EL CRISTALAZO
Apenas ayer esta columna publicó la siguiente reflexión e hizo una pregunta válida también hoy.
Revisemos el texto a la luz de la más notable de las muchas amenazas pronunciadas (en plena campaña preelectoral), por el presidente de Estados Unidos: catalogar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas y de paso de inútil al gobierno mexicano para lidiar con ellos.
“…Y ahí va Marcelo a la mañanera. Se envuelve en la bandera (como no lo hizo con la política migratoria, dócil y sumisa hacia Estados Unidos) y responde con singular modulación de patriota ofendido:
“…El canciller Marcelo Ebrard consideró ayer lunes innecesario calificar de terrorismo la actividad de los cárteles del país como pidieron al gobierno de Estados Unidos familias mormonas víctimas de la masacre del 4 de noviembre.
“El fin de semana, integrantes de la familia LeBarón pidieron al gobierno estadunidense calificar de terroristas a los narcos.
“En una misiva, que se puede leer en el portal Petitions White House, se hace referencia a que los cárteles mexicanos “controlan el flujo de opioides, heroína, metanfetaminas, cocaína, fentanilo” que se introducen de contrabando a Estados Unidos.
“Con recursos aparentemente ilimitados, ha resultado casi imposible detenerlos. Dirigen las principales redes de trata de personas. Secuestran y extorsionan con casi total impunidad. Sus actos -desenfrenados de violencia y asesinato han invadido nuestras fronteras y creado una crisis internacional”, dice el texto.
“Alerta de que estas agrupaciones buscan “poder político” para crear un “narcoestado” y termina diciendo: “¡Son terroristas…!
Esa fue la reflexión y al final de esto, la pregunta:
“…A raíz de este hecho, en la rueda de prensa de ayer desde Palacio Nacional, el canciller habló del concepto de “narcoterrorismo” y recordó que éste tiene una implicación y un impacto jurídico internacional.
“Hay una legislación norteamericana que posibilita que cuando se declara, se determina, a un grupo como terrorista, entonces se invocan estas disposiciones para actuar de manera directa”, dijo.
“Pero esto, por supuesto, México jamás lo aceptaría”.
“A la luz de estos argumentos uno se puede preguntar, ¿sirvió de algo la demagogia de El Paso?
El tiroteo en El Paso fue el agosto de este año, a principios del mes. Ayer, Donald Trump dijo esto, y la fecha es importante, ahora veremos por qué:
“…Donald Trump, presidente de Estados Unidos, aseguró que designará a los cárteles mexicanos de la droga como organizaciones terroristas por el tráfico de sustancias prohibidas y de personas.
“Trump hizo este anuncio en una entrevista difundida en el sitio web del periodista conservador -Bill O’Reilly, luego de que a principios de noviembre llamara a una “guerra” contra los cárteles tras el asesinato de nueve mujeres y niños de una comunidad mormona radicada en el norte de México.
— ¿Va a designar a esos cárteles en México como grupos terroristas y comenzar a atacarlos con drones y cosas así? —le preguntó O’Reilly.
—No quiero decir lo que voy a hacer, pero serán designados. No digo lo que quiero hacer —respondió.
“Voy a designarlos, sí, absolutamente; he estado trabajando en ello durante 90 días. Las designaciones no son tan fáciles, hay que pasar por un proceso y estamos en medio de este proceso”.
Los 90 días de Trump, tiempo en el cual ha preparado esta declaratoria de terrorismo en contra de los cárteles mexicanos, en el anuncio a su vocero oficioso, Bill O´Reilly, es —casualmente— el plazo comprendido entre el 6 de agosto y el mes en curso.
Es decir, cuando Marcelo Ebrard clasificó unilateralmente desde México los actos violentos de Texas como acciones terroristas para la legislación mexicana (ni siquiera decorativa en Estados Unidos), dio un paso imprudente y “amateur” en las relaciones bilaterales.
Y aun hizo más, le ofreció una idea dorada a Trump, algo más allá de los alcances de sus mejores publicistas: vestirse de protector de la sociedad americana, amenazada por un país en cuyo territorio se le prende fuego a mujeres y niños estadunidenses.
En México nadie ha entendido, dentro de la cancillería, cómo lidiar con este asunto. Y no lo van a responder echándole en cima la jauría tuitera a los Le Barón.
La soflama patriotera y la advertencia de no permitir acciones unilaterales (después de hacer lo mismo nosotros), son respondidas con una sonora cuchufleta desde la Casa Blanca. ¡Uy, me das miedo, Teresa!
¿De cuándo a acá este país le da permiso al gobierno estadunidense para hacer cuanto quiera? Todos somos —no se nos olvide—, Álvarez Machain. Todos.