JUEGO PROFUNDO
Recuerdo que hace años cuando los dos equipos mas populares de nuestra Liga MX se iban a enfrentar, la expectativa que se generaba era especial y diferente. En la semana previa, los aficionados de ambos equipos, emocionados y nerviosos esperaban ese partido, los jugadores se concentraban y comportaban de acuerdo con la importancia del cotejo, los directivos se conducían a la altura de su puesto y de lo que representaban: asumiendo su papel como meros administrativos sabiéndose que ellos no eran, ni podían ser los protagonistas; y los periodistas, en esos años, incluso hacían periodismo. El día del partido, el ambiente futbolístico era diferente a cualquier otro día, era diferente a cualquier otro fin de semana: era el fin de semana del Clásico y del partido más relevante dentro de la fase regular del torneo, y la prensa y aficionados le daban esa importancia. Era el partido de la capital contra lo mas representativo de la provincia. Era el partido de lo ostentoso, de los “millonetas” y sus figuras extranjeras contra el equipo mas mexicano. Era el partido del cual era un honor formar parte en la alineación. Era el partido que todos querían jugar. Era el partido de la temporada. Era la rivalidad de la temporada.
Pero ahora, de unos años para acá, algo paso…todo eso dejo de suceder. El incorrecto manejo de la administración deportiva, la globalización y la mercadotecnia, ha ido poco a poco dando mordiscos a ese cotejo y a esa rivalidad y se la ha ido acabando. Cuando antes era impensable, ahora con frecuencia jugadores emblemáticos pasan de un bando a otro, alejando el sentido de pertenencia y orgullo por una camiseta, por unos colores y hasta por una causa. Sobre todo, el pésimo trabajo de la directiva del Guadalajara en los últimos años ha alejado al equipo de su grandeza y les ha roto el corazón a sus fieles aficionados. Caso contrario lo que sucede con la directiva del América, que, con una buena planeación e inversión, sigue dando triunfos, combinando la cantera con contrataciones de extranjeros (regularmente de forma acertada) y el resultado está ahí plasmado: protagonismo cada temporada, títulos e identificación de y con sus colores. En Chivas, los directivos buscaron un protagonismo mayor que los jugadores y eso los llevo a tomar decisiones viscerales que tienen el equipo en el lugar que merece: peleando el descenso. Nunca antes se había escuchado que el jugar solo con mexicanos fuera una desventaja, era un sentimiento de orgullo y de identidad, pero ante los paupérrimos resultados, ese discurso ha sido la bandera perfecta para justificarse. Chivas debe volver a ser el equipo en que todos los mexicanos quieran jugar, esa identidad era su “santo grial” y ahora, esa joya está más extraviada que nunca.
Todos en el futbol sabían lo que significaba el América y también todos sabían lo que significaba el Guadalajara, y a ambos se les admiraba por ello, pero solo el equipo azulcrema ha sabido mantenerse y respetarse en base a ese significado; en cambio, Chivas no, el rebaño dejo de valorar y acrecentar esas virtudes que lo hacía grande. Incluso en la parte mercadológica, a pesar de que no la comparto, el América con su campaña “Ódiame más”, ha logrado una conexión verdaderamente fuerte con sus seguidores, y digo que no la comparto porque considero que cualquier apología al odio y/o la violencia por más mínima que sea, debe estar alejadísima del deporte; pero lo único cierto es que el americanismo está vivo, más vivo que nunca y está siendo manifestado en su mayor esplendor y el “Ódiame más” será su bandera hasta que las Chivas encuentren los resultados y las formas para competirle.
Entiendo que todo ha cambiado, tan así que incluso ahora los periodistas no hacen periodismo, los jugadores están mas atentos a sus followers y a sus looks que a su desempeño y desarrollo como profesionales; ahora hay más diversidad de contenidos deportivos al cual el publico puede acceder, ligas y partidos inmensurablemente más competitivos y estéticos; pero, aun así, a pesar de los cambios, la máxima rivalidad de nuestro futbol no puede, ni debe tener tanta disparidad entre sus participantes. Por el bien de nuestro futbol, la crema y nata (en cuanto a calidad futbolística), debería ser parte de esos encuentros, pero no es así, en estos momentos solo uno de ellos y que viste de amarillo, sigue entendiendo de que tratan estos partidos.
Por esta razón, el resultado del fin de semana pasado no es ninguna sorpresa. Sorpresa hubiera sido un desenlace diferente. Chivas llego muerto a ese compromiso y cualquier otro resultado solo hubiera maquillado mas a ese cadáver. Tardara años, pero la única luz en esa oscuridad debe ser el trabajo con el sello mas representativo del club: el mexicanismo. Chivas debe dejar de buscar un mesías que lo levante de un día para otro, dadas las condiciones del club eso no existe, debe olvidarse de tratar de comprar a los mejores o los más mediáticos mexicanos del momento, esos con looks extravagantes que se sienten cómodos con la foto del jet set y presuntuosos de que les dedican odas a ritmo de rap, eso no, eso ya está fuera del alcance y debe incluso despreciarse. Chivas debe formar y sacar de sus entrañas a tipos con la ideología y el estilo del club, pero para eso, debe reinventarse y volver a encontrar un estilo. No es fácil y no será nada pronto, pero por ahora no vislumbro otro camino.
En el fin de semana pasado, la diferencia entre los equipos fue tal, que se ha hablado más de la desafortunada lesión de Giovanni Dos Santos que del funcionamiento que tuvieron ambos bandos; hoy pululan aficionados, periodistas y ex futbolistas (que en su momento tuvieron un muy mal perder), que se indignan y hacen un alarde exorbitado por esa jugada y crucifican al “Pollo” Briseño y eso, de alguna manera se entiende, siempre ha sido más fácil hablar desde la trinchera de la victoria; otros incluso quieren meter en esa jerga al portero Ochoa con un inexiste escupitajo; pero todo eso, es solo por buscar tela de donde cortar, porque, de futbol, no hubo mas que de un lado. Por cierto, hablando de dicha jugada, soy de los que considera que Briseño jamás tiene intención de lastimar o romper a nuestra eterna promesa futbolística. Dadas las limitadas capacidades técnicas del defensor, el ímpetu que lo caracteriza, la velocidad del juego y, sobre todo, que el futbol es un deporte de contacto, la patada forma parte de una muy desafortunada jugada que ya fue castigada de acuerdo con el reglamento. Siempre he pensado que, en el futbol, en el trabajo y en la vida misma, los torpes y los imprudentes, con mucha frecuencia causan más daño que los malintencionados, y este, es el ejemplo perfecto.
Además del malestar que se padece al despertar cuando se ha bebido alcohol en exceso; según la RAE, una de las definiciones de Resaca es: “Efecto o serie de consecuencias que produce algún acontecimiento o situación” … y la mía, mi resaca no es por el resultado de este último clásico, es por lo que dejo de ser. En estos momentos, aunque nos cueste aceptarlo, la rivalidad y competencia no existen: Chivas era y ahora no es. Chivas podía y ahora no puede. Chivas fue Grande y ahora ya no lo es.
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