EL JICOTE
LÓPEZ OBRADOR. EL DISPARATE
Edmundo González Llaca
El hecho sucedió en la Facultad de Derecho de la UNAM en un examen profesional, el sinodal le preguntó al sustentante: “¿Qué es la justicia?”. El alumno guardó silencio un largo rato y luego volvió los ojos al techo. El maestro le dijo: “Bien compañero, va bien”. El alumno confundido se quedó viendo al Maestro, pues no había dicho nada. No obtuvo mayor respuesta, respiró profundo como meditando y volvió a mirar al techo. El Maestro lo interrumpió: “Muy bien, va otra vez va muy bien”. El alumno indignado dijo: “Maestro no se burle, no he pronunciado una sola palabra”. El Maestro le respondió: “Por supuesto, pero yo le pregunté qué era la justicia y Usted volvió los ojos buscándola en el cielo y, efectivamente, es en el cielo en el único lugar donde se puede encontrar la justicia”.
López Obrador ha afirmado que ante la ley y la justicia se inclina por la justicia, El dilema es viejísimo, Sócrates en el año 399 Antes de Cristo es acusado de corromper a los jóvenes, el jurado lo condena a muerte. La sentencia es abrumadoramente injusta, sus discípulos corrompen a los guardias e invitan a Sócrates a huir. Sócrates se niega, dice: “No voy a huir como un esclavo. La sentencia es injusta pero fue adoptada con leyes aprobadas y por un tribunal legalmente constituido. Con tal de salvar a la polis, más vale padecer la injusticia que cometerla”.
Platón, conmovido por la muerte y ejemplo de su maestro, hace la gran apología de la prioridad y supremacía de la ley, escribe: “Y si yo hoy he llamado servidores de las leyes a los que hoy llamamos gobernantes no ha sido ello por un afán de crear nombres nuevos: es porque, según mi opinión, de esto depende más que de todo lo demás, de salvación de la ciudad o su perdición. Pues si en una ciudad la ley está sujeta y carece de fuerzas, veo muy cercana su ruina, pero allí donde la ley reina sobre los gobernantes y donde los gobernantes se hacen a sí mismos esclavos de la ley, veo nacer allí la salvación y, con ella, todos los bienes que los dioses otorgan a las ciudades”.
La justicia tiene como su principal forjadora al Derecho. Cuando no van por la misma vía la ley y la justicia, el deber del gobernante en una democracia es cambiarla utilizando precisamente la ley las instituciones, pero nunca convocar a su violación. La crítica prácticamente unánime de la opinión pública a este disparate, que abre las puertas al autoritarismo, no ha calado en López Obrador, en su diccionario personal no están las palabras: autocrítica y rectificación.