ALHAJERO
Suele decirles que van “bien” –“muy bien” incluso-, para animarlos.
Así lo hacía Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal, y así lo sigue haciendo ahora como Presidente de la República frente a su gabinete.
Ayer no fue la excepción.
Pero en realidad, lo más importante de esos encuentros en los que participa no sólo el gabinete legal y ampliado, sino también los llamados súper delegados y funcionarios de primero y segundo nivel de las distintas dependencias, es aquello donde AMLO hace ver lo que hace falta, lo que no avanza aún, lo que sugiere, ordena o reconviene.
Es su forma de activarlos, de darles un remezón.
Así fue esta vez también en la reunión privada que sostuvieron en Palacio Nacional.
-Regaño general-, describiría con cierto humor uno de los asistentes.
-Jalón de orejas por el retraso en la entrega de los programas sociales-, añadiría otro.
-Dejar el escritorio y las oficinas; ir a tierra, a las comunidades indígenas principalmente para escucharlos, apoyarlos y checar que estén recibiendo los apoyos prometidos-, declaró alguien más.
La reacción de López Obrador no es de extrañar.
En sus últimas giras ha recogido reclamos porque los apoyos no llegan -o si llegan, aparecen extrañamente con faltantes-, o aparecen de último momento cuando va a pasar por ahí.
Seguimiento personalizado a todos los programas, pidió.
Del famoso Censo de Bienestar se asegura que va al 85 por ciento, aunque las voces y manos alzadas en los eventos negando haber sido censados suelen ser muchas aún.
Pero es a ese censo al que le tiene fe y credibilidad el Presidente. Nada quiere saber de los datos recogidos por gobiernos anteriores. Ni siquiera los del Inegi.
Ya lo decía Gabriel García Hernández a los actuales coordinadores de los delegados estatales –desde la etapa de transición-, las cifras del Inegi no eran confiables; las consideraban amañadas y de factura neoliberal.
De ahí la confección del censo propio. El suyo, el “creíble”, el de la Cuarta Transformación, aunque nadie sepa bajo qué estándares de calidad y confiabilidad técnica se estén realizando.
Y sobre las medidas de austeridad, el jefe del Ejecutivo no quitó el dedo del renglón. Más y más austeridad. Optimizar recursos, le llaman.
GEMAS: Obsequio del Grupo Carso sobre la autopista Jala-Puerto Vallarta: “No se ha iniciado la obra, dado que la SCT no ha definido el trazo final del tramo (se ha comentado de un cambio de trazo derivado de las dificultades de liberación de Derecho de Vía). Por lo tanto, no se cuenta aún con proyecto definitivo, ni con los permisos ambientales correspondientes para iniciar”.