QUERETALIA
EL QUERÉTARO CRÓNICO
Desde las monarquías absolutistas, sobre todo en la España del siglo XV, con los recién ascendidos Reyes Católicos, se creó la figura del Cronista Oficial de cada reino con el objeto de que el funcionario en comento diera fe pública y guardara en la memoria histórica los acontecimientos más importantes sucedidos en la jurisdicción correspondiente, ya fuera un solo reino o el imperio todo. Claro que por ser nombramiento real, el Cronista Oficial tenía serias limitaciones para escribir o expresar la verdad histórica de manera objetiva, ya que de criticar a su patrón o patrones, lo más seguro era que estuviera en riesgo su puesto, su libertad, su patrimonio y hasta su vida. Por eso, son poco confiables los cronistas oficiales en las monarquías absolutistas, encontrando los fedatarios nuevas oportunidades más tarde con el advenimiento del Estado Liberal y el desarrollo de las democracias occidentales.
En La Nueva España hubo cronistas oficiales y también cronistas oficiosos, es decir, gente que no tenía un nombramiento oficial dado por la autoridad correspondiente pero sí por encargo de una persona en específico o porque a alguien se le facilitaba escribir para dejar constancia de acontecimientos considerados como importantes; tal es el caso de Bernal Díaz del Castillo, cronista de la Conquista de México, o de Joaquín Fernández de Lizardi o el mismo Guillermo Prieto con sus atrevidas “Memorias de mis Tiempos” y “Viajes de Orden Suprema”. Quiero aclarar que en México, nación-país, nunca ha habido “Cronista Oficial de la Nación”, ni nombrado por el Presidente de la República ni por el Congreso de la Unión y vaya que hace falta, sobre todo por la riqueza de nuestro país, nombrar a un Concejo Nacional de la Crónica integrado por especialistas en la Crónica histórica, literaria, periodística, cultural y artística etcétera.
Al no existir el Cronista de la Nación -cosa que le propusieron al presidente Peña Nieto y anotó con interés pero no lo ejecutó-, los cronistas de la Ciudad de México se arrogaron esa función al ser personajes destacadísimos en la cultura, hasta que el inmenso Guillermo Tovar y de Teresa le propuso al presidente Miguel de la Madrid crear el Concejo de la Crónica del entonces Distrito Federal, asunto que vio éxito, pero al renunciar Guillermo a su puesto dentro del Concejo (fue el último Cronista Oficial en solitario), el prestigio del órgano decayó y para colmo desapareció ese órgano de la administración pública capitalina para pasar a ser un asociación civil sin apoyo oficial y con muchas divisiones entre sus integrantes. Situación igual viven las asociaciones nacionales de cronistas de ciudades mexicanas que se escinden continuamente por intereses mezquinos.
En el caso del estado de Querétaro se tuvo presencia de cronistas oficiales franciscanos en los conventos de La Cruz y de San Francisco -no dudando que hubieran también en los otros-, pero los que dejaron mucha obra escrita –en los siglos XVII y XVIII fueron precisamente éstos, encabezados por el más grande y famoso que es Isidro Félix de Espinosa, el cual era oriundo de la ciudad de Santiago de Querétaro, siendo pionero en escribir sobre la fundación de dicha urbe. En el siglo XIX encontramos a Valentín Frías, destacado cronista -no oficial- e historiador que dedicó su humilde salario de oficinista en el Ferrocarril Nacional para pagarse sus investigaciones por todo el estado, principalmente en la ciudad capital, no teniendo nunca nombramiento oficial pero sí el reconocimiento de toda la gente. Sus aportaciones a la historiografía queretana son importantísimos, a grado tal que el fundador de la ciencia de la Micro Historia, don Luis González, avaló y admiró la obra de don Valentín F. Frías, alias “Alter Ego”. En el siglo XX, en la década de los treinta, cuarenta y cincuenta, deambuló en las aulas universitarias y en las calles de la ciudad alguien a quien Fernando Díaz Ramírez llama en su libro de “Personajes Ilustres de Querétaro” como “el único y verdadero cronista de Querétaro” , haciendo menos al Cronista Oficial José Guadalupe Ramírez Álvarez que ya tenía dos nombramientos: me refiero a don Heraclio Cabrera y Campos, personaje dotado de poesía, oratoria, dotes periodísticas e históricas, quien sin recibir nombramiento alguno tenía el reconocimiento de la sociedad queretana ya fallecido Valentín Frías.
Increíblemente no fue el municipio de Querétaro el que nombraría a su cronista oficial municipal ni el estado el que lo hiciera a través del gobernador o de la Legislatura local: fue el municipio de San Juan del Río en el Ayuntamiento presidido por el muy joven licenciado Enrique Burgos García (1970-1973) quien en el año de 1971 nombró al primer Cronista Municipal Oficial como ejemplo en toda la entidad, recayendo el nombramiento en el prestigiado médico e historiador Rafael Ayala Echávarri. Hasta 1972, el Ayuntamiento de Querétaro presidido por el arquitecto Antonio Calzada Urquiza (1970-1973) nombró al primer Cronista Oficial de la ciudad capital: al licenciado y rector de la Universidad Autónoma de Querétaro, don José Guadalupe Ramírez Álvarez, quien fungió como Cronista Oficial del Estado también, al ser nombrado para ese nuevo cargo a partir de 1974 por decreto de la Legislatura del estado. Hasta su muerte ocurrida el 18 de mayo de 1986 ocupó ambos cargos el prestigiado maestro, periodista y notario público.
Cabe mencionar que hasta ese momento los cargos de Cronista Oficial -municipal o estatal- eran honoríficos, es decir, sin remuneración económica. En el año 1981, a punto de celebrarse los 450 años de la fundación de la hoy ciudad de San Juan del Río se nombra a don José Guadalupe Velázquez Quintanar como Cronista Oficial de esa ciudad, ya que había quedado vacante el cargo por la muerte de don Rafael Ayala. Actualmente don José Guadalupe Velázquez Quintanar es Cronista Emérito de San Juan del Río, siendo el cronista decano en todo el estado, porque no hay ninguno que sea más antiguo que él en este oficio.
La Crónica Oficial estatal estuvo vacante de 1986 –a la muerte de José Guadalupe Ramírez Álvarez- a 2012, hasta que el gobernador José Eduardo Calzada Rovirosa nombró como Cronista Oficial del Estado al doctor Andrés Garrido del Toral a partir del 15 de septiembre de ese año, mismo cargo que ejerce a la fecha. Solamente Ramírez Álvarez y Garrido del Toral han ocupado ese digno cargo. El mismo Andrés Garrido del Toral emularía a su maestro Ramírez Álvarez al detentar ambos cargos: Cronista Estatal y Cronista Municipal de Querétaro, ya que el Ayuntamiento de Querétaro le confirió el puesto último citado el 2 de octubre de 2015 y donde ha sido ratificado.
En el año de 1986, año en el que murió José Guadalupe Ramírez Álvarez, el gobernador Mariano Palacios Alcocer y el alcalde de la capital Manuel Cevallos Urueta se vieron en la necesidad de buscar candidatos a ocupar las vacantes de Cronista Oficial estatal y de la ciudad de Querétaro. El candidato natural para ocupar los cargos era el profesor y músico Eduardo Loarca Castillo, el cual fue entrevistado por el secretario de Cultura y Bienestar Social del estado, Juan Antonio Isla Estrada, mismo que le planteó a Loarca Castillo el ofrecimiento del gobernador Palacios Alcocer, rechazando lo de Cronista Oficial del estado pero sí aceptando con enorme gusto lo de Cronista Municipal de Querétaro. Las razones que tuvo el profesor Loarca para rechazar el cargo de Cronista estatal fue lo avanzado de su edad y su modestia al alegar que él no “sabía nada del interior del estado, solamente de la ciudad de Santiago de Querétaro”.
Pero esta negativa del profesor Loarca no fue irresponsable: le dijo al gobernador Palacios que dado que solamente había cronistas oficiales en Querétaro y San Juan del Río (el puesto de Cronista estatal quedaba vacante) se nombraran cronistas municipales en las restantes demarcaciones, para lo que habría que reformar la Ley Orgánica Municipal, cosa que sucedió en 1987 al expedir la ley correspondiente la Legislatura estatal , para que luego cada ayuntamiento nombrara al respectivo Cronista Municipal, en el mismo año en todos los municipios con excepción de Querétaro –Loarca toma posesión en 1987- y San Juan del Río que ya tenía Cronista Oficial desde 1981. Había surgido de una buena vez esta figura en una ley en el más estricto sentido de la palabra.
También resalto que se quitó el motete de “Cronista de la Ciudad” para que surgiera la nomenclatura actual: Cronista Municipal, connotación menos romántica y menos tradicional pero más certera. Más afortunada lo es esta expresión porque el cronista no nada más va a preservar la memoria histórica de la cabecera municipal sino de toda la demarcación. Ya sé que por disposición legal las dieciocho cabeceras municipales son “ciudades”, pero sociológicamente ni duda cabe que fuera de San Juan del Río, Santiago de Querétaro y tal vez Tequisquiapan, las demás son pueblos y villas.
La acción de Palacios Alcocer y Loarca Castillo ante la Legislatura no fue una reformita hecha a las prisas: se reformó la Ley Orgánica Municipal creando un capítulo completo para regular la figura del cronista municipal.