EL CRISTALAZO
Pasado mañana se cumplirán ciento cuarenta y siete años de la muerte de Benito Juárez en el Palacio Nacional.
Quizá sin reparar en la proximidad del aniversario, ayer el Señor Presidente se refirió a su inminente mudanza a los nuevos apartamentos dentro del histórico edificio, en los cuales habitará mientras dure su encargo, sin desmontar del todo su actual domicilio en la alcaldía de Tlalpan, llamado, por cierto, en los tiempos de don Benito, San Agustín de las Cuevas.
“…Y vivir aquí, donde vivió y murió el presidente Juárez es un gran orgullo y al mismo tiempo una gran responsabilidad…”, dijo el SP en su conferencia matutina.
La muerte de don Benito fue muy dolorosa. Sus aposentos estaban sobre la calle de la Moneda, llamada así, obviamente, por la casa de emisión instalada donde ahora es el Museo Nacional, para cuyo servicio de grabado de numismática, entre otros fines, se creó la Academia de Artes de San Carlos.
Ahí estuvo —por años— la Piedra del Sol.
El actual domicilio del Señor Presidente no estará en esa ala del edificio sino en la esquina sur oriental, cerca de Correo Mayor.
El triste deceso de don Benito es narrado así en un trabajo llamado “Muerte y acta de defunción, Benito Juárez murió de neurosis del gran simpático en 1872”, escrito por Guillermo Fajardo Ortiz y Alberto Salazar para el Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, de la Facultad de Medicina de la UNAM.
“A LAS PUERTAS DE LA MUERTE. “EL FALLECIMIENTO.
“…Diez días después de las molestias anteriores, el 18 de julio de 1872, el Lic. Benito Juárez moriría.
“Una importante referencia es el testimonio ‘talentoso’ (sic) del Dr. Ignacio Alvarado, que expresó:
“Serían las once de la mañana de aquel luctuoso día, cuando un nuevo calambre dolorisísimo del corazón lo obligó a arrojarse a su lecho, no se movía ya, el corazón latía débilmente, su semblante se demudó, cubriéndose de las sombras precursoras de la muerte, y en lance tan supremo tuve que acudir contra mi deseo a aplicar un remedio muy cruel, pero eficaz; el agua hirviendo sobre el corazón…
“EL GRITO DE AGONÍA”.
“El ‘tratamiento’ provocó que el presidente se quejara violentamente, dijo:
“—Me está usted quemando. El Dr. Alvarado contestó amablemente:
“—Es intencional, así lo necesita usted.
“Hubo cierta tranquilidad durante cerca de dos horas; se repitió el cuadro, repitió el “tratamiento”, pero no hubo respuesta, las fuerzas de Benito Juárez estaban agotadas.
“ÚLTIMAS AUDIENCIAS”.
“Durante las últimas horas de vida del Lic. Benito Juárez, con la salud sensiblemente quebrantada, el Secretario de Relaciones insistió en una audiencia, tenía un problema importante que tratar, fue recibido, el funcionario no se enteró de la enfermedad mortal.
“Poco después recibió a un general, al que dio instrucciones. Benito Juárez estaba lúcido, presentía que había llegado al final de su destino, continuaba trabajando. Procedía de una cultura en que el sufrimiento se oculta.
“NOTICIAS DIFUSAS.”
“En las horas finales de Benito Juárez se le hizo saber al pueblo y a los colaboradores y amigos del Presidente que padecía reumatismo en una rodilla.
“Sin embargo hubo que rectificar pues se propagaron rumores infundados en el sentido de que su muerte se debía a un envenenamiento; las versiones se desmintieron al elaborarse y darse a conocer el acta de defunción, documento que fue firmado por los doctores: Ignacio Alvarado, Gabino Barreda y Rafael Lucio Diez, los firmantes indicaban que la causa de muerte era neurosis del gran simpático, se elaboró el acta en la casa que entonces habitaba Benito Juárez, en la calle de Moneda, en el número 1 al lado de Palacio Nacional”.
“VERSIÓN FIEL DEL ACTA DE DEFUNCIÓN”.
Una anotación en el ángulo superior izquierdo manifestaba: “No. 1218. Mil doscientos diez y ocho. Benito Juárez: Neurosis del gran simpático. De orden superior. Sin derechos”.
“El cuerpo del acta expresaba lo siguiente:
“En la ciudad de México a las diez de la mañana del día diez y nueve de julio de mil ochocientos setenta y dos ante mí, Francisco J. Ruíz, juez 3º del estado civil de esta capital, compareció el C. Benito Juárez Maza, hijo natural de Oaxaca, de diecinueve años, soltero, estudiante y con habitación en el número uno de la calle de Moneda, y expuso que: a las once y media de la noche de ayer en su dicha casa, falleció de neurosis del gran simpático, el padre del compareciente, el C. Benito Juárez Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos… ”