EL JICOTE
Existe en la política del Señor Gobernador Francisco Domínguez hacia la Universidad Autónoma de Querétaro un mensaje híbrido, rajado, entre azul y buenas noches. El desteñido apoyo creo que tiene como trasfondo dos cuestiones: la primera fue su fallido intento de intervenir en la elección interna de Rector. En su segundo informe juró y perjuró: “Como universitario que soy, respeto su vida interna y su proceso de sucesión. Lo mismo he instruido a mis colaboradores”. Pues durante el proceso de auscultación que le dio el triunfo a Teresa García Gasca, el Consejo Universitario denunció irregularidades y la intromisión de funcionarios públicos de la administración estatal “para movilizar a la comunidad universitaria en esta jornada de votación”. No se supo que Francisco Domínguez, después de esta acusación, haya abierto una investigación o sancionado a algún funcionario desobediente. La segunda cuestión para que el Gobernador mantenga esta relación mezquina y cuenta chiles con la UAQ, es que sigue viendo a la universidad como una escuelita en la que se imparten clases y se realiza investigación, no concibe a una universidad como un espacio apartidista pero esencialmente político; una instancia moral que se compromete en las grandes causas nacionales. A sus rectores los observa como prefectos de escuela, guardaditos en su cubículo, que sólo se dirigen a la sociedad para advertirlos del peligro del colesterol alto. La llevó mal con Gilberto Herrera Ruiz, a quien acusó de ser un irresponsable por llamar a la comunidad estudiantil a marchar por un presupuesto justo. También la ha llevado mal con la rectora García Gasca, cuando ella hizo un llamado a atender la violencia de género, en una mescolanza de regaño y clasesita de competencias constituciones, dijo; “Ella es la Rectora, activar una alerta en esta materia es competencia de la Secretaría de Gobernación”. Ciertamente ha dado recursos históricos a la Universidad, pero no de acuerdo con sus requerimientos. El subsidio actual de la federación no le alcanza ni para la nómina. La Rectora García Gasca dijo que la UAQ necesita que el gobierno estatal y el federal autoricen un presupuesto peso a peso, pero el Gobernador se defendió aduciendo que no puede compensar el déficit del presupuesto federal para la UAQ, pues no existe una Ley de Coordinación fiscal 50 y 50, Mentira, de las 21 universidades públicas que existen en Querétaro, 19 de ellas reciben el “peso a peso”, Lo preocupante es que ante la decisión de un grupo de universidades de realizar un paro por presupuesto, el presidente López Obrador respondió engolando la voz: “Yo no acepto chantajes”. La desgracia es que la cerrazón estatal tendría el aval presidencial. El gobernador se precia: “Fui educado en la Verdad y en el Honor”. Pues el lema no le caló en su política, no ha sido muy verdadero al entrometerse y a pesar de ello negarlo en los asuntos internos de la UAQ, y resguardar su negativa de apoyo económico en argumentos jurídicos artificiosos. Y por lo que se refiere al “honor”, decía el Quijote: “Por el honor se debe aventurar la vida”. Al Gobernador no se le exige semejante sacrificio, simplemente apoyar presupuestalmente a una institución a la que le debe su formación profesional y de la que depende en forma importante el crecimiento y progreso de Querétaro.