ALHAJERO
Tiene razón el canciller Marcelo Ebrard, fue más que tardía la reacción de la Organización de Estados Americanos (OEA) ante el golpe de Estado en Bolivia.
“Fue muy tardía, debieron reaccionar desde que el Ejército pidió su renuncia y no un día después. Ayer (antier) era el momento…”, declaró, luego de que la OEA rechazara “cualquier salida inconstitucional a la situación”.
Lo cierto es que el organismo dirigido por Luis Almagro “reaccionó” ya cuando vio que la caída de Evo Morales luce irreversible (el mandatario ya presentó su renuncia por escrito). Salió, diríamos aquí, a “taparle el ojo al macho”.
Porque no cabe duda de que fue la propia OEA de Almagro (cuya cuna es mecida por la mano de Estados Unidos) la que propició en última instancia el golpe de Estado. Porque eso fue lo que ocurrió el domingo, digan lo que diga: un golpe de Estado.
Ya podrá discutirse si Evo abonó para crear el campo de cultivo del que se aprovecharon los golpistas (desde nuestro punto de vista sí que cometió graves errores al intentar extender su mandato una vez más y manejar de manera desaseada la elección), pero la salida institucional estaba dada: El Presidente había anunciado nuevas elecciones.
¿Por qué entonces ejército y policía pidieron su renuncia? ¿Por qué no le permitieron seguir el camino de la nueva elección? ¿Se trataba de derrumbarlo de una vez –su mandato concluía en enero próximo- y a la mala, para acabar con él?
Todo esto habrá de analizarse a fondo, sin duda. Pero lo que no puede hacerse es hacer la vista gorda ante un golpe de Estado, por más que nos desagrade tal o cual jefe de Estado.
Y la actitud de la OEA en ese sentido, volviendo al punto, no sólo fue patética, es vergonzosa.
Tan patética y vergonzosa, valga decirlo, como el pronunciamiento del dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, repudiando el ofrecimiento de asilo del gobierno mexicano a Evo Morales.
Paupérrima visión de lo que acontece en el mundo, en nuestro continente, en América Latina, en Bolivia misma, cuando su visión –de corte mezquino, rencoroso, falto de humanismo- lo lleva a reducir el tema a que “es un error defender a un dictador y sus prácticas”.
Frente a los deplorables sucesos y la complicada situación que se vive en Bolivia, habría que darle la enhorabuena al retorno a la política de asilo de nuestro país. Hacía años que no escuchábamos hablar de esa figura de nuestra política exterior, como lo hizo ayer el Secretario de Relaciones Exteriores.
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GEMAS: Obsequio de Marcelo Ebrard: “La Cancillería mexicana, previa opinión de la Secretaría de Gobernación, en voz de la Secretaria Olga Sánchez Cordero, ha decidido concederle asilo político al señor Evo Morales por razones humanitarias y en virtud de la situación de urgencia que se enfrenta en Bolivia, en donde su vida e integridad corren riesgo”.