ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
En la pasada semana se dio a conocer la formación de la Comisión de Cambio Climático de la CANACINTRA en el estado, y ello, me hizo pensar, en sí sólo basta con formar una comisión o ello requiere de financiamiento para hacer posible las acciones contra el cambio climático.
La idea de un fondo climático expresa los flujos de financiación de forma ordenada hacia inversiones productivas y rentables que tratan de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y también la huella ambiental que generemos en este planeta (menos emisiones pero también menor consumo de agua, menos residuos, menos contaminantes atmosféricos, etc.), bajo unos criterios científicos y ordenados.
Pero antes digamos lo siguiente, para entrar en contexto de qué hablamos, pues cuando se queman combustibles que contienen carbono en su estructura se emite a la atmósfera no sólo dióxido de carbono (CO2), un gas inocuo en pequeñas cantidades y necesario para todas las plantas del planeta, pero cuya acumulación en la atmósfera terrestre provoca un poderoso efecto invernadero haciendo subir las temperaturas, sino que también se producen centenares de compuestos químicos (venenos, carcinógenos, contaminantes…) de todo tipo que inciden directamente en la salud de las personas, flora y fauna.
Reducir los niveles de emisiones de dióxido de carbono implica también reducir la quema de combustibles fósiles y, con ello, la contaminación atmosférica producida por cientos de compuestos perjudiciales que arrojamos a la atmósfera gracias a nuestra actividad industrial y el transporte, que son con diferencia los grandes sectores emisores de carbono. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, sólo en Europa se producen 430.000 muertes prematuras por la contaminación atmosférica, lo que hace de este problema ya la primera causa de muerte en el mundo desarrollado. Pero según la Organización Mundial de la Salud, son más de tres millones los que mueren cada año debido a ello, llevándose sólo la muy contaminada China un tercio del total de las muertes e India más de 600.000. Las Naciones Unidas, en cambio, elevan la cifra a siete millones; cada año que pasa se encuentra un dígito más en las estadísticas. Reducir la quema de petróleo y carbón, los combustibles que producen con diferencia la mayoría de los contaminantes fósiles atmosféricos, implica también una brutal reducción de los costes sanitarios, preservar el capital social, dar alas a la I+D local en la búsqueda de nuevas soluciones para desplazar a los combustibles fósiles, a la exportación de productos y equipos renovables y a toda una sana cultura del ahorro, tan necesaria en los tiempos que corren.
Por ello, pensar en acciones que combatan el cambio climático implica reducir emisiones, y a su vez, esto requiere de financiamiento, de tal modo que sea factible y no sólo declarativo. La creación de un Fondo Climático en el estado sería una muy buena opción, en colaboración entre el gobierno estatal-municipal y la iniciativa privada.
Para los gobiernos estatal y municipales, se trata de lograr financiar las iniciativas de transición energética de los hogares y micronegocios mediante un fondo revolvente de financiamiento y por otra parte, promover la creación de granjas solares con mayor capacidad dentro del concepto de energía distribuida hasta 0.5 Mwatts sobre todo en la zona metropolitana
En tanto la iniciativa privada, le corresponderían dos tareas, por un lado, crear estos mecanismos de financiamiento e inversión para apuntalar la transición energética en la industria (detonando parques solares) y por otra, crear un fondo climático de inversión para captar recursos del público que esta dispuesto en invertir en fondos verdes con cierta rentabilidad.
Ahora bien, para los gobiernos estatal y municipales, es tarea crear los mecanismos e instrumentos económicos para captar los recursos, y ya es hora que todos incluyendo al sector productivo y de transporte, que compensen económicamente su huella de carbono de manera anual por tonelada emitida a la cuenca atmosférica que le corresponda, pues no es posible seguir manteniéndolos protegidos, y sin exigirles su corresponsabilidad climática de sus emisiones de carbono y su impacto negativo en varias cuestiones, entre ellas la salud de los ciudadanos.