ENCUENTRO CIUDADANO
Hace cuatro meses, en una investigación realizada por el Canal 6 de Julio, se mostraron indicios de que la extrema derecha puso en marcha una estrategia para intentar dar un “golpe suave” o “golpe de Estado blando” en México. Mediante la difusión de campañas y mensajes en los medios de comunicación y las redes sociales, la organización de grupos opositores y la promoción de movilizaciones de protesta, la provocación a la autoridad, la propagación de noticias falsas y rumores, entre otras maniobras, se pretende deslegitimar primero y derrocar después al gobierno de la 4T en una acción similar a lo que ha sucedido en la última década en otros países latinoamericanos, como Honduras, Argentina, Brasil, Venezuela y ahora Bolivia. Los golpes de Estado mediante la fuerza y las armas son obsoletos, ya que ahora se combate con armas sicológicas, sociales, económicas y políticas. Gene Sharp, politólogo estadounidense en su ensayo De la dictadura a la democracia, expone una receta para quitar presidentes. Se comienza con una fase de ablandamiento, en la que hay medios que intentan crear malestar y desesperanza social; sigue la deslegitimación y la difusión de comentarios adversos al gobierno, mofas y noticias falsas. Después viene el calentamiento de las calles, con la promoción de constantes movilizaciones de protesta. El paso siguiente es la combinación de todas las formas de lucha: corren rumores, se crea una falsa carestía, se acusa al gobierno de incompetente y se inician causas judiciales injustas contra gobernantes. La última etapa es la fractura institucional, en la que, según Sharp, las causas judiciales prosperan, los medios lo apoyan y los gobiernos caen.
En este entramado Canal 6 de Julio identificó la presencia de algunos institutos de investigación o centros de pensamiento ligados a corporaciones muy poderosas de Estados Unidos, las cuales han estado actuando en apoyo de la oposición venezolana, en la parte más radical, más violenta, y ahora están presentes en México. Se auspician algunas expresiones que adoptan un discurso no tanto de crítica, sino de desestabilización, por ejemplo al llamar al presidente López Obrador “dictador” desde el segundo mes que estaba gobernando cuando no hay algún elemento serio para afirmar esto. Hay una serie de coincidencias y actuaciones que podrían cuadrar plenamente con este método que se ha aplicado reiteradamente en Sudamérica con distinto éxito.
Desde el primer día se ha buscado desestabilizar al gobierno de López Obrador, recordemos los mensajes del PAN el día de la toma de posesión en los que decía “Se equivocaron al votar por López Obrador”. ¿Cómo que se equivocaron, si elegir es la democracia? En este momento nuestro país no cuenta con una oposición política al proyecto de la denominada 4T, sino más bien cuentan con una concentración de fuerzas desestabilizadoras. Claramente lideradas por la derecha nacional con marca extranjera.
La historia de la derecha (no sólo del PAN) está llena de ánimos intervencionistas, pasando por el apoyo a su causa de correligionarios de América e incluso de Europa. No han tenido medida en asesorarse, vincularse, confraternizar con movimientos de ultraderecha a lo largo del siglo XX y lo que va del presente. Desde el triunfo de AMLO, han ido abriendo brechas y surcos donde hacer trinchera en contra de un gobierno legalmente constituido. Han probado casi de todo. Los arietes para el embate son muchos y variados, llegando incluso a desconocer la Constitución, cuando les parece oportuno. Y contradictoriamente, exigiendo respeto a la Ley. Una de las caras más visibles en esta etapa es la del gobernador de Querétaro Francisco Domínguez, quién colmilludamente utiliza su paso al frente de la Conferencia de Gobernadores (Conago), para azuzar en conjunto al gobierno federal. El repudio de Francisco Domínguez a la institucionalidad, es un arma de doble filo, que a cabal entendimiento no ha dimensionado. Y para ello utiliza al estado de Querétaro, como plataforma transexenal. Su juego personal es primario en política; acumular fuerza y presencia en el ala dura del PAN, a fin de encabezar su partido, no sólo con miras al 2021, sino contar con una posición favorable a 2024. Su movimiento de piezas (o peones) es evidente. Su cálculo político no da para mucho, dado la sobrevaloración que se tiene. Pero finalmente buscará sobrevivencia política.
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