Agradece a los queretanos y se encomienda a la Virgen de Soriano
SERGIO A. VENEGAS ALARCÓN
En presencia de la Virgen de Soriano y acompañado de sacerdotes, monjas y miembros de todos los decanatos de la diócesis que participaron en su última misa oficiada este lunes en el Seminario Conciliar, se despidió don Faustino Armendáriz, IX Obispo de Querétaro y nuevo Arzobispo de Durango, llevándose “el cariño, la cultura y fe de los queretanos”, a quienes –declaró al periódico PLAZA DE ARMAS- deja su “gratitud y el trabajo de ocho años y cinco meses, sabiendo que muchos obispos querrán estar aquí”.
Entrevistado por los reporteros de este medio, al término de la celebración eucarística que congregó a más de dos mil católicos, se reconoció emocionado por las expresiones recibidas ayer y desde el primer día. “El pueblo queretano es un pueblo que quiere mucho a sus pastores. Creo que lo que vivimos cuando llegamos lo estamos viviendo hoy pero ya con frutos”.
Además, apuntó, estando presentes todas las parroquias, fue una buena oportunidad para estar con todos y decirles ¡gracias!, pero además presidiendo la Patrona de la Diócesis, que “siempre está presente, no solamente en la imagen, sino en el corazón y nos la llevamos”.
Ante los fieles que lo rodeaban y pedían que se quede en Querétaro porque deja un enorme vacío, Faustino Armendáriz respondió que “la vida de un pastor es una vida itinerante, donde ahora vamos a otro servicio donde Dios no pone, donde Dios nos pide, no importa el lugar, la distancia ni la realidad social”.
Aquí lo importante, añadió, “es evangelizar y llevar a Jesucristo a los demás, como luchamos por hacerlo aquí y es lo mismo que vamos a hacer en Durango. A querer primero a nuestro pueblo, que ya lo queremos, y continuar realizando esta tarea incansable, porque tiene que serlo para dar frutos. O sea, tiene que ser permanente”.
¿Qué se lleva? Le preguntamos.
-El cariño de los queretanos. Me llevo la cultura de los queretanos. La fe de los queretanos y, sin duda, todo aquello que implica una realidad y una idiosincrasia de un pueblo muy valioso. Creo que muchos obispos querrán estar aquí en Querétaro.
¿ Y qué nos deja?
-Les dejo mi gratitud y también un trabajo que luchamos por realizar. La semilla del Evangelio que se sembró casa por casa, entre los jóvenes, entre los adultos, los ancianos, en los lugares muy desafiantes como fue la Colonia Juárez de San Juan del Río, el caminar por las vías, el encontrarnos a hermanos con adicciones terribles, el encontrarnos con situaciones de familias de vacío de fe, de violencia doméstica, pero al final de cuentas lo importante es que les llevamos a Jesús.
Previamente, en su última homilía a los queretanos, invocó el ejemplo de San Pedro y Pablo, hombres fieles hasta el sacrificio. “Hermanos, advirtió, no esperemos caminos evangelizadores, sobre todo quienes somos especialistas en ello, como somos los sacerdotes, los pastores, los agentes de pastoral laicos, sin el ingrediente del sacrificio y del dolor”.
Les explicó que es el Señor que va guiando nuestro camino y a veces aparece la paradoja de no entender lo que quiere Dios y a quien decimos hágase en mi lo que tú quieras.
Hermanas y hermanos antes de terminar mi ministerio episcopal ante ustedes, quiero animarles y exhortarles a dos cosas: No dejen de orar; especialmente ante la Eucaristía y nunca abandonen la misión, que es la consecuencia de ser hombres y mujeres de oración,
“La misión primera y fundamental que recibimos de los santos misterios que celebramos es la de dar testimonio con nuestra vida. El asombro por el don de Dios no ha hecho en Cristo, infunde en nuestra vida un dinamismo nuevo, comprometiéndonos a ser testigos de su amor”. Es así, ilustró, que “nos convertimos en testigos cuando nuestras acciones, palabras y modo de ser aparece Otro, O mayúscula y se comunica”.
Luego al dar la bendición a presentes y ausentes, expresó también su testimonio de que la Virgen María, nuestra Señora de los Dolores Soriano, le acompañó en estos ocho años y cinco meses de caminar en Querétaro, que ella nos siga sanando, necesitamos mucho de ella, que su intercesión nos siga fortaleciendo, necesitamos fuerzas para no claudicar en el camino.
Y finalmente don Faustino Armendáriz invocó a “San Junípero Serra para que interceda para que la tarea especialmente de los jóvenes y adolescentes sea cien por ciento misionera”.
Después de la misa, el nuevo Arzobispo de Durango encabezó una gran convivencia con sacerdotes y laicos, dio bendiciones, se tomó fotografías y abrazó a niños, mujeres, hombres, ancianos y a todos los que se le acercaron para guardar un último recuerdo de su pastor.
“No se vaya” le pedían. Y respondía: “me llevan y me los llevo a ustedes conmigo”.