VOCES DE MUJERES
Desde los años 90s, con los cambios sociales y culturales que han permitido que cada vez más mujeres trabajen fuera de casa, se ha arraigado la idea de que en la mayoría de los hogares los hombres participan de manera más pareja en las actividades domésticas y de crianza. Tristemente los números indican que, aun cuando si ha aumentado la participación de los hombres en el manejo de la escoba en algunas sociedades, en la mayoría de los países del mundo la diferencia es abismal y la división del trabajo sigue siendo apegada a los patrones culturales tradicionales. A eso se le conoce como “Piso Pegajoso”, es decir a las tareas de cuidado y vida familiar a las que tradicionalmente se ha relegado a las mujeres y que hacen que, para las mujeres que tienen una vida laboral fuera de casa, aumente la jornada de trabajo diaria en varias horas al día con respecto a su compañeros hombres.
Como es algo que me ha estado rondando la cabeza, hace unos días publiqué una caricatura sobre la diferencia de la carga doméstica que las mujeres que trabajan enfrentan en comparación de sus compañeros varones. Y pues a algunos no les pareció chistoso el dibujito y se dio un debate de esos que se dan en redes sociales donde me decían que estaba equivocada porque ellos si comparten el trabajo en casa o porque ellos conocen mujeres que no mueven un dedo. Y entiendo sus comentarios porque, como todas las personas, con frecuencia consideramos que nuestra propia experiencia comprende a la generalidad, y pues bueno una golondrina no hace verano. Aquí les comparto algunos numeritos.
Como señalaron puntualmente, hay mujeres, las más privilegiadas, que no realizan labores domésticas ni de cuidado porque cuentan con los recursos económicos para subrogar esa labor a empleadas domésticas (9 de cada 10 son mujeres). Sin embargo la gran mayoría de las mujeres viven una realidad muy distinta. Así como en un extremo de la campana hay mujeres que dedican el 100% de sus actividades al trabajo doméstico y al cuidado de niños, adultos mayores y personas con discapacidad, en el otro extremo hay mujeres que dedican 0% de su tiempo a esas actividades. En el centro, y en mayor o menor grado, las mujeres dedican más horas a labores domésticas y de crianza que sus parejas.
La diferencia de horas empleadas en labores domésticas varía dependiendo del país. Desafortunadamente en nuestro continente México ocupa uno de los primeros lugares en disparidad en este tipo de labores, solamente superado por Argentina y Ecuador. En nuestro país las mujeres dedican 8 horas en promedio a labores domésticas y de cuidado no pagadas vs 2 horas que dedica un hombre, diferente a nuestros vecinos Canadá y EEUU en donde en promedio por cada 3.6 horas que dedica una mujer a ese trabajo el hombre dedica 2.4. Hay sitios donde la diferencia es aun mayor, por ejemplo en la India por cada 6 horas dedicadas al trabajo doméstico un hombre dedica menos de una hora.
La división asimétrica del trabajo doméstico inicia desde niños. Un estudio realizado por el Maryland Population Research Center deteminó que los chicos entre 15 y 19 años dedican menos de media hora a realizar quehaceres domésticos comparados con más de 45 minutos que las jóvenes dedican a esas actividades. También señala que el tiempo que dedican las niñas al trabajo domestico aumenta mientras menor es la educación de sus padres.
Un estudio del COLMEX en que analizan la participación en el trabajo doméstico cuando tanto la mujer como el hombre trabajan fuera de casa concluye que los hombres participan más en las labores del hogar cuando la pareja vive en unión libre que cuando están casados (ojo chavas). Además la brecha se reduce en proporción a los ingresos, no porque los hombres trabajen más en sus casas, sino porque cuando las parejas cuentan con mayores ingresos dedican un porcentaje de estos a pagar por ese servicio.
Cuando se calcula la aportación del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que hacen las mujeres nos damos cuenta de su importancia. Tan solo para 2017 se estimó que éste fue equivalente al 26% del PIB, aproximadamente 5.1 billones de pesos. Su valor total dentro de la economía mexicana es mayor que el del comercio (18%), la industria manufacturera (17.2 %) y servicios inmoviliarios (10 %). El INEGI calculó que si ese trabajo fuera remunerado las mujeres más pobres y quienes dedica más tiempo a esas labores recibirían en promedio $4,941 pesos al mes por las labores que realizan de manera gratuita.
El “piso pegajoso” es un concepto difícil de comprender cuando nunca te ha afectado pero la gran mayoría de las mujeres lo vivimos todos los días y lo vemos reflejado en esa desigualdad que aumenta horas a tus labores diarias y que provoca que muchas mujeres no intenten conseguir una promoción, no busquen un trabajo mejor remunerado de mayor responsabilidad y renuncien fácilmente porque la carga de trabajo dentro de sus hogares puede ser apabullante. Y como ya vimos, aun cuando las mujeres ocupamos cada vez más espacios laborando en una oficina, una fábrica o una empresa los hombres no se han ocupado en la misma proporción en la cocina, lavando ropa o cuidando niños.
Aunque algunos si lo hagan.