LA APUESTA DE ECALA
En la suntuosa mansión de Fidel Velázquez, aquella noche fría y llena de una espesa neblina ocasionada por el robusto bosque que circundaba la casa, los dos invitados tenían a bien discutir lo que seguiría con los movimientos sindicales, cercanas las campañas presidenciales en donde el candidato del PRI era el Lic. Carlos Salinas de Gortari — quien había sido secretario de programación y presupuesto—.
El ahora candidato presidencial no era del total agrado de Joaquín Hernández Galicia, líder eterno desde el presidente Adolfo López Mateos del sindicato de petroleros —STPRM—, de Carlos Jonguitud Barrios el líder máximo de la educación en México —SNTE— y del propio Fidel Velázquez —que a todo aquello de neoliberalismo le parecía una aberración al sindicalismo— era el tema actual y se tenía que disponer si habría o no, apoyo por parte de esta congregación de sindicatos, que en cuenta, rebasaban más de 22 millones de votos asegurados.
El propio candidato presidencial del PRI era alejado de este sector, primero por ser un egresado de Harvard —maestría y doctorado— y en segunda, por su pensamiento neoliberal de una economía participativa y abierta a la competitividad, sabía que la rendición de acercarse de más a estos grandes “gurús” del manejo de la clase obrera, magisterial y petrolera, en cualquier descuido, te sacaban de la jugada, ante un simple movimiento desafortunado.
La reunión era clara, sí se determinaba el apoyo al candidato presidencial del PRI daba garantías o no, de continuar con la labor en la educación y el liderazgo obrero.
—Por tu parte no tienes problema alguno Fidel, Salinas te tiene a bien, pero a mí me han llegado rumores de la posible opción de que Salinas me mande a la chingada, ante cualquier amago de no apoyarle, además ¡no me da garantía alguna!
—No debes ser antecesor de cualquier ocurrencia de tu cabeza Jonguitud, permanecerás en el liderazgo del sindicato de la educación, pero también debes dar garantías al candidato— le indicaba Fidel al líder de la educación, mientras les servían el primer tiempo de la cena: Fetuccini en crema de hierbas.
El ahora candidato a la presidencia sabía muy bien que desde 1972 Jonguitud había llegado al poder, dando un bancazo al entonces líder del sindicato el Mtro. Jesús Gómez Martínez, y había escuchado Salinas de Gortari —de su aliada la Mtra. Elba Esther Gordillo— que Jonguitud había amenazado con hacer paros en todas las escuelas primarias de México si el ahora candidato a la presidencia no lo dejaba a cargo del sindicato.
—Eres bien comunista mi Mtro. Jonguitud y la política de Salinas es neoliberal, aquí chocarán los trenes de las ideologías, así que mejor ponte a estudiar un poco de economía o te van a sacar de la jugada.
—No pienso entregar al latifundio del poder económico a los maestros del sindicato, nuestra educación es laica y gratuita…
—Nadie ha dicho lo contrario— atenuaba Fidel.
—Pues como sea, deseo dejarle claro don Fidel que no voy a proseguir con la idea de privatizar la educación ¡está en nuestra constitución!
—Nadie ha dicho que se hará y a mí, no tienes que aclararme ninguna circunstancia.
Joaquín Hernández Galicia, como simple observador, no dejaba de servirse su brandy presidente —era lo que había— al continuar escuchando la plática, ocurre tratar de intervenir para dejar claro que el sindicato petrolero, tampoco apoyaría al presidente.
—Creo de primera mano Quina y Jonguitud, buenos amigos, que se están precipitando en la toma de decisiones, no han tenido acercamiento alguno con el candidato y ya están cercanas las elecciones, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas se ve macizo y en un salto de improvisto podría ganar las elecciones.
—¡Eso no lo permitiría el presidente Miguel de la Madrid! — dijo la Quina.
—No nos corresponde a nosotros llamar la atención en ese tenor, más bien, empiecen a mover las fichas para que el apoyo sea hacia el Lic. Carlos Salinas o de lo contrario perderán sus puestos.
El Mtro. Carlos Jonguitud Barrios tenía en su haber —como líder sindical de los maestros— la suspicacia hacia su persona de varios maestros disidentes que desaparecieron de Chiapas, aquellos que, eran quienes estaban en contra de sus formas y maneras de llevar el sindicato, a este grupo que se dedicaba a “limpiar” se les conocía como los matones de Jonguitud, dentro del ala de fuerza que había creado: Vanguardia Revolucionaria del Magisterio
Una de las más afectadas fue la sección 36 del Estado de México, quien tenía dentro de sus haberes a la Mtra. Elba Esther Gordillo, siendo su líder de la sección el Mtro. Misael Núñez Acosta, quien desapareció, hecho atribuido al órgano de Vanguardia, tiempo después no se volvió a saber nada de él.
Reunión entre el Mtro. Jonguitud Barrios y el candidato Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, oficina de campaña del PRD, PT, PAS y PSN, México DF. Abril de 1988.
La reunión en la agenda del Ing. Cárdenas estaba saturada, el tiempo medido y apenas unos cuantos minutos para lograr meter una entrevista privada, marcada como “secreta” en donde no había manera de que la prensa estuviera, pero si los líderes del sindicato de maestros de varias secciones, los liderea el Mtro. Carlos Jonguitud Barrios.
La algarabía de la oficina estallaba de júbilo al salir la primera encuesta realizada por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, en donde el PRD va a la cabeza con un desvío estadístico de 7 puntos por encima del candidato inmediato del PRI.
Entre el ruido, las porras, las matracas y el sonido que tocaba la canción del cielito lindo, comenzó la entrevista entre el poder magisterial y el candidato presidencial, quien toma la primera voz:
—Así que dime Mtro. Jonguitud, la cita fue negociada por la CTM, pero en sí no se me dijo cuáles eran tus intenciones.
—Es solo cosa de ponernos de acuerdo Sr. Ingeniero, deseamos hacerle saber que el total del sindicato que represento, le damos el más grande de los apoyos, con lo que esto adhiera.
—En la historia de México no se ha visto tal cosa, el apoyo a la oposición… ¡no me dejarán decirlo a nivel nacional en ninguno de los noticieros!
—No los necesitamos Ingeniero, podemos dar la noticia de voz en voz…
—¡Ah que mi Mtro. tan inocente! —bromeó el candidato a la presidencia— el que sabe de política, sabe también muy bien cómo funcionan los medios, si no es así ¡no sabe de política!
—¿Nos permite darle el apoyo total del sindicato de maestros?
—Agradezco de verdad su posición, arengando a un servidor a ser mejor candidato, pero no me es de interés contar con el apoyo de los maestros de México, si de manera libre y soberana deciden acercarse al proyecto, bienvenidos quien todos se sumen, pero ¡juntos no!, me echaría la maquinaria encima.
El Mtro. Carlos Jonguitud Barrios no esperaba tal respuesta, cuando un candidato rechaza al magisterio —al menos en México— es porque tiene seguro de ganar por voto contado, y esta vez en las votaciones de 1988, el instrumento para contar los resultados —Código Federal Electoral— se apreciaba de garantizar por primera vez en el país el resultado del sufragio de las elecciones el 6 de julio —en miércoles, por cierto—.
—¿Entonces no vamos con Usted candidato? — protestó el líder sindical.
—¡No!
Molesto se levantó de su silla y le mentó la madre al candidato…
—¡Te vas a arrepentir cabrón!… y vas y chingas a tu madre —de nuevo—.
Mientras que guardias presidenciales ya le tenían tomado de las muñecas en la espalda y lo levantaban para retirarlo del recinto, a lo que el candidato estaba más que asombrado de tal actitud.
«¿pero que le pasó a este señor?… ver para creer»
En las oficinas de los candidatos, tanto de Salinas como de Clouthier se habían enterado de que el líder sindical de los maestros estaba “ofertando” al mejor postor los votos magisteriales, decidieron por partes separadas no hacer caso a los amagues.
Cuando llegó esta acción a los oídos de la CTM, el enojo era mayor y no se hizo esperar la llamada de presidencia al líder Velázquez.
—¡Te pido de favor Fidel que calmes a tu gente! —un molesto Miguel de la Madrid por la otra línea—.
—No sé a qué se refiera Sr. Presidente.
—No te hagas pendejo, ya Carlos Jonguitud fue a armar escándalo a las casas de campaña de los candidatos y dijimos que mano libre al proceso, en ello diste tu palabra.
—¡Pero Jonguitud Barrios no!
—Pues te espero mañana con una explicación por escrito de lo sucedido, este cabrón no debe andar negociando por afuera ninguna circunscripción, votos, ni apoyos que no nos hayamos detenido a escuchar.
¡Explicación que nunca llegó!
Ante estos hechos presidencia de la república fue contundente con la respuesta de ofertas “debajo de la mesa” que se estaban gestando, tanto el sindicato de maestros como el petrolero.
Por parte del Consejo de Empresarios el panorama de crisis —que los mantuvo por años ocupados— comenzaba a discernir entre dos grandes grupos:
Aquellos empresarios históricos de gustos por los viejos tiempos y porque a algunos les tocó trabajar de la mano del general Lázaro Cárdenas —que en el fondo el chauvinismo les arrinconaba el corazón— y los otros, aquellos empresarios que deseaban la aplicación de política neoliberales, que, en propio, ocasionarían un comercio abierto y directo, para un país en la banca rota, como el México de 1988.
Reuniones por todo el país de estos dos bandos de empresarios comenzaron a verse desde una perspectiva que requería su propio análisis, presidencia estuvo al tanto de lo ocurrido, dejando siempre una posición de respeto a las libertades, pero teniendo en sus manos los reportes de lo acordado en todas y cada una de ellas.
El candidato Salinas de Gortari utilizaba todos los recursos del viejo sistema del PRI para ganar las elecciones, pero le anexó algo nunca visto: Marketing Político.
Repetición de slogans en la radio, tv y prensa a la misma vez, la misma voz en la propaganda, la misma foto —sonriendo y con actitud de triunfo— todo un sistema de mercadeo que México no había distinguido y que funcionaba a la perfección.
Los noticiarios que se habían juntado en constantes reuniones para dejar claro el mensaje del candidato repetían bajo todo un guion, los beneficios de que el candidato del PRI era la mejor opción.
Reunión del candidato Ing. Cuauhtémoc Cárdenas y el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, Casa de los Pinos, 19 de junio de 1988, 8:00 am.
—Agradezco su tiempo y atención Sr. Presidente para recibirme, a unos cuantos días de las votaciones.
—Ante todo atender a los candidatos, como lo hemos venido haciendo, es menester de presidencia en estos momentos que México necesita estar unido, centrado y enfocado a las elecciones, será la prueba de mayor fuerza para el nuevo sistema electoral.
—Mi presencia Sr. Presidente es para ponernos de acuerdo de la sucesión presidencial, en mucho nuestros números nos dan la ventaja, mis participaciones en campaña y el pisar cada rincón del país me ha dejado claro que la gente desea un cambio, un nuevo presidente y esa figura la representa en mucho y por todo, un servidor.
—No nos adelantemos Ingeniero, no nos adelantemos.
—Sin conceder, deseo me dé ya las fechas para que nos pongamos de acuerdo y lograr un cambio pacífico, ordenado y bajo una estricta supervisión de los empresarios, que me acompañan a este tenor.
—No haremos ningún movimiento de agenda, hasta que los resultados de las votaciones sean validas y le invito Ingeniero, a que no cantemos vitoria antes de tiempo… ¡del plato a la boca se cae la sopa!
20 de junio de 1988, oficina de campaña el candidato Ing. Cuauhtémoc Cárdenas.
—Sr. Candidato, el líder del Sindicato de Petroleros Joaquín Hernández Galilcia desea platicar con Usted, dice que viene por parte de la CTM.
—¡No hay espacio ya Anita! contéstale por favor que se espere a los resultados.
—Está aquí en persona Sr.
Unos segundos de silencio, parecía el candidato platicaba con alguien más.
—¡Dile que pase!