleos Mexicanos en la era de José López Portillo y Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social en el gobierno de Enrique Peña.
Como ha sucedido con otros instrumentos de ley, el juicio político se ha pervertido y desgastado en México, empleado más como un instrumento de ajuste de cuentas entre políticos caídos en desgracia, que como un recurso efectivo e imparcial para castigar abusos en el poder.
El miércoles, luego de una semana del arresto de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública acusado de recibir sobornos de los cárteles del narcotráfico, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que si los ciudadanos lo exigían por medio de una consulta, el expresidente Felipe Calderón podría ser investigado. A mi entender no se necesita la consulta para determinar si Calderón debe ser investigado.
A diferencia de episodios ignominiosos en los que existen vacíos de memoria importantes, como la matanza de estudiantes en Tlatelolco de 1968, o la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, la guerra contra el narcotráfico de Calderón es un tema atravesado por informes oficiales, datos verificables y protagonistas vivos cuyas versiones podrían ayudar a comprender el rompecabezas de las decisiones y errores en el ejercicio del poder que condujeron a una guerra de 300 mil muertos y más de 30 mil desaparecidos.
No basta con investigar a Calderón. El desangramiento del país exige una indagatoria posible, limpia y puntual, para responder preguntas en el tema de la violencia.
¿Con base en qué diagnósticos Calderón decidió la ofensiva contra los cárteles? ¿Cuál fue la participación y la responsabilidad de dos gobiernos de Estados Unidos? ¿Por qué la guerra continuó pese a todos los indicios de derrota? Al promover una cooperación sin límites ¿el gobierno de Calderón cedió soberanía a Estados Unidos?
Una de las condiciones que puso Calderón fue que en México no hubiera soldados de EU, como en Colombia.
También excluyó la donación de armas exclusivas, como recordaba la Embajada de Estados Unidos hace un par de días. Durante los primeros años las entregas incluyeron helicópteros, monitores y equipos para desarrollar la capacidad de instituciones del sector de seguridad y justicia, y enfrentar a la delincuencia organizada transnacional.
Por medio de una comisión de la verdad, o investigación desde el aparato público, el gobierno del presidente López Obrador tiene la posibilidad —la responsabilidad— de llamar a declarar a los funcionarios involucrados en la guerra.
La dimensión de la tragedia exige esclarecer las decisiones y las políticas públicas detrás de uno de los episodios fatídicos de la historia reciente.