EL JICOTE
Es una magnífica noticia, impresionará hasta quienes no creen en milagros. Si está parado por favor tome asiento, si va caminando deténgase y apóyese en algo seguro: el Presidente López Obrador cambió de discurso en relación con los empresarios, después de restregarles hasta el agotamiento que eran una “minoría rapaz”, ahora les otorga un gran reconocimiento. Afirmó que sin la participación de la iniciativa privada, no sería posible crecer a la tasa prometida del cuatro por ciento. Con realismo sostuvo: “Los recursos públicos no alcanzan”. Me pongo de pie y aplaudo hasta casi sangrarme las manos. López Obrador se la ha pasado afirmando que sus adversarios están nerviosos y desesperados, esta crítica últimamente parecía que la hacía frente al espejo. Por fin López Obrador utiliza un discurso tranquilo, civilizado, racional, autocrítico. La sexta artimaña que utiliza el Presidente para impedir el diálogo es el insulto y la burla; con los empresarios se ha dado una tregua. Es de esperarse que la extienda a otros grupos y sectores. El diálogo es un intercambio de ideas o proyectos entre dos o más actores para resolver diferencias. El respeto es uno de los valores morales más importantes del ser humano, pues es fundamental para lograr una armoniosa interacción social. Respetar no significa estar de acuerdo en todos los ámbitos con la otra persona, sino que se trata de no discriminar ni ofender a esa persona por su forma de vida y sus decisiones, López Obrador no es afecto a utilizar la dialéctica sino el descontón. Cuando alguien expresa su diferencia con él por algo que ha dicho o hecho, actúa como un automovilista que le han chocado, sin averiguar si tuvo o no la culpa, se baja del coche y cubre de injurias a su interlocutor. No respeta a nadie que lo contradiga, ni a sus legisladores que simpatizan con él. Hace algunos días se reunió con ellos, algunos reclamaban más apoyos para el campo, sin escuchar sus argumentos de inmediato los acusó de corruptos. Los legisladores le reclamaron la ofensa y López Obrador optó por salirse furioso de la reunión sin despedirse de nadie. Es por estos hechos que a veces considero que mi propuesta al Presidente, de que dialogue para sacar adelante al país, es más romántica que un trío yucateco, pero insisto, ese cambio de tono con los empresarios ha hecho renacer mi esperanza. Séptima trampa del Presidente para no dialogar. Plantear falsos dilemas. Dos ejemplos. El culiacanazo. El Presidente lo defendió diciendo que no se había optado por un baño de sangre. Pero esa no era la cuestión, la posible masacre era consecuencia de un operativo totalmente torpe, la indignación no se produjo por la decisión de dejar libre al Chapito, sino por la ineptitud de la acción. Otro ejemplo. Cuando se critica a López Obrador, éste responde que tras esos críticos está el deseo de que regrese el PRI o el PAN, por supuesto que no, al menos yo no comparto esa intención. Vivía en París y Charles de Gaulle, en un refréndum, para presionar a la opinión pública a su favor, dirigió un mensaje a los franceses: “Moi ou le chaos”, “ Yo o el caos”. La mayoría de los franceses gritaban en la calle: “El caos, el caos”. De Gaulle perdió el referéndum. Si López Obrador grita: “Yo o el PAN, el PRI o el PRD”. Yo gritaría como los argentinos: “Que se vayan todos”.