CHICHARITO
“…Aquí esta el Chicharito Hernandez, se apoya y la deja para Rafa Marquez, pisa la pelota… atención que no hay fuera de lugar!… el Chicharito! Chicharito! Gooooool de Mexico!!! Gol de Hernandez! y explota Polokwane! explota todo el país!… llega Hernandez y desparrama a Lloris y mete la pelota para que Mexico este derrotando a Francia en Sudáfrica!!…”
Así fue la emocionante narración de Christian Martinoli en el minuto 64 del partido de Mexico vs Francia el 17 de junio del 2010 en el Mundial de Sudáfrica al gol de Javier “Chicharito” Hernandez. Un gol que catapultaba y afianzaba a un joven delantero de apenas 22 años como el próximo ídolo de nuestra selección nacional. Un gol que reafirmaba la confianza que había puesto en él un equipo histórico del futbol mundial: Manchester United. Un gol de un joven que por sus apellidos, sus pies y sus genes corre ADN futbolístico de dos históricos del balompié mexicano, su abuelo Tomás Balcázar (que curiosamente, también marco un tanto contra Francia en el Mundial de Suiza 1954), y de su padre Javier “Chícharo” Hernández, que de igual manera, porto la camiseta de Mexico en el Mundial de 1986. Un gol emocionante y trepidante que sellaba casi a manera de beso el romance entre el carismático ariete y la afición mexicana. Un gran romance… Pero, como muchos otros grandes romances, este parece estar también destinado a la tragedia.
Hace casi 9 años, su figura era idílica para la selección mexicana y ahora hasta nos pitorreamos de sus goles. En la actualidad, pocas figuras tan polarizantes hay en el futbol mexicano como Javier Hernández. Y es que hablar del “Chicharito” genera un debate entre dos bandos: los que lo señalan como uno de los mejores delanteros en la historia del balompié nacional, y los que despectivamente lo señalan como un sobrevalorado con suerte. Con mas de 150 goles en Europa y siendo el máximo artillero histórico de nuestra selección, el debate debería estar zanjado. Bajo los fríos números, es indiscutible su importancia en nuestra selección; pero, dentro de la magia del futbol, la apreciación, la observación de detalles que no están ligados a números y triunfos puede encumbrarte o lanzarte al vacío con mucha facilidad y eso le pasa con frecuencia (dentro y fuera de la cancha) al Chicharito.
Javier Hernandez cuenta con un palmares que lo encumbra dentro de los futbolistas históricos mas importantes de nuestro futbol. Su paso por la Selección, Chivas, Manchester, Real Madrid, Leverkusen y ahora en el West Ham es sin duda un curriculum envidiable y tal vez ahí es donde radica la raíz del problema, en la envidia. Parece que cuando se pone una camiseta, sin importar cual sea, nos convertimos en críticos extremos dueños de la verdad, nos convertimos en una versión que esta ansiosa por señalar y crucificar los infortunios e incluso hasta los aciertos del delantero. En el momento de criticar y generar análisis, pocos jugadores han podido sacar lo peor de nuestras inseguridades como lo hace el Chicharito. Es importante comentar que esto no solo aplica cuando hablamos del jugador, también nos pasa cuando hablamos como equipo; por ejemplo, la semana pasada, en el juego de la selección mexicana vs el combinado paraguayo, antes del partido, los periodistas se partían en elogios al buen sinodal contra el nos enfrentaríamos, se hablaba de la garra paraguaya y de que seria un excelente ejercicio futbolístico. A los 25 minutos, cuando Mexico iba ganando cómodamente el partido tres a cero, en vez de alegrarnos, en lugar de apoyar y de sacar algo bueno, los comentarios y análisis de esos mismos periodistas eran radicalmente diferentes, no se hablaba de un buen funcionamiento de nuestro equipo, ni tan siquiera se hablaba de lo bien que se aprovecharon los errores del contrario. No, se hablaba mas de un débil equipo de Paraguay; se hacia mofa de que el partido de poco o nada serviría ante unos guaraníes de escaso funcionamiento, se hacia mofa de esos partidos “moleros”, se hacia mofa incluso de los intentos de buen futbol que nuestro equipo intento realizar aprovechando el marcador. Y entonces me pregunto ¿somos nosotros? ¿así es nuestra cultura? ¿con estos ejemplos se le da la razón a lo que ha comentado Hugo Sanchez durante años de que somos unos cangrejos? ¿ponderamos nuestros resentimientos sobre la critica objetiva?. Definitivamente si. Estamos a la espera del error o infortunio para ser los primeros en señalar. O tal vez es peor, tal como el juego vs Paraguay, llegamos al limite de criticar lo bueno, pareciera que incluso nos incomodan los triunfos y éxitos de los connacionales; si suceden, fue cuestión de suerte y no por méritos propios y repito, lo peor es que nos burlamos de ello. Sin duda nos quedan perfectas las palabras y aforismos que plasmo el escritor italiano Antonio Porchia en su libro “Voces”: El mundo perdonara tus defectos, pero no tus virtudes.
Es innegable que las actitudes y el comportamiento fuera de la cancha importan y considero también que en algunos aspectos, Javier Hernandez perdió piso y dejó que su ego se interpusiera en su actitud, además de otros factores extra cancha como la fama y su sobreexposición en los medios y redes sociales (entrando en discusiones estupidas con aficionados y periodistas), hicieron que perdiera un poco de eso que se le admiraba y que nos cautivo: la humildad. A pesar de haber vivido en carne propia esa falta de humildad al finalizar un partido de Champions League, Bayern Leverkusen Vs Tottenham, considero que a nosotros no nos toca juzgarlo y evaluarlo por eso, a nosotros nos toca juzgarlo y evaluarlo por sus actuaciones y sus números en la cancha y hasta ahora, en eso ha cumplido con creces. A pesar de sus evidentes limitantes técnicas, algo que jamas se le podrá reprochar es su entrega; por ejemplo, en su paso por el Real Madrid, Hernandez se lleno de elogios por parte de los exigentes aficionados blancos; incluso, un experto como Valdano, menciono: “Chicharito tiene una conexión emocional con el público porque se deja la vida en cada pelota”. Al igual que Hugo Sanchez, se la valora mas en el extranjero.
Para finalizar, nos queda claro qué tipo de jugador es Javier Hernández. Es uno de los mejores delanteros en la historia de México y como tal, se le debe valorar, respetar y apoyar. Es un delantero carismático y con personalidad que ha anotado en momentos importantes pero nunca llegará a ser el crack mundial que demandamos, disfrutémoslo con esas carencias. Quitemos de nosotros esa critica visceral y destructiva, es nuestro mejor delantero (los números lo demuestran) y somos los primeros en escupirle. No seamos los cangrejos que tanto ha mencionado el pentapichichi.
Está claro que el fútbol es pasión y pedir objetividad es una utopía, pero a veces tendríamos que ser capaces de detenernos un poco, analizar nuestras propias motivaciones y ver un poco más allá de nuestros prejuicios. Abramos los ojos y aceptemos nuestra realidad futbolera, abramos los ojos y exijamos resultados y esfuerzos de acuerdo a nuestras posibilidades; debemos quitarnos la soberbia y dejar de creer que somos esa potencia futbolística que tanto nos han vendido. Nuevamente nos quedan perfectas las palabras del escritor Antonio Porchia: “Si no levantas los ojos, creerás que tu eres el punto más alto”.
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