MITOS Y MENTADAS
¿Rumbo a la mediocridad? (2)
En la columna anterior comenté algunas de las condicionantes culturales para el desarrollo económico, político y social del país. Mencionaba que la cultura es como el agua de la sopa en la que vivimos. Cada uno de nuestros valores, ideas, tradiciones y costumbres son los ingredientes de esa sopa.
Me concentré en tres de esos ingredientes y sus marcadas diferencias con otros países; la educación, la confianza interpersonal y la cultura de la excelencia. Ahora hablaré de 2 dos más: la impunidad y la impuntualidad.
En repetidas ocasiones leemos y escuchamos que el escaso crecimiento de México se debe principalmente a la corrupción generada por la impunidad. El argumento se ejemplifica con un hecho tan simple como tirar basura en la calle: se caricaturiza diciendo, “cruzan la frontera y mágicamente se les cambió la cultura”. Según ellos, como en Estados Unidos no hay impunidad, entonces la gente por miedo a ser sancionado no tira basura en la calle. O sea, si se sancionara en México la corrupción esta se acabaría. Esto no es tan sencillo.
En varios programas de radio a los que fui invitado para platicar sobre mi libro, Y Ahora pa’ dónde, les preguntaba: ¿Si cruzando la frontera se cambia la cultura, ustedes cuando regresan a México tiran basura?” Inmediatamente contestaban “No, claro que no, a mi me educaron a no andar tirando basura” ¿Y luego? La pregunta obligada es, ¿Son los valores o es la aplicación de la ley? La aplicación de la ley y las instituciones son parte de la cultura. La gente no dejará de tirar basura hasta que exista una cultura de la limpieza y además se aplique un castigo social por ensuciar las calles.
Me explico mejor, justamente con un ejemplo de EUA, que siempre se utiliza como ejemplo de baja impunidad. Efectivamente, es el país con la mayor población carcelaria en el mundo; más del 1% de la población económicamente activa está en la cárcel, en su mayoría por drogas. El argumento es que aplicando la ley la gente dejaría de consumir y vender drogas. Exactamente lo contrario sucedió. El consumo creció. Hoy es la cultura la que está imperando y son las leyes las que se están modificando. En cambio, en el caso del consumo de cigarro paso justamente lo contrario. Sin encarcelar a una sola persona, el consumo ha disminuido drásticamente. El status y glamour de encender un cigarrillo se fue a la basura. Cambió la cultura. Hoy un fumador es sancionado socialmente.
Veamos ahora la conocida y reconocida impuntualidad mexicana. Curiosamente esa impuntualidad solamente se da en México. Cuando los mexicanos van a reuniones en Nueva York, Tokio, Londres o cualquier otro lugar donde la cultura imperante es la puntualidad, todos llegan puntuales. Aquí no hay policías que estén verificando si llegan o no a tiempo. ¿Por qué lo hacen? Por la sanción social a la que serían sujetos si llegan impuntuales. Nuevamente, la cultura.
Hay condicionantes culturales y estructurales a una escala global que condicionan el desarrollo de los países (de esto hablaré en la siguiente columna). Para visualizar el desarrollo de un país deben considerarse ambas. Un buen inicio es identificar aquellos comportamientos, creencias y valores provenientes de nuestra cultura que está afectando nuestro desarrollo. Contrario a la opinión de los institucionalistas, la cultura no viene posterior a la norma, la precede. Es en el seno de cada hogar mexicano que se debe plantear un cambio de valores. De poco servirá que se inventen leyes y se sancione punitivamente.