Sin aviso previo ni anuncio formal y como parte de los acuerdos firmados tras el restablecimiento de relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos, el presidente Barack Obama canceló de manera súbita, inmediata y definitiva, la política inmigratoria que ha permitido la entrada legal al país de mas de millón y medio de cubanos en los últimos 25 años, conocida como Pies Secos, Pies Mojados.
La doctrina, establecida por el Presidente Bill Clinton en 1995 extendiendo los beneficios establecidos en la original pasada por Kennedy en 1961, permitía a cualquier ciudadano cubano que escapara de la Isla, su entrada legal a Estados Unidos, ya sea en sus garitas, aeropuertos, embarcaciones, puertos marítimos, playas o embajadas. Después de un año, se les proporcionaba residencia permanente legal y por ende, después de cinco, manteniendo un récord criminal limpio, la ciudadanía americana.
En el puente fronterizo de Nuevo Laredo, Tamaulipas y Laredo, Texas, la noticia le cayó como un balde de agua helada a cientos de cubanos que se enteraron literalmente a metros de su sueño americano.
Dicho sueño ahora es amenazado, como los de cualquier otro inmigrante que quiere entrar a los Estados Unidos sin papeles.
“Sea han postulado de una manera que no esperaba. Se tomo la decisión, pero tienen que haber dado un aviso. Se va tomar la decisión, pero a partir de tal día. Se firmó, pero a partir de tal día. Entonces fue una decisión muy radical”, expresó Jorge Miramontes, inmigrante cubano.
Nunca antes, desde que Fidel Castro tomó el poder de la Isla en 1959, los exiliados cubanos habían sido amenazados con cárcel inmigratoria y deportación, por intentar entrar sin visa a Estados Unidos.
“Si no sales voluntariamente, tienes que irte presa con inmigración. Entonces la mayoría de nosotros ha sido irnos voluntariamente”, manifestó la también cubana Ana Guillén Rosiles.
Para docenas de los cubanos que tienen sus horas contadas en la frontera mexicana, antes de que se les detenga por violación a la leyes de inmigración de Mexico, la indignación es evidente. Sienten que la acción tomada por Obama fue una venganza política por el voto cubano que le dio el estado de Florida a Trump y por ende, la presidencia de Estados Unidos. Voto que ha sido predominantemente Republicano desde el desastre de Bahía de Cochinos, en 1961.
“Si me van a deportar ahora, no quisiera entrar nunca ya. Porque yo vendí todo lo que tenia, hasta mi casa allá en Cuba, para poder venir para acá y no tengo ni para dónde irme en Cuba. Pues ahora solo nos queda tratarle ahí, para ver qué pueden hacer con nosotros”, dijo Luis Roberto Martínez.
Cansados, sin dinero y con las arenas del tiempo expirándose, antes de también ser prófugos de las leyes inmigratorias mexicanas, estos cubanos, los primeros inmigrantes indocumentados cubanos en casi medio siglo, esperan la salida de quien les quitó su sueño americano y ver qué pasa con la llegada de Trump, que sin el voto de sus connacionales que radican en la Florida, jamás hubiera llegado a la Casa Blanca. Y que además, prometió revaluar las nuevas y frágiles relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.