DESDE LOS BALCONES
Dado el agudizamiento de ciertas condiciones sociales, que parecen salirse de control en algunos Estados de la República, no sería remoto que surgiera la necesidad de que se llegara al extremo de declarar la desaparición de poderes de alguno o varios de los mismos.
En mejores y peores situaciones esto mismo ha acontecido de 1910 a la fecha, ya ni mirar el campo internacional, porque ahí se mueven otras fuerzas y por ello tienen que ser extremas las condiciones del capitalismo.
Hasta ahora, según lo que se ve, todo ocurre dentro de los límites de la gobernabilidad en equis o zeta entidad de la república; que si es el crimen organizado y el choque de bandas; que si es el mercado de la capitalización del aguacate, del limón, de las hortalizas, o de cualquier otra producción industrial masivo; vistos a bulto los problemas y que se repiten por aquí y por allá, bloqueando carreteras, aeropuertos, ciudades enteras, intimidaciones mil tipo hormiga que por fertilizantes, pretexto y causales reales sobran; pero tendrá que llegar el momento que se haga un balance del desempeño social y político de cada uno de los gobiernos locales.
Todo eso y más, así formal y vagamente expuesto, podría dar pábulo a que se hiciera necesario la desaparición de poderes, en aquellas entidades, donde los gobiernos locales parecen no existir, o le escurren el bulto a los problemas.
¿A que se dedican los partidos políticos, mal denominados de oposición? Parecen más bien ocuparse a enrarecer el ambiente de la vida diaria de los ciudadanos, como si se tratara solamente de sacarle raja y privilegios a las posiciones y privilegios del poder que se usufructúan; pero poco se siente y se advierte el carácter de gobernabilidad política con que debieran actuar y no lo hacen.
No todo lo va a resolver el refuerzo de la guardia nacional, y el extraordinario gasto social en favor de los más necesitados, cuestiones éstas fundamentales y caras al nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador; mientras en la práctica se boicotea de mil maneras la aplicación y la efectividad de tales nobles políticas sociales.
Algo cruje en los cimientos políticos de algunas de las entidades, algo se le atraviesa a los engranes del nuevo poder, surgido en algunos Estados de la República, en donde las ruedas institucionales rechinan como si los grupos desplazados se dedicaran a echarle arena, piedra y pilancones al carro y a la carretera de la cosa pública, para que ésta no agarre inercia y adquiera velocidad.
Todo le pretextan, todo le cuestionan al Presidente Andrés Manuel López Obrador y amparos sobran para estorbar cualquier intento de toda nueva obra pública.
¿Qué está pasando en algunos Estados, que no se ocupan de la vigilancia de los ductos y se roban y asaltan el energético, llámese petróleo, gas, fluido eléctrico, etc.?
¿Qué personalidades del pasado siguen moviendo los hilos bajo cuerda, como cuando declara éste o aquel ex presidente, lo que se le ocurre y antoja decir, coincidentemente, todo orientado hacia el cuestionamiento del Poder Constitucional del Ejecutivo Federal? Ante ello y como lo expresa don AMLO, hay que decirles que no intenten jugar a las vencidas; México ya vivió peores episodios que los actuales, sólo recuérdese la época del general Calles y el tránsito al poder del General Lázaro Cárdenas del Río.
Si todo eso no nos sirve de experiencia, si lo acontecido con Carranza y Obregón no ilustra nuestro convivir político actual; entonces no vemos otra cosa en el horizonte político inmediato, a corto y a “largo” plazo, que la desaparición de poderes en algunas entidades de la república, en lugar de estar contando muertos y hechos violentos todas las mañanas.
Pero la realidad y el acontecer de la vida pública nacional e internacional tienen la última palabra. ¡Ah, y también el Ganso!