JUEGO PROFUNDO
Desde hace unos días tengo algunas preguntas dando vueltas en mi cabeza: ¿Qué es más importante, el mensaje o el mensajero? ¿Cómo decidimos que contenido futbolero ver? ¿Por qué elegimos una televisora a otra cuando dan el mismo partido?
Siempre se ha entendido que la evolución es sinónimo de progreso y desarrollo, pero hay casos donde definitivamente no es así: Evolución no es sinónimo de mejora, y eso nos pasa con los programas deportivos. La semana pasada, después del partido de México vs Argentina, en el programa de análisis y debate: “Futbol Picante” que se transmite por la cadena de deportes ESPN, vimos uno de los episodios más lamentables y de aprobio que se recuerden en la televisión deportiva; y lo peor de todo, es que, de cierta manera, este suceso fue algo relativamente normal para todos. Y al decir todos, me refiero a periodistas, analistas y público espectador.
En la mesa de análisis de dicho programa, donde la polémica es el punto central, se vivió un momento desagradable donde el periodista David Faitelson y el exfutbolista y ex directivo Francisco Gabriel de Anda, se enfrascaron en una discusión sobre temas deportivos y que de manera rauda se convirtió en una confrontación personal donde la descalificación vía adjetivos personales infantiles y ridículos, no solo hacia la persona, sino también hacia los familiares, salió a relucir dejando a un lado el objetivo principal del programa. Y repito, estas situaciones son cada vez más comunes que incluso ya no nos toman por sorpresa y se priorizan sobre la finalidad del programa: el análisis.
El tener en una mesa de análisis a exfutbolistas, nos sirve para tener un punto de vista muy cercano sobre el deporte en cuestión a analizar, pero entendiéndose que dicho análisis debe ser sobre momentos, detalles y sobre todo, sensaciones especificas que suceden durante el juego y no con la superioridad y pretenciosidad con la que se ha desarrollado esa posición de analista deportivo: “Si no lo has jugado, no puedes opinar”, descalificando casi cualquier opinión contraria a lo que el exfutbolista convertido en analista considera. El haber practicado un deporte e incluso, el haber sido sobresaliente en ello, no te garantiza tener la razón, ni tampoco les da un mayor peso y mucho menos, da la verdad absoluta sobre el tema. El tenerlos en la mesa de análisis con esa posición egocéntrica ha desvirtuado el aporte que pueden dar y ha abaratado la posición.
Pero, por el otro lado, también debemos estar conscientes de que ahora, en casi todos los programas de análisis deportivos, pululan los periodistas incendiarios y polémicos que en gran medida solo siguen un guion, y cuando alguien sigue un guion, se convierte en un personaje… y esos personajes se terminan comiendo al profesional. Al referirme a evolución, es para tratar de explicarme hacia donde se han movido lo programas deportivos: hace unos años el punto central era analizar un partido, una jugada o un momento del juego y ahora, se ha “evolucionado” a una especie de pantomima sobreactuada con periodistas que son porristas, exfutbolistas petulantes y de personajes ajenos al balón. Y esto, no aporta nada, ni al futbol, ni al espectador… únicamente rating a las televisoras. Esta “evolución” ha ido quitando de los principales foros a verdaderos periodistas y ha dado paso a personajes bufonescos como Faitelson y Álvaro Morales para ser incluso señalados como referentes del periodismo. Triste escenario para los que somos unos románticos del futbol.
Hay casos donde las funciones de periodistas y analistas se desarrollan con toda la amplitud y sentido de la palabra, pero estos son los menos. Por no ser polémicos y no abrazar una bandera y a un personaje, gozan de menos popularidad y al parecer están destinados a desaparecer. La luz de esperanza en esta oscuridad se puede encontrar en internet, donde podemos encontrar propuestas y contenidos ricos en análisis de los cuales podemos tirar mano y alejarnos de ese circo televisado.
La polémica barata no sucede solo en el ámbito local, como decimos coloquialmente: “en todos lados se cuecen habas”. Personajes como Tomas Roncero, Eduardo Inda, Cristóbal Soria en España y Flavio Azzaro en Argentina nos sirven para ejemplificar esta funesta “evolución”. Pareciera que, si no se pelea, si no se grita y si no se insulta, no puede haber pasión.
¿En qué momento el personaje se comió al periodista? ¿En que momento el mensajero se convirtió en algo mas importante que el mensaje? Esto sucedió en el momento en el que vemos la confrontación y el insulto como algo cotidiano incluso hasta en el deporte mas bello. Ahí, en el punto más alejado del balón, justo en ese momento encontraron el negocio y por ahora, no veo como salgamos de ello.
Escríbeme por twitter y platiquemos.
@Escritorsga