VÍCTOR ROURA / NOTIMEX
Las cuatro vertientes de la canción
Nacido en Querétaro el 15 de diciembre de 1949, Mario Arturo Ramos es curiosamente un hombre del norte de la República. En Tijuana, por ejemplo, siempre lo recuerdan como de los pioneros de los talleres literarios.
-¿Primero fueron las letras y luego su musicalidad interior?
-La fusión de la poesía y la melodía en la construcción de la canción es eterna. Me parece que a lo largo de la ancestral historia de esta expresión artística del hombre sus caminos se unen, se separan, se vuelven a unir en un movimiento sin fin. Una muestra reciente es el reconocimiento literario a un autor/compositor: Bob Dylan. Claro, en mi oficio de autor de canciones primero fue la poesía, textos que en los primeros pasos por la canora expresión se convirtieron en canciones, con música de Guadalupe Trigo: “Mi poeta de Cristal”, “Gabriela Mistral”, “Con la música en las manos”, y con melodía de Felipe Bojalíl Garza: “Oda a una niña”. Fueron noches tijuanenses de final de la primavera de 1972. En ese entonces participaba en el Taller de Poesía de la Universidad Autónoma de Baja California junto a talentosos poetas emigrantes / oriundos, navegaba entre metáforas, figuras, ritmo, poemas en el inicio geográfico de América Latina.
“Como ya he señalado, mi acercamiento a la música fue con los acordes encantados que brotaban de la guitarra mágica de Trigo y las melodías de Felipe. Mi acercamiento a la canción popular fue veloz y lleno de intensas vivencias. Descubrí que en ella existían cuatro vertientes principales.
“La canción artística, la que responde y obedece a reglas estéticas, como todo arte. Como todo resultado artístico, poco le importa si es popular o no. Lo que es fundamental es su ceración, ejecución, interpretación, que tiene que ver con la belleza. Es posible que sea la menos reconocida; sin embargo, creo que su existencia es vital, que sin ella las otras tres tendencias perderían esencia.
“La canción educativa, la que comparte conocimientos o enseña procesos elementales. Ejemplos: dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis… o las que enseñan otros idiomas: pollito / chicken, gallina… He pensado en la necesidad de tener un estudio estadístico de cuántos con el rock and roll aprendieron inglés y otros idiomas.
“La canción testimonial o histórica, como los corridos, o las canciones de la República Española, o la panfletaria, por sólo mencionar algunas ramas. Ellas cuentan lo que la historia oficial no hace, entonces puede tener pocos valores, estéticos o educativos, pues lo que la distingue es su fuerza narrativa.
“Y la cuanta, que en los últimos cien años ha predominado, es la canción industria o espectáculo, cuyo único fin es vender, satisfacer a una sociedad de consumo alentada por los medios de difusión: radio, televisión, cine, Internet, etcétera. En esta modalidad no importan valores estéticos, educativos, narrativos/históricos. Su existencia se mide por las ventas, y una industria poderosa económicamente y de plazas de trabajo dicta su quehacer”.
Los gremios insolidarios
-En los años setenta el mundo de la composición en México lo dirigía, como si fuera un cacique, Carlos Gómez Barrera. Nadie se le oponía, excepto gente como Raúl Lavista, Guadalupe Trigo o usted. La lucha fue ardua, incluso la muerte de Guadalupe Trigo, en 1982, fue en circunstancias muy extrañas. Usted ha sido golpeado literalmente por estas fuerzas oscuras del sindicalismo oficial…
-Los gremios que agrupan a creativos, llamados sociedades autorales, viven en medio de dos visiones que marcan su existencia. Pocas instituciones escapan a la controversia entre los que los consideran empresas de cobranzas y los que plantean que deben ser entidades colectivas que tengan como fin el mejoramiento de sus agremiados y de la cultura nacional. Se ha impuesto (desde la época que citas de Gómez Barrera, director general de la SACM) la de ser una empresa. En el choque de estas dos posiciones la vida me colocó del lado de los que creían en el gremio. Ellos: Lavista, Pepe de la Vega, Trigo, Alfonso García y otros, y, como tal, receptor fui de presiones y otras calamidades
Las posibilidades comunicantes
En efecto, las puertas de la Sociedad de Autores y Compositores de México se cerraban con brusquedad a todo aquel que se opusiera a la dirigencia que había puesto (impuesto) sus límites de tolerancia. Mario Arturo Ramos no era bien visto por aquellos lares (a un costado de la Cineteca nacional en la Ciudad de México), entonces.
-Con Roberto Cantoral se prosiguió el mismo camino usado por Gómez Barrera en la Sociedad de Autores y Compositores de México. Usted de nuevo fue maltratado. ¿El orbe de la música en el país tiene también sus raíces ancladas en la vieja práctica de la corrupción?
-A principio del tercer milenio y después de acuerdos de asambleas represoras y de múltiples pasajes judiciales, decidí dejar de ser socio (por suspensiones de mis derechos, expulsiones, juicios, tal y tal) de la entidad autoral. Pensé que sería raro que en un sistema nacional que era denunciado por haber creado formas de corrupción inimaginables, la entidad estuviera alejada del poder. Pero no. Bajo esta perspectiva, entonces eran lapidarios los votos del compositor Juventino Rosas, quien falleció en el siglo XIX pero en los noventa del siglo pasado votó a favor de las propuestas del presidente de la mesa directiva de la SACM… ¡para sancionarme! Entonces llegó el momento de dejar a un lado la vida societaria y su forma de administración; cambiar de aires, buscar otros caminos. Desde luego, confío en que el espíritu solidario de los que lucharon contra los “líderes” inamovibles del pasado reciente continúe en socios que quieran preservar la libertad de expresión, el pago justo de sus regalías de autor que cobre la entidad sin descuentos onerosos, y de forma transparente, reducir el alto salario a directivos y ejecutivos y aplicar medidas austeras a los gastos ostentosos de representación, y que los ahorros sean en beneficio de la cultura nacional en la rama que le toca, la música. Sueño guajiro. Porque una constante, en la mayoría de creadores, intérpretes y ejecutantes, es la competencia por alcanzar fama y reconocimiento público.
“Con Trigo hice mucha obra. Mi repertorio cuenta con más de 50 canciones con su coautoría, todas para mí inolvidables: ‘¿La Infancia’, ‘¿Te lo juro, corazón’, ‘Es mejor así’, ‘Caminos de mi pueblo’, ‘Te apuesto lo que quieras’, ‘Marisa’, ‘Guillermina’, ‘¿De qué te sirve la tristeza?’, ‘Amor, te extraño’, ‘El hombre público’, ‘Este amor’… y ufff…
“Con otros compositores tengo la suerte de compartir canciones. Menciono algunos: Arturo Cipriano, Roque Carbajo, Eduardo Magallanes, Kiko Campos, Mario Patrón, Jesús Monárrez, Federico Víctor, Sergio Esquivel, Alejandro Corona, Chamín Correa, Alberto Ángel El cuervo, Roberto Cárdenas, Jorge Casarín Budiño, Ignacio González Murillo, el ya mencionado Felipe Bojalil Garza, Benito Castro, Lucho Neves… Me gusta mucho el ambiente cancioneril, su atmósfera, sus historias, su posibilidad comunicante que rompe lógicas y predicciones. Entonces al cumplir siete décadas continúo enamorado de la poesía y de la canción popular”.
Dos libros inéditos
Mario Arturo Ramos es de los intelectuales, y no me cabe ninguna duda, que más sabe de la historia de la música en México. Y tiene anécdotas con todo el mundo, lo mismo escritores que músicos.
-¿Por qué no escribir un libro con todo el conocimiento
adquirido?
-Gracias, Víctor, por la inmerecida clasificación. Cuarenta y ocho años en la canción popular me han llevado por procesos dialécticos, entre desengaños y logros, sin embargo la síntesis es la propia canción. Durante muchos años en diferentes publicaciones he tratado el tema con dos vertientes: Los personajes de la música nuestra, en el que en 100 textos trato la parte esencial del canto, los seres que la crean, difunden, ejecutan, interpretan y algunos sucesos que en este camino han impactado el gusto melómano, que forman un libro que ha quedado inédito pero que siempre se revitaliza. Y un segundo volumen que, igual que el anterior, se ha construido con artículos publicados en diferentes periódicos intitulado El largo viaje de la música nuestra, que habla de origen, géneros, estilos… Los dos son inéditos. Debe ser porque no he tenido el tiempo o la voluntad de salir en busca de editor.
-Cumple siete décadas de vida. ¿Qué no hubiera hecho y qué volvería a hacer en su larga y productiva trayectoria autoral?
-Siempre faltan cosas por hacer, más talleres de composición, divulgar derechos y obligaciones de los autores/compositores, lograr formas más justas para tener una canción autentica, fuera de imposiciones industriales o sociales que la llevan como único fin al aplauso y el hit efímero.
-¿Por qué no publica más poesía? ¿Cuántos libros ha escrito en su totalidad y cuántos ha publicado? ¿Cuál es el libro que lo ha iluminado en su carrera?
-He publicado Rutinero e la Universidad Autónoma de Querétaro, la pequeña plaqueta Con angustia roja en la Universidad Autónoma de Sinaloa, Los rincones de la sed en Ediciones del Ermitaño y está aún inédito Los pregones del éxodo. He publicado en libros colectivos y suplementos culturales algunos textos de poesía. Siempre recuerdo a poetas y sus textos, como Armando Tejada Gómez, Pablo Neruda, Efraín Huerta, Mario Benedetti, Saúl Ibargoyen, Raul Rincón, Alonso Vidal y tantos otros. Sin embargo, a temprana edad mi cercanía con los poetas Rafael Andrade. Salvador Alcocer y Ramón Martnez Ocaranza (michoacano ejemplar, docente, lingüista, autor) fueron vitales. Sin sus regaños y enseñanzas no me hubiera iniciado en el camino de las letras.
“La poesía (no deseo sonar presuntuoso) es una constante en mi existencia. Sin embargo, me tuve que plantear cómo llegar a más receptores, tomando en cuenta sobre todo que el lenguaje no me pertenece… pero sabiendo que como vaso comunicante tiene compromisos inherentes a su emisión oral o escrita, hallé en la vieja madre común: la canción, el elemento ideal para lograr el objetivo (aunque no siempre)”.
Más rigor literario
Cuando Armando Manzanero canta “Voy a apagar la luz”, una composición suya, en realidad, por cuestiones de oralidad práctica, está diciendo “voy a pagar la luz”. Porque la sinalefa desaparece melódicamente la “a” de apagar la luz. Y Mario Arturo se pregunta:
-¿En qué sucursal, compadre?
Porque, luego, las canciones adquieren otros sentidos. Por eso se debe tener excesivo cuidado en las composiciones (Alberto Cortez, un meticuloso autor de canciones, también cometió algún dislate involuntario: “Mi árbol y yo”, por ejemplo, dice Mario Arturo, menciona la palabra, sin querer, “miar”, que en una canción salta de inmediato.
-Sé que no puede existir un modelo ideal de letras en la canción popular, porque lo mismo hallamos versos perfectos en soneros como Arcadio Hidalgo o en piezas de José Alfredo o de Francisco Gabilondo Soler. ¿Habrá alguna máxima aspiración en el quehacer literario de los hacedores de canciones?
-¿Qué creo que debe tener una buena letra de canción? Bueno, forma una unidad con el ritmo, la melodía para dar forma al canto popular: por sí solo el texto solamente es motivo de lectura ya sea para comunicarlo oralmente (como la declamación) o para el diálogo a través de la página con el lector. En la canción la letra, el tema, las imágenes, las figuras, los lugares comunes llegan auditivamente a los escuchas. No hay tiempo de pensarlo, como sucede en la lectura. Por el lenguaje se vuelve un hecho sonoro. Tienen que coincidir los acentos melódicos con los gramaticales. Deben revitalizarse los temas amorosos, que predominan en la canción mexicana, con nuevas figuras literarias, nuevas formas de abordarse, tratar de que se encuentren inmersos en el texto elementos poéticos. Hay que salirse de la fórmula de tus ojos, tus narices, tu cintura, tu pelo, etcétera. Las canciones necesitan más rigor literario.
Sobre la indiferencia cultural
Por último, hablemos de periodismo cultural.
-Dirigió por casi una década el periódico cultural La Voz del Norte para divulgar hechos y aconteceres sobre todo de Sinaloa, de donde procedía la inversión, ¿qué experiencia le ha dejado la producción de la prensa cultural?
-De 2010 a 2019 participé en ese periódico. La publicación era editada en Mocorito, pueblo mágico llamado la Ateneas de Sinaloa por su prosapia cultural. Nació en 1903 impulsado por un periodista originario de Lagos de Moreno, Jalisco: José Sabás de la Mora. Tuvo su primera etapa de 1903 a 1911, año del fallecimiento de su director fundador. Continuó en manos de su viuda y al inicio de los treinta del siglo pasado dejó de aparecer. A principios del tercer mileno un grupo de habitantes publicó un folleto al que tituló Voz del Norte (la considero la tercera etapa) en 2010. Después de hacer algunas actividades artísticas/culturales con la Asociación Doctor José Ley Domínguez se me invitó a formar parte de la cuarta etapa del informativo. El presidente de dicha la asociación cultural es el ingeniero Carlos Antonio Sosa Valencia, cuyo lema con el que se inició esta época fue “De Mocorito para el mundo, del mundo para Mocorito”. La idea y objetivo fue promover y difundir el quehacer cultural de la zona y de otras partes: la creación cultural es inherente a las mejores actividades de la humanidad. Ese era el principio. En julio de este año, por motivos personales, decidí dejar mi cargo en La Voz del Norte. Sus directivos, amablemente e inmerecidamente, me nombraron director emérito. En esta cuarta etapa el primer director fue Juan Avilés, al tiempo en que yo me quedaba como encargado de la dirección (siempre he pensado que La Voz del Norte, por identidad, debe ser dirigida por un sinaloense: en los siguientes números del informativo el director general fue el ingeniero Sosa).
“Creo que estos años fueron una experiencia inolvidable. Me permitieron convivir y leer a brillantes exponentes culturales del país y de otras latitudes. El periódico es patrocinado y sigue publicándose bajo el patrocinio de la Asociación Doctor José ley Domínguez y de algunos anunciantes, lo que le permite conservar su condición de edición gratuita”.
-Hoy en día el periodismo cultural cada vez va siendo eliminado de los medios de comunicación, ¿a qué cree que se deba: a intereses meramente económicos de los dueños, a una desidia generalizada de los periodistas, a una indiferencia del Estado mexicano, al triunfo insoslayable de los nuevos métodos
electrónicos…?
-Sí creo que hay una tendencia (lamentable) en los grandes propietarios de los medios informativos a reducir la información de la fuente cultural. Se arguyen motivos económicos y el poco universo de lectores. El Internet y todos sus satélites (redes sociales… tal y tal), por un lado, son una opción en el mundo virtual para mitigar esta situación. Y, por otro lado, el generoso caudal informativo del mundo virtual hace que muchas veces la promoción, difusión, incluso opiniones diferentes sobre la valoración estética de las obras, se
diluyan.
“Por lo tanto, pienso que el periodismo y los periodistas son un hecho cultural necesario. Y ahora les corresponde adaptarse y transformarse según su propia condición socio/cultural. Miguel de Unamuno decía que la cultura es todo lo que no es natura. La realidad nacional día a día se pregunta: ¿hay indiferencia del Estado mexicano al proceso cultura? Y la contestación se da también día a día…”
La culpa la tiene Cri Cri
Grillas aquí y allá, en el trabajo, en los sindicatos, en los gremios, en las escuelas, en las familias, en los amores, en las amistades, en las políticas. Vaya estado de cosas.
Habría que hacerle un gigantesco monumento como orientador vocacional del país a Cri Cri ?dice Mario Arturo en uno de sus acostumbrados, y comunes, ingenios humorísticos.
¿Qué tiene que ver don Francisco Gabilondo Soler en estas mezquindades cotidianas?, ¿por qué levantarle un monumento por esta ingrata situación? ?pregunto, ingenuo, a Mario Arturo
Ramos.
Porque aquí todos somos grillos…
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