DESDE LOS BALCONES
Ayer intentamos insertar históricamente, aunque se trate más bien de una cuestión historiográfica, la consignación penal federal de la ex dirigente nacional del PRD, Rosario Robles Berlanga, ex secretaria de Sedesol y Sedatu, durante la gestión de Enrique Peña Nieto.
Va a concentrar la atención este caso, toda vez que Rosario Robles, también fungiera como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, al dejar ese mismo cargo de elección el ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, para buscar la candidatura de la Presidencial de la República, cuyos contendientes adversario serían Vicente Fox y Ernesto Zedillo, una elección por demás oscura y llena de episodios sangrientos, precedida por el asesinato en Tijuana del entonces candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, episodio no aclarado a la fecha y al que le siguiera la postulación de Zedillo Ponce de León, aunado al levantamiento zapatista de Chiapas, que introdujo un distractivo poco claro para la clase en el poder y todavía no esclarecido a la fecha.
Rosario Robles, de entrada se pasó a las filas del Salinismo y por tanto cometió una deslealtad y una traición a la izquierda mexicana, agrupada alrededor de la personalidad del hijo del General Lázaro Cárdenas. Fue una traición, porque de esa manera comprometió la hegemonía de esta fuerza política y no puede considerarse como un compromiso político que, se haber sido así, tendría alguna explicación en el marco del desarrollo de ese episodio en la lucha por el poder presidencial y, habiendo sido ocultos y sigilosos tales maniobras personales, las mismas de reputan como una traición.
Acontecimientos posteriores califican de tal lo realizado por Rosario Robles, al relacionarse oficial y sentimentalmente con un agente provocador, de esa manera infiltrado por la misma Jefe de Gobierno, el que posteriormente se revela con manejos financieros a cargo del PRD y Carlos Ahumada, lo que traería después los intentos de defenestración de AMLO, ya a la sazón, nuevo y segundo Jefe de Gobierno del D. F., por elección popular y todo lo que alrededor de esto se tejió entre las cúpulas.
De paso hay que decir, que las tres candidaturas del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, constituye un hito en la política nacional en cada una de las fases que recorrió esta personalidad política desde fines del siglo pasado, algo que no puede mirarse como una aventura personal, sino como un proceso compleja que arrastrara a las masas populares de México, desde los más apartados rincones de éste, hasta las grandes ciudades, donde Cuauhtémoc se transformó en una figura emblemática no menor a lo que acaso representara Garibaldi, en Italia, Eliezer Gaytán, en Colombia y, acaso Salvador Allende en Chile, mediante diferencias y contextos políticos e históricos singulares y concretos en cada caso.
Desde este contexto y de más atrás viene el reflujo contrarrevolucionario de la burguesía mexicana y el ascenso de las masas populares que luego se mirarían, señeramente, en el movimiento estudiantil de 1968; nada se da en el vació, todo lo hilvana la historia con hilo de oro, así como el movimiento del 1968 tiene sus raíces, también en otras movilizaciones como lo fuera, la candidatura presidencial de Ramón Danzos Palomino, de Sonora, contendiendo ya con el diazordacismo, esto es con un “resulto” del Avila cataclismo que recorre su curso con la clausura del internado del IPN y todo lo después de vió con el movimiento ferrocarrilero y los maestros de la Sección IX, a cuya cabeza del cual se hallara el Maestro Othón Salazar de Guerrero, hermano en la distancia de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas y cientos de luchadores más.
A todo esto y a más, faltó la militancia de Rosario Robles y al compromiso político que simulara tener con las corrientes que confiaron en ella. Naturalmente no es el único caso aislado, al lado de la misma se colocaron conductas de colaboracionismo oficioso político de innumerables actores que todavía no han sido analizados, pero que sirven para explicar los hechos y circunstancias en que se haya inscrito el acontecer nacional y especialmente, para quienes ven como inusitado el colaboracionismo político para dar al traste con la Reforma Agraria, Eléctrica, petrolera y obrera del país, conquistas que tuvieron un alto precio pagado por el pueblo y que Salinas Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto echaron abajo con las inmensas privatizaciones de la fundidoras, concesiones mineras y del petróleo, destrozando la estructura constitucional que la burguesía mexicana tuvo como respuesta en 1917 a las masas populares de entonces.
Quedan lagunas, muchas lagunas, análisis y valoraciones históricas que de mucho serviría a la 4T de Andrés Manuel López Obrador, para no incurrir en parecidas claudicaciones, desviaciones y aberrantes traiciones como ha sucedido con Graco Ramírez, Amalia García, los llamados Chuchos y algunos otros metamorfoseados y disfrazados genéricamente de luchadores, todos ellos dentro del oportunismo electoral y nada más.