EL JICOTE
Durante muchos años los presidentes de la República en sus informes recurrían a los números para dar prueba de la honestidad con la que se manejaban los recursos del pueblo, se destacaban las cifras no solamente con millones, miles y cientos sino hasta con pesos, la opinión pública mostraba su burla y escepticismo a los informes presidenciales y les llamaba: “la danza de los millones”. El Presidente López Obrador rechaza que se maneje el éxito de su gobierno midiéndolo por el crecimiento, elemento cuantitativo producto, afirma, de una obsesión tecnocrática. Considera que después de todo su objetivo es la felicidad de la gente, en otras palabras, el bienestar de su alma. Como la felicidad y el alma son espacios internos que cada quien llena como quiere, los informes presidenciales dejarán de ser la danza de los millones para convertirse en la feria de las ilusiones.
Tratando de parafrasear al Presidente, la religión de los números no será la única preocupación de su gobierno, tesis que no es nueva, ya lo decía Einstein: “No todo lo que cuenta se puede contar; no todo lo que se puede contar, cuenta”. Robert Kennedy, ya en 1968 abundó en la misma idea: “El PIB no tiene en cuenta la salud de nuestros niños, la calidad de su educación o el gozo que experimentan cuando juegan. No incluye la belleza de nuestra poesía ni la fuerza de nuestros matrimonios. No mide nuestro coraje, ni nuestra sabiduría, ni la devoción a nuestro país. Lo mide todo, en suma, salvo lo que hace que la vida merezca la pena. Puede decirnos todo, salvo por qué estamos orgullosos de ser estadounidenses”.
Muy bien, reconozco, es necesario tomar en cuenta todo esto, pero sin olvidar la importancia del crecimiento. El mismo López Obrador en su Informe en líneas adelante se desmiente a sí mismo y rescata la importancia del crecimiento. Dijo: “En suma, estamos rescatando el campo del abandono al que fue condenado por la política neoliberal y una vez que se obtenga más crecimiento económico, cuando se fortalezcan las finanzas públicas, se dará un apoyo aun mayor a los productores nacionales mediante subsidios y créditos…” Por supuesto, si no se crece económicamente lo único que hay que repartir es pobreza. No me crean a mí, créanle al subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, que sin rodeos, sostuvo: “Sin crecimiento no hay desarrollo”. Lo que trata el Presidente es evitar que se le exija rendir cuentas. Si nos atrevemos a reclamarle que el país no crece económicamente, nos contestará que eso no es importante, pues México es el país que tiene más fiestas en el mundo, lo que es cierto, 365. Cada día en alguna población de México hay una fiesta. Puede haber mayor prueba de felicidad. Y si Usted no se resigna a su pobreza, consuélese: “Los ricos también lloran”. En la Cuarta T no habrá gabinete sino un consultorio de almas, todos podrán cantar: “Nosotros para gobernar no necesitamos una razón, nos sobra mucho, pero mucho corazón”.