COLUMNA INVITADA
La irresponsable promoción del discurso del odio
Albert Einstein acuñó la frase, y pese a su brutal precisión, parecemos no haberla adoptado: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Nada hemos hecho por abonar a la tolerancia y aceptación de la diversidad (de credo, ideológica, política, de todo tipo).
Por el contrario, cada día se le echa más leña al fuego del discurso de odio, a partir de ideas preconcebidas, no corroboradas, falsas o de plano panfletarias, que sólo buscan dividir, resquebrajar, crear crisis y tratar de ganar a río revuelto.
Eso está pasando ahora mismo, a niveles preocupantes, alrededor del accidente aéreo en el que perdieron la vida cinco personas, entre ellas la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, y el senador Rafael Moreno Valle.
Nada más reprobable que el intentar sacar ventaja política con información a medias o evidentemente falsa, a través de las redes sociales. Y el efecto puede tener una escalada de laviolencia en espiral que va a terminar de polarizar al de por sí dividido espectro de la población pro AMLO versus los anti AMLO.
Las noticias falsas o especulaciones maliciosas no son cosas nuevas: han acompañado a la opinión pública prácticamente desde su nacimiento. La gravedad de que hoy ese discurso de odio florezca en las redes sociales de la infinita internet estriba en que: 1) Se han multiplicado exponencialmente los potenciales difusores de fake news; y 2) Su difusión corre como arde la pólvora; inmediata e incendiariamente. Alcanza más lugares y puede llegar a éstos de forma casi instantánea.
Y existe un tercer punto, aún más preocupante: que la distribución virtual del odio, en las plataformas digitales, logre sortear la incorporeidad etérea de los ceros y los unos y brinque al campo de la contundente realidad en 3D.
El afirmar que López Obrador es el responsable, el crear a fuerza de bots una etiqueta que se hace tendencia y lo ubica como asesino, va a tener repercusiones y resonancia en el grueso de la población que, confiada o cándida para corroborar información, va a reproducir el odio y lo sacará del discurso para llevarlo a la acción.
No es correcto promover el video de una aeronave abatida a balazos en Ucrania, hace más de cuatro años, y presentarlo como el verdadero origen del accidente de Martha Erika y Moreno Valle; no es correcto asestar el adjetivo “asesino” sin pruebas; no es correcto descontextualizar una frase metafórica de campaña (“voy a acabar con la monarquía de Puebla”) y presentarla como prueba de cargo en una materia tan seria como una investigación de presunto homicidio.
Y no sólo no es correcto: los efectos pueden ser exponencialmente incontrolables. Lo menos que puede ocurrir son los insultos en Twitter. Lo peor: terminar de despeñar un país que está al borde de la crisis social, por no exhibir madurez en la crítica. Por supuesto que la exigencia de unainvestigación exhaustiva y seria es válida.
El denuesto para llevar agua a molinos particulares, nunca.