ALHAJERO
Hace seis años, Hipólito Mora Chávez se levantó en armas. Todo comenzó de manera inesperada para él. Tenía 58 años entonces (2013). Junto con sus hijos, en la Ruana, Michoacán, trabajaba un huerto de limón que le había obsequiado su hermano.
Pero llegó un día que encontró a su hijo Manuel en la hamaca, en vez de estar trabajando. Le preguntó por qué. Él le dijo que en la empacadora no le recibían su cosecha. Hipólito enfiló a la empacadora. Pidió una explicación. Ahí, el dueño le hizo una seña, mostrándole a una serie de hombres armados apostados en el lugar. Ellos (los Caballeros Templarios), le dijo, son los que deciden a quién se le compra.
-Pues yo no sé cómo le vas a hacer –repuso Hipólito-, pero a mi hijo le recibes mañana…
Ese mismo día tomó la decisión de hacerle frente a ese grupo y el 24 de febrero de 2013, La Ruana se convertía en la primera localidad en levantarse en armas contra los Templarios.A partir de ahí sucedieron muchas cosas. Otros pueblos se unieron a su lucha. Creció el movimiento.
Pero al paso de los meses –y con la intervención del gobierno federal-, su movimiento fue infiltrado. Se hicieron patentes las divisiones. Decenas de jóvenes cortadores de limón fueron arrestados.
El momento más dramático para Mora ocurrió el 16 de diciembre de 2014 –ya un par de días antes había advertido que la situación se había descompuesto de nuevo en Michoacán, que estaba peor que antes de su levantamiento-. Pero ese día, sí fue negro para el líder de las autodefensas más pobres de Michoacán: mataron a su hijo Manuel.
Un “fuego cruzado”, se dijo, en el que intervino (Simón) El Americano, a quien en todo momento apoyó el entonces comisionado del Gobierno Federal, Alfredo Castillo.
Dos meses después, Hipólito fue llevado a prisión acusado de homicidio. Nada le probaron. Salió a los seis meses.
En 2015 hizo campaña –con una bocina y un chaleco antibalas- por una diputación federal bajo las siglas de Movimiento Ciudadano. No la logró. A partir de ahí, aguardó a que el Gobierno “hiciera su trabajo”: darles seguridad.
El pasado domingo 14 de julio volvió a aparecer. Desde su cuenta en Face denunció: “Estamos peor que nunca”.
E informó al gobierno federal y estatal: “(…) desde hoy traeré conmigo un rifle y una pistola y cualquier autoridad que trate de detenerme o desarmarme va a tener que asesinar porque vivo ni a la cárcel me llevaran ni me desarmarán. Cuando el gobierno nos dé la seguridad, porque ése es su trabajo y para eso se les paga, entonces con gusto dejaré las armas”.
-Tengo el derecho de gritar –alegó ante el silencio estatal y federal. El siguiente paso está a la vista, pero en el Gobierno nadie parece escucharlo.
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