DESDE LOS BALCONES
El capital financiero mundial está sustentado sobre la especulación del valor accionario de las empresas. Toda nueva empresa, llámese industria, comercio, banco, perteneciente a cualquier rama industrial y de servicios, publicitaria simplemente, adquiere vida jurídica, luego económica, una vez que sus socios reales o formales se constituyen en sociedad en cualquiera de sus modalidades con un capital social total con tantas o cuantas acciones cada uno.
A Groso Modo, así empiezan a operar en el mundo de los valores accionarios las empresas, el complemento será satisfacer las premisas que se requieran para cotizar (valorizar) sus acciones en el ámbito de la competencia financiera y de crédito según el mercado de valores oscilante, a la alza o a baja cada vez.
Intentar construir un refinería sin recurrir el financiamiento bancario internacional, de cierto modo, es ir contrala corriente de la especulación financiera mundial; romper en alguna medida con las reglas de esa especulación significa contrariar las leyes de la centralización del capital mundial y tal cosa entraña algo peor que ignorar las leyes de la gravedad, por decir lo menos.
Si la refinería “dos bocas” se hubiera proyectado con el crédito bancario mundial a través de cualquier conexión monopólica del caso, las cosas irían bien y la prensa nacional e internacional estaría de plácemes AMLO seria el héroe financiero de turno, un estadista y un visionario dirían; pero como no es así, como se propone construir esa refinería con recursos propios, dinero capital proveniente de los propios recursos fiscales, sucede entonces que las empresas calificadoras, como se les denomina a esas esferas adláteres de la especulación, ponen el grito en el cielo, pretendiendo arrinconar a un gobierno al que le han cargado uno y mil endeudamientos a cuenta del valor del petróleo, habido y por haber, bajo el suelo submarino y potencialmente exportable al mercado refinador.
En cada uno de estos procesos se valoriza capital, entre o no directamente en la compra de bienes de producción, fuerza d trabajo y cualquier otro elemento de capital constante o circulante en la erección y puesta en actividad de esa nueva refinería de “dos bocas”.
Se escribe cualquier cosa, una y mil vulgaridades de corte seudoeconómica, pero sobre todo subjetividades para denigrar e insultar al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pretendiendo convencer que tal acierto industrial y económico constituye un crimen y un absurdo, sin parar en disparates y deformaciones que las hay y las habido a largo de la historia del capitalismo. Lo mismo acontece con el aeropuerto de Texcoco; de pronto aparecieron toneladas de escritores y periodistas sábelo todo, algo que nunca aconteció en otros momentos, cuando todo el potencial petrolero del Golfo de México, pasó a constituir la reserva especulativa de los precios mundiales del carburante y, por tanto de la especulación accionaria de los trust internacionales. Esto es lo que pasa y no otra cosa. ¿Qué sigue a todo esto? Una lucha a muerte contra la erección de nuevas fuerzas productivas de país, con un escarmiento mundial de paso, como lo acontecido con PETROBRAS, ANTES CON LA URSS, PERO ESTA NACION TIENE DE SU PARTE ARMAS ESTRATEGICAS Y ESTAS NO COTIZAN EN NINGUNA BOLSA DE VALORES.