ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
2019: Desigualdad y Medio Ambiente
Iniciamos ya el nuevo año del 2019, el cual nos trae una variedad de retos, desde aquellos personales hasta los de orden macropolítico o planetario, sin embargo, en el contexto de Querétaro, a mi parecer, hay dos que estarán en las discusiones, en los planes, en los presupuestos y por supuesto en el debate público: a saber, la cuestión de la desigualdad y el medio ambiente. La cuestión aquí es el nexo que existe entre la desigualdad y el daño ambiental, que desde los noventas se ha venido estudiando. Siendo Amartya Sen, Premio Nobel, quien señaló que “El reparto desigual de la riqueza y el poder, condicionan el funcionamiento de la sociedad”, de ahí que una mayor desigualdad trae consigo un menor acceso a bienes y servicios como el agua potable, el piso firme, infraestructura sanitaria, movilidad y alimentación etc. Cabe decir que la desigualdad provoca un tipo de pobreza ambiental en los sectores más vulnerables.
Pero veamos el porcentaje de la población en situación de pobreza en el estado: del 2010 al 2016, según el CONEVAL, se muestra una tendencia a la baja, habiendo disminuido 10.3 puntos porcentuales en el periodo, a razón de 2.75 bianual, lo que arroja una población total de 635,700 para el 2016. A pesar de que no se cuenta con datos actuales del 2017 al 2018, si sabemos que el ingreso laboral per cápita real aumentó 17.88% entre el tercer trimestre de 2017 y el tercer trimestre de 2018, al pasar de $1,571.22 a $1,852.12 pesos constantes. Aunque cabe señalar que dicho aumento no se comporta de manera igual en las zonas urbanas y las rurales, pero pese a esta situación, en las zonas urbanas (principalmente en la metrópoli) también es cierto que el alto costo de la vida merma el ingreso, como acaba de suceder con el incremento al pasaje del transporte público. También se conoce que los principales municipios con mayor pobreza con datos al 2015, son, en primer lugar, Pinal de Amoles, y le sigue Peñamiller, Amealco, Landa de Matamoros y Jalpan de Serra, lo cual nos señala una territorialización de la pobreza hacia la población serrana y más rural e, indígena como el caso de Amealco. En estos municipios, los temas ambientales como la gestión de los residuos es realmente un problema de contaminación ambiental, mientras que en las zonas urbanas, como la capital, los pobres exhiben mayor vulnerabilidad a las inundaciones. Por otra parte, estas zonas urbanas enfrentan el problema de la calidad del aire, pues ahora, debido al sector transporte y la industria, que son las mayores fuentes de contaminación, hay un impacto en el ambiente y la salud.
Pero algo que hay que tomar en cuenta entre esta dicotomía de desigualdad y medio ambiente, es la variable de la distribución del poder, pues a mayor distribución, es decir, mayor participación ciudadana, menor será la desigualdad y la degradación ambiental, tal como se ha visto, de acuerdo al estudio de Q500, para el municipio capital, que en el eje de gobernanza, de los más bajos calificados, hay una relación con la pérdida de tierras con cubierta vegetal o bajo algún estatus de protección conforme al Ordenamiento Ecológico, y aquí, se muestra como con una distribución de poder bajo, aumenta la desigualdad y el impacto negativo en el ambiente, en tanto, que si los grupos económicos tienen, como en el caso de los desarrolladores inmobiliarios, más acceso al poder que los ciudadanos, entonces, la toma de decisiones y los criterios para cambios de uso del suelo serán más favorables para modificar el ordenamiento ecológico a costa de perder áreas de valor ambiental y que en nada beneficia a los sectores más pobres, pues no se trata de desarrollos que impulsen la vivienda social, por el contrario, son desarrollos residenciales fuera del alcance de los ingresos de los pobres.
Esperamos poder analizar la política de ingresos para el 2019 y hacia donde se orienta la mayor inversión y como ésta puede contribuir a una menor degradación ambiental y que reduzca la desigualdad en el estado.